Los setenta movieron a Maruja de pueblo en pueblo por la provincia de Alicante para promocionar el folclore junto a la Sección Femenina. Pero pronto el contexto frenaría su baile. En el 75, con la muerte del general Franco, esta rama de la Falange Española se disolvió, y con ella la visita de la rondalla y los danzadores a los distintos municipios.
«Esto no podía acabar así», cuenta Maruja Poveda, miembro más antiguo del grupo. Para conseguir dar continuidad a los bailes tradicionales, decidió aliarse con uno de sus compañeros, Miguel Ángel, que por aquél entonces era maestro de un grupo de chicos jóvenes en el colegio de la Aneja.
Ella, por otro lado, dirigía una academia de baile para mujeres. Así que ambos comenzaron a enseñar los pasos de cada danza a sus alumnos, hasta que al cabo de un año se vieron preparados para juntarse por primera vez. «Empezamos a ensayar junto a una rondalla que se había formado a partir de un círculo de juventudes donde se impartían clases de guitarra». Era 1977 y ya estaba todo listo: mujeres, hombres y música. «Y así es como nació todo», termina de contar Maruja.
Al principio eran el Grupo de Danzas de Alicante, hasta que decidieron ponerse un nombre: Grupo Postiguet. La proyección del grupo fue cada vez más grande, arrancando desde el municipio hasta acabar subiéndose al avión. «De vez en cuando nos salía alguna actuación por los pueblos de la provincia. Lo más habitual era que fuéramos a las residencias de ancianos y a los festivales de Hogueras, aunque una vez incluso acudimos al programa de Gente Joven de Televisión Española».
El salto al nivel internacional fue un encuentro con la suerte teniendo el talento en la mano. El grupo iba frecuentemente al Hotel Castilla a bailar para los extranjeros que venían a disfrutar de la Playa de San Juan. Tras una de estas actuaciones una de las asistentes debió acabar fascinada, y un tiempo más tarde Maruja recibió una llamada. «Era el director del hotel. Me dijo que una señora francesa se había fijado en nosotros y quería invitarnos a un festival de folclore que organizaba su país». De esta forma, el Grupo Postiguet, que aceptó la invitación sin pensarlo, se introducía en el Festival Internacional de Folclore que se celebra cada dos años y que ha llevado a los danzantes y a los músicos de la rondalla que forman el grupo a viajar a países como Austria, Italia, Hungría o Rumanía, entre otros.
La evolución del grupo viene de la mano del esfuerzo en la investigación. «Hay un trabajo de campo que ha hecho posible recopilar todas las partituras que tenemos», cuenta María Pepa Poveda, directora de la rondalla. Antiguamente, era un músico junto a una danzadora quienes iban por los pueblos a escuchar piezas nuevas: él transcribía la partitura y ella aprendía los pasos.
Ahora Internet forma parte de una variación del sistema de recopilación de bailes, aunque la visita de pueblo a pueblo no ha dejado de existir. «Nos enteramos de que algún pueblo sabe una jotica o una malagueña nueva, y les preguntamos si les importa enseñárnosla a cambio de que nosotros les enseñemos alguna otra», añade Maruja. Así, compartiendo pasos, es como han logrado un repertorio de alrededor de 40 o 50 bailes provenientes de toda la provincia.
Ahora Postiguet cumple cuarenta años de vida entre bandurrias, laúdes, panderos, sonajas, trajes de pescadora y de labradora, y vestimentas del siglo XVIII y XIX. Cuarenta años de Fandango de Xixona, Jota Maja de Castalla, Bolero de Carlet, Malagueña de Onil y muchas otras melodías. Un aniversario que se celebra, como cada año, entre festivales benéficos, rondas nocturnas navideñas por el centro de la ciudad y la tradicional Dansà que cada nueve de octubre se deja ver por el Paseo de la Explanada.
