Cristina Mansilla puso su apellido en primer lugar a su hijo en el año 2011. Pese a que la ley ya lo permitía (la que ha entrado en vigor en junio obliga a que los padres a decir expresamente el orden de los apellidos en la solicitud de inscripción en el Registro Civil), fue bien informada al Registro, y armada de paciencia para conseguirlo.

¿Se topó con alguna dificultad al ir a inscribir a su hijo?

Me costó lo mío. Mucho. Es realmente difícil hacer valer este derecho en muchos registros civiles. En mi caso fue como una película de Berlanga. Guardo la anécdota para contarla a mis hijos cuando hablemos de este asunto. Pero varias parejas antes que nosotros fueron «desinformadas» por el registro civil de mi localidad, convenciéndolas de que, o bien era imposible colocar primero el apellido de la madre, o bien de que los trámites eran interminables. Todo mentiras machistas, de funcionarios que aún miran a las mujeres como seres caprichosos y envidiosos. «¿Sabe usted que si elige este orden en los apellidos, y más adelante tienen otro hijo, no podrá inscribirlo con el apellido del padre primero?» «¿Esta advertencia se la hace usted a quien viene a inscribir a un niño con el apellido del padre primero?» No, claro, poner el apellido paterno primero es «lo que toca», y lo que toca es lo que hace la gente cabal. Lo demás son caprichos y ganas de llamar la atención.

¿Se informó de cómo estaba la ley?

Tuve que mover este tema dos meses antes del parto e ir muy muy bien informada y documentada, tener paciencia e insistir. Si en vez de eso hubiera ido directamente a inscribir al bebé, cuatro días después del parto, cansada, con un bebé llorando, después de hacer cola, y con doce puntos en la barriga, a lo mejor hubiera hecho lo que la mayoría antes: desistir.

¿Por qué decidió poner a su hijo primero su apellido y luego el de su pareja?

Principalmente porque mi apellido es poco frecuente y el del padre lo es mucho. Además, porque me gusta poner mi granito de arena para equilibrar la balanza de la desigualdad de género: cedí la mitad de mi permiso de maternidad al padre, puse mi apellido en primer lugar, freno mis instintivasganas de fregar los platos para que mis hijos vean cómo su padre también puede hacerlo...

¿Fue una decisión consensuada por los dos?

Sí, no hubo la menor discrepancia.

¿En la familia o amigos encontraron alguna reticencia o enfado al tomar esta decisión?

A quien creímos que le molestaría, no se lo mencionamos. Aún no lo saben, somos muy discretos, jeje. A quienes lo comunicamos sólo manifestaron sorpresa.