Los resultados del último informe del Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar, dirigido por la catedrática Díaz-Aguado desde la Unidad de Psicología Preventiva de la Complutense de Madrid, señalan al profesorado como «referencia importante para el alumnado» en hasta un 64,8% de las respuestas recogidas entre los estudiantes de Secundaria. No obstante, señala que estos profesionales de la enseñanza siguen teniendo «bastante dificultad para mantener la autoridad» en un 30% de los casos, y alguna dificultad en otro 60%. Díaz-Aguado pone el foco sobre ellos.

¿Qué reflexión le merecen los últimos casos de acoso conocidos en Alicante

Por principio, los profesionales no nos pronunciamos sobre casos concretos para evitar hacer daño, pero una primera reflexión que se puede hacer en torno a cualquier caso es que todas las escuelas necesitarían introducir en sus planes de convivencia la prevención, y no esperar a que se produzcan los casos. Hay que anticiparse porque en todos los centros se producen casos que pueden derivar en acoso escolar finalmente.

¿En todos, dice usted?

Forma parte de la cultura ancestral que tenemos todos, de ahí que sea tan necesaria la prevención.

¿Y cómo prevenir?

Hay que hacer un análisis de la estructura de las aulas para conocer dónde puede haber líderes negativos que pueden estar actuando como matones, y que requieren de ayuda para descartar la violencia y reconducir que consigan el protagonismo de otra manera. También hay que detectar al alumnado más vulnerable y aislado, el más proclive a ser elegido como víctima, para reforzar su posición en el grupo.

¿En cada una de las aulas?

Así es. Hay que detectar los riesgos, las fortalezas, y también los líderes positivos, y en todas las aulas aplicar el currículum de la no violencia, que ayuda desde Infantil hasta la Universidad. Se trata de que se pueda transmitir y ayudar a tomar conciencia de lo que produce acoso, y que cualquiera puede intervenir para detenerlo. Hay que generar modelos alternativos de relación, y cuando esos planes se llevan a cabo es más fácil detectarlo, los compañeros actúan y se impiden los matones.

¿Matones en el colegio y en el instituto?

De las relaciones entre los compañeros antes no formaban parte los profesores porque no estaban formados, pero ahora la sociedad quiere y necesita que en todas las escuelas se impida que se reproduzca la cultura ancestral de las mafias. Son la antítesis de lo que queremos, que es el respeto mutuo a la persona . Lo que dicen las leyes es que la escuela es un lugar que educa en el respeto humano y en la dignidad del individuo.

¿Realmente este modo de proceder reduce los casos de acoso?

Ayudaría a que fueran mucho menos probables o a detectarlo en sus inicios. Y que en todas las escuelas exista un equipo especializado para manejar el conflicto cuando empieza a tener lugar, para emponderar a la víctima y tratar de hacer saber a los acosadores que humillar a alguien no da poder.

¿Cuáles serían las claves?

En primer lugar hacer un diagnóstico desde el primer nivel en la escuela; en segundo lugar, que los planes y currículos incluyan modelos de no violencia que la erradiquen; en tercer lugar, tratar la violencia de género y el acoso como mandato social en todas las aulas; y por último, contar con equipos especializados y aplicar todos los protocolos disponibles, conectando la escuela con los servicios sociales y de mediación para los casos especialmente difíciles. Todo esto debería formar parte de las escuelas, que ya lo van incorporando y desde la administración ya se empieza a exigir.