El departamento que lidera Vicent Marzà ha decidido meter mano a la eterna asignatura pendiente de esta área en la Comunidad, el fracaso escolar. El secretario autonómico y número dos de Educación, Miguel Soler, esbozó ayer ante Las Cortes una serie de medidas con las que pretenden reducir unas tasas de fracaso que superan en ocho punto la media nacional. El 31% del alumnado de la Comunidad no logra el graduado escolar que acredita haber terminado la enseñanza obligatoria y Soler pone el foco en la repetición de curso: «No está sirviendo, no siempre es la mejor opción», asegura.

La propuesta de Educación pasa por cambiar la repetición de curso por el refuerzo de las asignaturas en las que falla ese alumno, así como con talleres específicos. Concreta el secretario autonómico que no se refiere a «prohibir la repetición», sino de que la medida sea «realmente excepcional. Al que no le gusta el café, dos tazas le provocan un cólico, no la solución al problema que tenía», subraya.

«Fiesta»

Para hacer más visible esta situación con un ejemplo, Soler apunta el caso que un alumno de 1º de ESO que repite curso y al terminar el segundo año en el mismo nivel sigue sin haber adquirido las competencias. Como ya no puede volver a repetir curso, el responsable educativo se preguntado «para qué sirve la repetición» porque «como el segundo año saben que no pueden repetir, fiesta».

Frente a ello, defiende que el alumno con dificultades en determinadas materias «pase de curso pero con medidas específicas de refuerzo» en esas asignaturas, y actividades complementarias o talleres de refuerzo para «ir poco a poco mejorando lo que arrastra». Optar por seguir un año más en un curso debe ser «la excepción, no la norma», subraya.

Soler no se queda ahí y apuesta, además, por «revisar a fondo el currículo escolar porque el horario no es infinito». Para el responsable educativo el caso «más grave» se produce en Secundaria: «En cerca de 30 horas no puede ser que los alumnos tengan 12 ó 13 asignaturas diferentes, más que años tienen los estudiantes. Es una barbaridad», recalcó.

Además de reducir las asignaturas, Educación prevé trabajar «de forma diferente», para que en las aulas de los institutos se desarrollen competencias clave para la formación a lo largo de la vida, y el profesorado profundice en todas las materias al mismo nivel.

Tras más de 30 años en cargos ejecutivos del ámbito educativo, el secretario autonómico incluye otros parámetros que considera necesarios para atajar el fracaso escolar: el equilibrio en la escolarización de alumnos con necesidades especiales entre centros públicos y concertados; una mayor implicación de las familias en el proceso educativo; y una apuesta firme por la FP.

Propone ajustar la oferta de ciclos formativos a las necesidades de los sectores productivos porque «hay ciclos con la mitad de plazas vacantes mientras en otros hay cola», sin que este desequilibrio implique cerrar unos y dar más plazas a otros porque mucha matrícula responde «a lo que está de moda» en lugar de dirigirse a las posibilidades de empleo.

Finalmente Educación pone sus ojos sobre la inspección para que sea la que identifique las necesidades de cada centro y determine el profesorado extra que necesita, en lugar de que lo soliciten los directores como hasta ahora.