Representantes de los cuarenta y un centros de excelencia Severo Ochoa y unidades de excelencia María de Maeztu, es decir, los principales investigadores españoles, se dieron cita ayer en el congreso 100xCiencia.2 que ha organizado el Instituto de Neurociencias y que continúa hoy. El tema del congreso es la transferencia de conocimiento y tecnología de los investigadores a la empresa y a la sociedad. Más de 250 personas se reunieron en el Colegio de Médicos para poner en común sus experiencias y abordar la mejor manera de que la investigación llegue en forma de productos o servicios a la sociedad.

El principal problema con el que se topan estos centros generadores de conocimiento es el del «valle de la muerte», es decir, el vacío que hay entre la investigación y su transformación en un producto, explicó el director del Instituto de Neurociencias, Juan Lerma. Una situación que provoca que muchas investigaciones no lleguen nunca a aplicarse. El debate en el mundo científico para superar esta barrera está sobre la mesa. «Lo que debatimos es si es el propio investigador quien debe hacerlo, como todas las políticas están intentando hacerle creer, o tiene que ser la empresa la que se acerque o bien sean entidades intermedias que hagan de puente y se encarguen del desarrollo de la investigación para que la empresa lo compre», indicó Lerma. De hecho, la idea es llegar hoy a «una conclusión, elaborar un documento con propuestas y hacerlo llegar al Gobierno».

Cada centro tiene problemáticas diferentes en función de a qué rama del conocimiento se dedique pero este problema es común. De hecho, la mayoría de centros exigen más recursos si al final son ellos los responsables de llevar a buen puerto esa tarea. Y es que «un investigador tiene que conseguir los recursos, investigar, publicar, generar patentes, y si además debe generar empresas, entender de mercado y modelos de negocio pues ya es imposible», argumenta Lerma. «Sólo conozco una empresa que se dedica a llenar ese vacío y yo creo que la línea debe ir por ese camino y que más empresas apuesten porque existe un volumen de negocio importante», reflexionó el responsable del Instituto de Neurociencias.

La única que ayer compartió una experiencia distinta fue la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), la alicantina María Blasco. «En el centro facilitamos el proceso de transferencia hacia las empresas, tenemos muchos acuerdos de codesarrollo con farmacéuticas, la mayoría internacionales, y han entrado unos 20 millones durate los últimos años. Son proyectos en los que compartimos riesgos y beneficios para llevar la investigación a la clínica», afirma Blasco. Además, añadió que «tenemos un programa que se llama Terapias Fundamentales para el descubrimiento de fármacos. Cuando un investigador encuentra una diana terapéutica se hace una colaboración y se termina con un producto más fácil de vender». Asimismo en el centro que lucha contra el cáncer tienen «44 investigadores que son inventores y reciben regalías porque esas inversiones se comercializan y eso incentiva», señala la investigadora. Otra forma de transferir conocimiento son las tres «Spin off» que han salido del CNIO y se encuentran en Barcelona, València y Madrid.

«Yo creo que sí se puede investigar y vender productos, nosotros tenemos unas ventas anuales de 700.000 euros y es dinero que retorna al centro. Si eres un centro que produce descubrimientos de interés y mandas la señal de que te interesa la innovación es más fácil que lleguen compañías a trabajar contigo», concluyó Blasco, «nota discordante» en este sentido.

El exdirector del del Instituto de Tecnología Química y Premio Príncipe de Asturias 2014, el investigador Avelino Comas, apuntó que otra posibilidad de transferencia es crear «joint ventures» con empresas que hacen llegar a un centro de investigación ideas interesantes e innovadoras que desarrollar pero que no pueden financiar el contrato de un doctor que se dedique en exclusiva a ellas. Comas realizó esta intervención en el foro en el que la mayoría de expertos ponía sobre la mesa la dificultad de las pymes de afrontar el gasto de un contrato de investigación. También se puso de relieve el futuro papel de la Agencia Valenciana de la Innovación a la hora de rellenar el hueco entre la ciencia básica y la aplicada.

La secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, Carmen Vela, dijo que los centros «son un buen ejemplo de excelencia, colaboración pública y privada y de circulación del conocimiento». «Es importante que los científicos investiguen y sean capaces de resolver los grandes problemas de la sociedad como el envejecimiento, el cambio climático o la falta de energía».

Preguntada sobre la financiación admitió que «los investigadores se quejan con razón de que no hay suficientes fondos, pero España ha sufrido la crisis económica más larga y profunda de nuestra historia. De 2009 a 2014 los presupuestos para ciencia bajaron pero espero que suban los ingresos para poder seguir aumentando el presupuesto».