«Vecinos hartos y avergonzados de vivir con ruidos hasta el amanecer; meadas; restos de botellón; macetas rotas; fachadas deterioradas». Éstas son solo algunas de las quejas que empapelan el Casco Antiguo de Alicante. Los vecinos sacan su protesta a la calle y cualquier sitio es bueno para exponer su malestar, desde las fachadas y muros a los árboles y las rejas de las ventanas, a la vista del turismo, para que todos sean conscientes del malestar en el Barrio a consecuencia del botellón.

Es el vecindario de la calle Toledo y del entorno de la plaza del Carmen el que más exterioriza su desencanto, con carteles de producción propia. Algunos amables, recordando su derecho al descanso e incluso rogando a bajar el tono de voz en la calle para facilitar la convivencia y el respeto al descanso nocturno de los vecinos. Otros más tajantes dirigidos a los dueños de mascotas preguntándoles si no les da vergüenza dejar los excrementos en el suelo. Pero todos con mensajes reivindicativos, en los que proponen soluciones: civismo, policía y multas, calles cerradas con rejas por las noches y, por último, «amenazan» con mudarse a vivir a otro punto de Alicante. Lo que prueba hasta qué punto está llegando su desesperación.

Porque los vecinos afirman que todo sigue igual en el Casco Antiguo. «Acaban de limpiar los alrededores de la Torre de la Pólvora, en la plaza del Puente, que estaban llenos de botellas y suciedad por el botellón», aseguraba ayer Silvia Pardo, presidenta de la asociación Laderas del Benacantil.« La Policía apenas patrulla por las zonas del botellón y, en cuanto se dan la vuelta, la gente regresa. Los viernes el perfil de chavales es muy joven y violento y no podemos ni decirles nada, ni contar con la Policía», asegura Pardo.

Otra queja afecta al ruido excesivo y al alargamiento del horario de cierre de los pubs, algo que achacan a la supresión por parte de la Concejalía de Seguridad de la brigada de veladores. «Desde que el alcalde suprimió la brigada encargada de supervisar cierres y licencias parece que todo vale y los vecinos estamos desesperados. Algunos establecimientos todavía funcionan a las cinco de la madrugada, y las mesas del exterior están a esa hora sin recoger. Esto es un auténtico desmadre en una zona residencial de la ciudad como cualquier otra», afirman.

Asimismo, echan de menos que la Policía Nacional apoye a los agentes de la Policía Local. No los han visto por el Barrio, «a pesar de que el concejal de Seguridad prometió pedirles ayuda».

En opinión de los vecinos del Casco Antiguo, el alcalde, el socialista Gabriel Echávarri, y el área de Seguridad sólo apoyan el ocio descontrolado. Es tal el malestar que los vecinos recurrieron al Síndic de Greuges, quien instó al Ayuntamiento a que siga adoptando las medidas de prevención, reducción y corrección previstas en la ley para eliminar al máximo las molestias generadas por la práctica del botellón.