El futuro del tripartito de Alicante continúa rodeado de hermetismo. La concejala de Guanyar Julia Angulo se negó ayer a concretar los detalles exactos de la llamada que el pasado viernes realizó al alcalde de Alicante, el socialista Gabriel Echávarri, pocas horas después de que una juez decidiera citar a declarar al munícipe como investigado por el caso del fraccionamiento de Comercio. A las reiteradas preguntas de este periódico, Angulo se limitó a contestar que «la única voz de Guanyar es la de su asamblea y no estoy autorizada a decir nada si no es por medio del departamento de prensa» de esta fuerza política.

En medio de la tormenta política provocada por la citada decisión judicial, Angulo llamó aquel viernes al alcalde para ofrecerle un pacto de no agresión sin que se concretara a cambio de qué, toda vez que Echávarri se negó a proseguir la conversación. No obstante, fuentes de alcaldía entendieron que con esa llamada Guanyar quería asegurarse que el departamento de Urbanismo, sobre el que ahora mismo gira gran parte de la agitada vida del tripartito, continuara en manos del líder de esa coalición, Miguel Ángel Pavón. Ayer, sin embargo, Angulo no quiso aclarar ese extremo.

De cualquier modo, Guanyar parece seguir estrategias diferentes a la hora de afrontar la crisis. El pasado domingo, el propio Pavón negó que hubiera pretendido abrir una negociación con Echávarri sobre su posible dimisión o sobre el mantenimiento de las competencias de Urbanismo «que ostentamos en virtud del pacto de gobierno». El portavoz de Guanyar fue incluso más lejos y, en una prueba más de las tensiones en el seno del tripartito, aseguró que «fue el alcalde el que amenazó a Guanyar en el caso de que pidiéramos su dimisión». Finalmente tanto esta coalición como Compromís pidieron aquel frenético viernes a Echávarri que renunciara a la vara de mando.