Los niños y jóvenes cada vez recortan más horas al sueño por el uso de tablets y teléfonos móviles, lo que está favoreciendo la aparición de graves problemas de salud y de comportamiento.

La voz de alarma la dan los profesionales que batallan a diario en sus consultas con un problema que en estos momentos parece imparable. Si hasta ahora estaba comprobado que dormir menos provocaba un menor rendimiento escolar, los especialistas hablan ya de todo un abanico de patologías, que van desde la depresión a la obesidad pasando por síntomas que se pueden confundir con la hiperactividad.

«Habitualmente colaboramos con los psiquiatras infantiles y muchas veces nos mandan a chicos con un diagnóstico inicial de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y cuando profundizas ves que realmente lo que hay detrás es un problema de higiene del sueño», explica Francisco Carratalá, neuropediatra del Hospital de Sant Joan. Y es que los síntomas del TDAH son muy similares a los que provoca la privación de sueño en los jóvenes, pero sobre todo en los niños. «Si hemos dormido poco y mal los adultos lo manifestamos con una mayor somnolencia y cansancio, pero en los niños ocurre todo lo contrario, están más hiperactivos y con una mayor falta de concentración, de ahí la expresión "pasado de rosca" que se suele emplear con ellos», afirma Paula Giménez, neurofisióloga y médico especialista en Medicina del Sueño de la Clínica Vistahermosa-Grupo HLA Alicante.

Hasta la consulta de esta especialista llegan casos de niños de 2 y 3 años que duermen sólo 7 horas al día, cuando lo recomendable a esas edades son 11. Problemas de salud al margen, en muchos de estos casos las causas son externas. «Los padres les dejan viendo la tele o la tablet hasta muy tarde y cuando los meten en la cama tardan mucho en dormirse y a la mañana siguiente toca madrugar porque hay que ir al colegio».

Y es que la luz azul que emiten estos dispositivos llega directamente a través de la retina a las células cerebrales que regulan el sueño, impidiendo que fabriquemos melatonina, que es la hormona que nos hace dormir. Pero además de recortar horas al sueño, éste es de peor calidad. «Cuando te duermes pendiente del móvil,el sueño es más intranquilo, estás más nervioso y no se hacen los ciclos propios del sueño de una manera adecuada», afirma Francisco Carratalá. Es como estar en un duermevela continuo por lo que las sinapsis del cerebro no se llegan a realizar correctamente, «lo que da lugar a conductas disruptivas». Para este especialista, los problemas que está generando esta falta de sueño son muy graves y difíciles de atajar. «Es muy complicado cambiar los malos hábitos adquiridos porque no es raro que hoy los jóvenes tengan tablets, ordenadores o móviles en su habitación y muchas veces los padres ni son conscientes de lo que sus hijos hacen cuando se van a dormir».

En el caso de los adolescentes, la media de horas de sueño es actualmente de 6 ó 7, cuando lo recomendable son 9. Las consecuencias también se dejan ver en el estado de ánimo de estos chicos. El humor y el estado de ánimo se regulan en la fase REM del sueño, afirma Paula Giménez, «por lo que una privación de sueño da lugar a estados de ansiedad y depresión».

En el caso de los adolescentes, al problema de las nuevas tecnologías se suma el denominado «retraso de fase». Debido a los cambios hormonales, «a estas edades la melatonina se genera más tarde, por lo que de manera natural tardan más en dormirse, lo que se complica con el uso de las tecnologías», señala Teresa Canet, responsable de Neurofisióloga del Hospital de Alcoy.

¿Y cómo actúan los profesionales ante estos casos? «Quitamos la exposición a la luz azul en las horas previas a dormir y por la mañana con la exposición a la luz solar, aconsejando por ejemplo, que vayan a clase andando o que se adelanten las clases de gimnasia a primera hora». Canet cree que en un futuro no muy lejano asistiremos también a un aumento de los problemas cardiovasculares y de conducta derivados de esta falta de sueño.

Las últimas investigaciones también apuntan «a que hay una relación directa entre la falta de sueño y la obesidad», señala la jefa de Pediatría del Hospital de Sant Joan, Mercedes Juste. El sistema endocrino también se regula durante el sueño, de ahí que a menos horas de descanso mayor propensión a coger kilos. «También influye que cuanto más tarde se acuesten los jóvenes, más picarán de la nevera antes de meterse en la cama», explica Juste.