Ya advirtió el sociólogo James Petras en 1995 de que, si la situación del mercado laboral no cambiaba, la sociedad española iba a ver a la primera generación de su historia que viviría peor que lo hicieron sus padres. Y parece cierto. Que le pregunten a Almudena Alarcón, una trabajadora social alicantina de 34 años que no tiene ni un día cotizado. O a Diego Ortega, historiador de 30 años liado con su tesis aunque ha logrado un contrato como becario en la UA. Almudena y Diego no pueden independizarse ni planificar su vida. Y lo peor es que son muchos jóvenes como ellos los que ven el futuro con incertidumbre y pesimismo.

España es uno de los países de la Unión Europea con mayor tasa de paro juvenil, con un 40,5% de menores de 25 años desempleados, sólo mejor que los griegos que tienen al 48% de sus jóvenes parados, pero lejos de las tasas de la zona euro con una media del 19,5% de paro entre los menores de 25 años. En la provincia, según datos de UGT del segundo trimestre de este año, están parados el 41,6% de los alicantinos entre 16 y 24 años, una tasa altísima pero inferior a la del año pasado en el mismo periodo cuando el desempleo en esta franja de edad era del 49,2%.

Los malos augurios de James Petras en su informe sobre la juventud no se basaban solo en el desempleo. También vaticinó que habría peores sueldos, más inestabilidad laboral y más miedo a perder el trabajo. No andaba desencaminado y es evidente que las oportunidades de los jóvenes que ahora tienen unos 30 años de tener unos ingresos de clase media como los que tuvieron sus padres, están disminuyendo.

Uno de los mayores problemas de los jóvenes es la temporalidad laboral, que es mayor cuanto más joven es el trabajador. Así, en la provincia en el segundo trimestre de este año la tasa de temporalidad de 16 a 24 años es del 79,9% disminuyendo al 38,1% de los 25 a los 34 años. La contratación temporal es mayoritaria entre los jóvenes que tienen la suerte de ser contratados. Así, durante los primeros seis meses de este año en la provincia se contrató a 113.238 jóvenes menores de 30 años, el 91,90% con contratos temporales y sólo un 8,09% con contratos indefinidos, y además, la mitad de ellos a tiempo parcial.

Y luego están los salarios. Un joven mileurista ahora es un privilegiado. Según los sindicatos, el salario medio actual de los menores de 25 años es de 439 euros al mes. Así, imposible independizarse.

Los jóvenes son conscientes de esta situación y cada vez son más los que se resignan a emplearse en trabajos precarios que con frecuencia no tienen relación ni con sus estudios ni con sus gustos. Cima Sancho, de 32 años, trabaja en lo que puede pese a sus estudios de Educación Infantil, su vocación real y para la que se preparó durante años. Miguel Ángel Gomis es más joven, 24 años, pero ya tiene claro que no es fácil poder vivir en algo relacionado con sus estudios de Publicidad y Relaciones Públicas, más que nada porque gana más y tiene más estabilidad como camarero.

Son muchos los casos como los de Diego, Almudena, Cina y Miguel Ángel, titulados superiores sin trabajo o resignados a trabajar en lo que encuentren. Sin embargo, ellos lo tienen mejor que los jóvenes sin estudios. Según los datos de la OCDE, a menor nivel educativo mayor es la probabilidad de estar desempleado, de forma que un titulado superior tienen un 76% de posibilidades de encontrar un empleo frente al 60% en las personas que sólo llegaron a la educación primaria. Además, cuanto más alto es el nivel de formación, más alto es el salario que se percibe. Así, según la OCDE, los ingresos de un titulado universitario son de media un 53% más altos que los de un titulado en educación Secundaria.

En cualquier caso, y pese a que todos los indicadores económicos apuntan a una mejora en las perspectivas laborales, los jóvenes españoles siguen tardando alrededor de 6 años de media hasta encontrar un empleo fijo, lo que obliga a muchos de ellos a aceptar cualquier trabajo disponible aunque sea precario y mal pagado.