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El drama del PSPV: ni sabe cómo echar a Echávarri ni cómo sustituirlo

Ximo Puig guarda un silencio de incomodidad y los socialistas se marcan una fecha de caducidad que les permita intentar preparar la salida

El drama del PSPV: ni sabe cómo echar a Echávarri ni cómo sustituirlo

La refundación del pacto municipal de Alicante -la última pirueta que se inventó el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, para ganar tiempo en vista de los contratiempos judiciales del alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri- ha tenido poco recorrido. La decisión de la juez de procesar al edil junto a otros dos asesores por el fraccionamiento de contratos en Comercio incumple ese acuerdo firmado hace unos días por el propio Echávarri con Compromís -socio preferente de los socialistas en todos los gobiernos de la Comunidad- y supone un agravamiento de su situación judicial, con lo que se encuentra en uno de los supuestos que obligarían a su relevo en la Alcaldía. La «línea roja», reconocen en privado, se ha sobrepasado. Por tanto, admiten también fuentes socialistas, sólo queda una salida: la renuncia de Echávarri. Hay poca discusión sobre eso entre los resignados notables socialistas. El problema es que el PSPV, ahora mismo, no sabe el camino que debe tomar para poder gestionar esa salida.

La teoría es sencilla pero, como detallan dirigentes socialistas, la práctica es más complicada. ¿Cuándo se produciría la marcha de Echávarri? ¿Y cómo se organizaría ese relevo? De puertas hacia fuera, al menos por ahora, la dirección del PSPV ha optado por ganar un nuevo margen de tiempo. Otra huída hacia delante. «La situación que se ha producido en Alicante, desde luego, es un paso adelante en negativo. Nos hubiera gustado que el tema se hubiera archivado pero no ha sido así», reconoció el responsable de Política Municipal del PSPV, Carlos Fernández Bielsa. «Quedan todavía dos recursos antes de la decisión de apertura de juicio oral, uno ante la propia juez y otro ante la Audiencia Provincial. Es necesario agotar todas esas vías de recurso para decidir. No nos adelantemos. No estamos ante un caso de corrupción», señaló Bielsa que, en todo caso, también dejó claro que, una vez que llegue ese auto con la apertura de juicio, «el alcalde tiene unos compromisos adquiridos», en alusión al acuerdo con Compromís que prevé su renuncia en el supuesto de más complicaciones judiciales. En esa misma línea también se manifestó Manolo Mata, número dos del PSPV. Esa es la postura oficial de la cúpula socialista. El presidente Puig, aún de viaje en Londres, decidió guardar silencio, señal inequívoca de la incomodidad que el asunto le genera desde hace tiempo a los socialistas valencianos. Es un respaldo, por tanto, con fecha de caducidad.

Blanco y en botella. La continuidad de Echávarri es imposible. No sólo por el avance de los dos frentes judiciales sino porque es insostenible mantener el gobierno con seis concejales consumada la marcha de Compromís ratificada por Natxo Bellido con el respaldo de Mónica Oltra y Manuel Alcaraz. Y, además, con la presión de Guanyar, pendiente de la fecha del 15 de noviembre como tope para tomar una decisión. La dirección del PSPV está convencida, salvo un vuelco judicial que nadie contempla, de que llegará el momento de la marcha del alcalde pero, por ahora, ni sabe cómo propiciar ese relevo -Echávarri, de momento, va a seguir en el puesto pese a su procesamiento- ni tampoco tiene preparado el «plan b» para tratar de buscar un aspirante entre sus concejales que le permita optar a sumar los quince votos necesarios para mantener la Alcaldía una vez que se consume esa salida del primer edil. Así que el margen de los próximos trámites hasta que se decida la apertura de juicio -procedimiento que podría alargar la agonía hasta final de año- es el tiempo que le queda al PSPV para preparar y negociar ese posible relevo.

No es sencillo organizar esa salida. Por dos cuestiones, apuntan estas mismas fuentes. Hay un condicionante interno: la eterna espiral de tensión que se vive en una agrupación tan convulsa como la de Alicante. La decisión que se tome no sólo sobre la marcha de Echávarri -no es lo mismo, subrayan, que se vaya por su voluntad que tener que forzar la máquina para obligarle- sino sobre su posible sustituto siempre y cuando haya apoyos suficientes con los nombres de Eva Montesinos -la preferida por los hasta ahora socios y reforzada tras salir «limpia» de una denuncia por acoso- y Carlos Giménez -muy a la baja al estar implicado en el feo asunto de la venganza del despido de la cuñada del portavoz del PP, Luis Barcala- como principales alternativas tienen que contar con el visto bueno del exsenador Ángel Franco, el hombre que sigue moviendo todos los hilos del socialismo en la capital. Pero también deben afrontar condicionantes externos, como deslizaban ayer desde la cúpula socialista: reconstruir la relación con los socios de gobierno y además encontrar un voto más -la posición de Fernando Sepulcre y Nerea Belmonte, los dos tránsfugas, puede ser clave- para retener la Alcaldía. De lo contrario, el gobierno le caería del cielo al PP con el citado Luis Barcala a la cabeza. Y entonces la izquierda en su conjunto tendría otro problema más: justificar el fracaso de un gobierno que llegaba para cambiar la ciudad tras 20 años de gestión de los populares que acabaron envueltos en investigaciones por corrupción.

Así que, de momento, no se trata sólo de esperar la resolución judicial que ponga fin al mandato de Echávarri sino de que el PSPV trate de tejer una solución que de momento, durante los últimos meses de deterioro, se ha mostrado incapaz de gestionar. No es una cuestión menor. Ni mucho menos. Alicante es una plaza de primera magnitud para los socialistas. Hasta ahora es el desencuentro más importante con Compromís y, por tanto, un elemento de inestabilidad en una relación que sostiene el Consell del Botànic y, entre ambas siglas, la Alcaldía de unos 300 municipios. Pero, sobre todo, es la provincia que le acabó dando a Puig la ventaja decisiva para mantenerse como la fuerza de izquierda más votada en 2015 y alcanzar la presidencia. «Habrá que ver la factura que nos acaba pasando en 2019», reflexionó un dirigente socialista preocupado por la situación. Así que en Alicante, con la resolución de esta crisis, el PSPV se juega algo más que el gobierno de una ciudad. Mucho más. Y, a día de hoy, ni siquiera se ha puesto a pensar en la solución. Un drama.

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