«Sigues siendo el mismo necio que defiende sus razones levantando la voz...». En la letra de la canción «Interrumpe impertinente» el artista y guitarrista alicantino Corbeto habla directamente a un maltratador. El tema pertenece a su primer disco «Presunto inocente» (2013) y lo compuso para denunciar la violencia de género. Corbeto cogió su guitarra y se la trajo hasta la sede de INFORMACIÓN para participar en una imagen que pretende ser una metáfora de la unidad de la provincia en el Día Internacional contra la Violencia de Género. Con el mismo fin se sumaron a la iniciativa cerca de una treintena de representantes de las fuerzas vivas de la sociedad alicantina, desde magistradas a guardias civiles, desde limpiadoras a pescaderas, desde médicos a jugadores de baloncesto, que vinieron con sus togas, tricornios y demás uniformes de trabajo.

Aunque la mayoría de los que se «amarraron» al lazo de INFORMACIÓN contra la violencia machista consideran que el fallo es educacional, Corbeto opina que también es un tema de endurecimiento de penas. «Hay que aislar socialmente a los maltratadores, no sólo en la cárcel. La fuerza de pararlo la tienen las autoridades», dijo con contundencia, quizá por conocer de cerca el caso de la mujer de Benejúzar que quemó al violador de su hija.

Pero hay miles de víctimas silenciosas, cuyos casos no trascienden y que se salvan gracias a la ayuda de amigos y familiares. Patricia Fernández, vendedora de pescado en el Mercado Central de Alicante, tuvo que esconder en su casa a una de sus mejores amigas, que era maltratada. «Intentamos convencerla de que le dejara, le denunciara y se alejara de esa vida. No había manera. Él tenía otro problema detrás, lo encarcelaron y ella ha podido sobreponerse». Han pasado 8 años, la chica ha rehecho su vida con otra persona y tiene un bebé. En la importancia de los testigos incidió Tania Orts, que barre las calles de Alicante: «Si te quedas de brazos cruzados y callado cuando sabes o ves algo, eres igual de culpable». Hay quien querría ayudar pero no sabe cómo. Es el caso de José María Lorente, indumentarista de Hogueras. «Desde pequeño he sido muy sensible a este tema y lo paso muy mal. Sufro una gran impotencia ante cada caso», afirmó.

Merche López Martínez trabaja para una empresa de limpieza y tiene tres chicos. «Les digo que no permitiría que trataran mal a una chica. No sé qué les enseñan de niños, no sé por qué tienen ese comportamiento. A lo mejor se creen más hombres por pegar a una mujer».

A la hora de buscar el fallo, la magistrada de la Audiencia Provincial de la sección de violencia de género Virtudes López lo tiene claro: «La represión (al maltratador) sólo lleva a la rebelión, la intransigencia y la persecución más extrema. El derecho penal, que es lo que yo aplico, es la peor de las soluciones. El fallo es educacional, cultural». La procuradora Margarita Tornel también piensa que la clave está en los hogares y en los colegios, y que se ha ganado mucho porque existen los juzgados de violencia de género, «antes esto no salía a la luz». La abogada Gracia Carrión señala que «hay que trabajar mucho con la infancia» y le apena que los hijos sigan victimizando a la madre, «la comida está mala, no me sabes comprar la ropa... Reproducen ese rol». Porque hay roles aún muy marcados como demuestra el que Moisés Ruiz, trabajador de una importante empresa de automóviles, no haya conocido aún a mecánicas chicas.

«Falta educación, sensibilización, concienciación... Se han puesto medios pero son insuficientes, sobre todo en pueblos pequeños, donde hay menos recursos». Es la opinión de David Bricio, de Villena, agricultor, de la Junta Central de Usuarios del Júcar-Vinalopó.

«Es muy triste que aún haya hombres que crean que están por encima de nosotras», afirma María José Monge, camarera de sala en el CDT de Alicante. Su compañera Glicelia Dos Santos, especializada en cocina, piensa que «el machismo empieza en nosotras mismas cuando creemos que los hombres no pueden hacer determinadas tareas, por ejemplo, en la casa. Es hora de terminar con eso». Que falta muchísima educación, desde los colegios, lo piensa también la profesora de la Universidad y coordinadora de Igualdad en Filosofía y Letras, Amelia Peral, quien puso el acento en la violencia que no se ve, la psicológica. «Ahí hay que hacer un trabajo más profundo porque la víctima es incapaz de reconocer que lo es».

Hay mujeres que han roto estereotipos accediendo a profesiones antes vetadas a ellas. Como la bombera Mari Ángeles Verdú. Vino a INFORMACIÓN junto a su compañero de profesión Enmanuel Simón, quien recalcó la importancia de concienciar a la gente joven, «aunque lo que pasa dentro de un hogar es complicado de medir».

Otra mujer que ha roto barreras es Lourdes Mira, guardia civil que trabaja en violencia de género. «Cuando llega la víctima, le das confianza y sabes cómo tratarla, se abre a ti. Mi trabajo es procurar que la mujer se sienta protegida de estos delincuentes». Su compañero David Hermoso añadió que las maltratadas necesitan sentirse «seguras». Una labor de la que también se encargan policías nacionales como María Dolores Sáez, de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de Elche, quien acudió a la cita en el diario con su compañero Pablo Enrique Martín. O policías locales del Gabinete de Atención a Víctimas de Violencia Doméstica como David García y Reyes Aniorte.

Médicos y enfermeros son en ocasiones los primeros en detectar un episodio de maltrato. «Abrimos las consultas a la mujer para darle pie a que le sea fácil contarlo para identificar casos. Es la búsqueda activa como profesionales», señala el médico de familia Javier Blanquer.

El deporte también quiso posicionarse contra la violencia machista. «Transmite valores que pueden extrapolarse a la sociedad para ayudar a atajar este problema social», destacaron Álvaro Lobo y Tomás Fernández, del baloncesto Lucentum, que posaron contra el maltrato junto al jugador de EE UU Orion Outerbridge y un balón. También se sumó Luis Benito Martínez, del club Urban Runner's, quien ha participado en carreras contra la violencia de género. «Depende de cómo te eduquen. Hay que fomentar el respeto y concienciar más para erradicar esta lacra».