La Policía localizó restos de ADN en uno los casquillos de los dos proyectiles que acabaron con la vida de María del Carmen Martínez que no coincide ni con el de Miguel López, uno de sus yernos y el único detenido por el asesinato, ni con el hallado en la mano izquierda de la víctima, que tampoco pertenece al sospechoso. En ambos casos se trata de varones.

Este dato, que introduce un nuevo elemento en una investigación dirigida desde la Comisaría a cuyo frente se encuentra Alfonso Cid y cada vez más cuestionada, aparece recogido en un informe del Laboratorio Territorial de Biología-ADN de la Brigada Provincial de Policía Científica de la Jefatura Superior de Policía de la Comunidad fechado el pasado 23 de mayo, pero del que las partes no han tenido conocimiento hasta los últimos días de agosto, cuando se remitió al juzgado de Instrucción número 7 de Alicante que investiga esta muerte.

Descartado que los restos correspondan al único detenido como autor material e intelectual del crimen de la viuda del expresidente de la CAM, no hay constancia de que en este tiempo se haya acordado alguna diligencia que permita identificar a quién pueden pertenecer. El cotejo con el ADN de todas las personas que se encontraban en el escenario del crimen la tarde en que María del Carmen fue tiroteada (el 9 de diciembre del años pasado) hubiera permitido, al menos, descartar su pertenencia a alguno de los presentes que en un descuido hubiera podido tocar las vainas.

Cuatro muestras

Cuatro muestras recogidas el día del crimen en Novocar, el establecimiento familiar de automoción donde se perpetró, fueron las remitidas a Valencia para su análisis: las tomadas de las dos vainas (ambas halladas en la parte izquierda del vehículo en que la víctima fue tiroteada), otra de la manilla de la puerta y una cuarta de un mando a distancia con dos llaves localizado en el interior del coche. Además de las muestras de María del Carmen y de Miguel López para su cotejo.

El informe del laboratorio constata que en la manilla de la puerta del Porsche Cayenne y en el mando a distancia únicamente se localizó ADN (además de sangre) de la víctima, que el hallado en una de la vainas no es concluyente pero que en la otra, aún cuando tampoco es concluyente, «se ha obtenido un halotipo parcial CrY».

Cotejo

Tras el cotejo del ADN encontrado con la muestra del de María del Carmen Martínez y del de su yerno, el halotipo (un conjunto de variaciones del ADN que tienden a ser heredadas juntas) permite afirmar que el del casquillo no pertenece a Miguel López. Pero que tampoco tiene coincidencias con el localizado en el mano izquierda de la víctima. Lo único que tienen en común ambos es que son de varones y que no se sabe a quiénes pertenecen.

En el informe también se precisa que ese halotipo sólo se hereda por vía paterna, con lo que, explica, «todos los individuos varones relacionados por vía paterna compartirían el mismo». Es decir, que ese ADN excluye de haber tocado la vaina tanto a Miguel López como a sus dos hijos mayores, ambos varones.

Entre la documentación remitida desde Laboratorio Territorial de Biología-ADN de la Jefatura Superior de Policía de la Comunidad, de la que se ha dado traslado a las partes, no figura el informe detallado del análisis del ADN localizado en la mano izquierda de la fallecida, que tampoco es coincidente con el de su yerno. Un hecho que el abogado de Miguel López ya ha puesto en conocimiento del magistrado José Luis de la Fuente.

De María del Carmen Martínez se enviaron para su análisis muestras tomadas de ambos manos, del cuello y de las uñas, sin que el análisis forense que se realizó cuando se le practicó la autopsia aportara otro dato relevante que no fuera el ADN localizado en su mano izquierda. La ausencia de restos concluyentes bajo las uñas llevó a descartar que se hubiera producido algún forcejeo, que María del Carmen hubiera tenido la oportunidad de defenderse de su asesino.

La instrucción del caso continúa pendiente de los datos solicitados al operador de una tarjeta prepago que Miguel López compró unos días después de una tumultuosa junta de socios por el control del entramado empresarial familiar y del contenido del ordenador de su ordenador. Unas diligencias que se acordaron hace meses y que la acusación particular que representa al hijo mayor de la fallecida acaba de volver a reclamar.