Pregunta: Nacido en Hernani el 17 de mayo de 1938.

Respuesta: Crecí en Hernani, al interior de una familia creyente. Pertenecí a una parroquia, en la que tuve oportunidad de atender a servicios organizados para niños y jóvenes. Fui monitor y participé en actividades sociales con niños, visitando enfermos, organizando actividades lúdicas.

P: ¿Cómo le fue hasta los 40?

R: Entre los 18 y los 23 trabajé en un banco. A los 24 me incorporé en la Sociedad de los Misioneros de África. Me ordené en Junio del 70, a los 33 años, y, en ese instante, comenzó mi trabajo en Tanzania.

P: Llega un momento en el que decide ser misionero. ¿Qué le conduce a ello?

R: Al principio pensé en prestar un servicio como misionero seglar. En aquella época no existían aún las ONGs. Sabía que tenía que ser en África.

P: ¿Por qué?

R: A la muerte de mi padre, me separé algo del ambiente de los amigos, y crecía con más fuerza lo del servicio en África. De ahí las preguntas que me hacía: ¿2 años? ¿4? ¿Toda la vida?

P: ¿Qué decantó la balanza?

R: Por aquel entonces tuve una vivencia muy personal de la presencia de Dios. Entonces, cobró fuerza la idea de un servicio de por vida. Entré en contacto con las Sociedad de Misioneros de África. Y en ella sigo.

P: 45 años de labor humanitaria en el continente africano. ¿Qué le dice ese dato?

R: Estos 45 años son los que han hecho de mí lo que hoy soy. Y de ello estoy agradecido a Dios, a la población africana que ha contribuido a ello. Más que una labor humanitaria…

P: ¿Cómo lo ve?

R: Ha sido una vida compartida con diferentes comunidades cristianas y otras en las que cada uno iba ofreciendo lo que tenía, lo que era y recibiendo lo que se le ofrecía. Un intercambio de vivencias, ilusiones, visiones, que me han ayudado a ser lo que soy hoy. Y de lo que estoy muy agradecido.

P: ¿Qué sensación le dejó la etapa de Senegal?

R: Me imagino que se refiere a Tanzania, donde estuve 20 años. Nunca he estado en Senegal.

P: Ah, perdón.

R: Los tanzanos me acogieron, me abrieron su cultura, idioma… Sus casas, huertas y calles han sido los lugares donde mi fe y mi humanidad han crecido y tomado forma. Como he comentado en alguna ocasión: sus casas eran museos de pobreza y miseria, y templos de dignidad. Vacías de contenido material, llenas de Dios, dignidad, acogida, risa y armonía.

P: Su proyecto por los huérfanos y ancianos de Etiopía atiende a centenares de personas.

R: En estos momentos, dada la falta de apoyo económico apoyamos a unos 500 huérfanos. Hace unos años llegamos a atender a 1.300.

P: En Wukro, de las zonas más pobres de la región norteña del Tigray, los ciudadanos se han implicado en la gestión social. ¿Qué le parece la experiencia?

R: Wukro y su parte rural para su cosecha dependen de las lluvias de Julio y Agosto, y de sus pequeños terrenos. Por bien que llueva, la cosecha no alimenta a la familia más de 6 meses. Las sequías son frecuentes. El Gobierno ofrece comida por trabajo, también nosotros, con algunos proyectos ayudamos con microcréditos, pozos de agua, reforestación, rehabilitación de torrentes, construcción de embalses. . . Los que consiguen agua para regar los huertos durante los 10 meses de sequía, pueden llegar a abarcar 3 cosechas.

P: Aha.

R: En esas condiciones hay personas que hacen trabajos voluntarios, ayudan a los más necesitados, prestan servicios de vigilancia. . . Hay una sociedad civil que inspira, anima y controla el trabajo de los políticos.

P: El hambre, la sequía, el sida y la tuberculosis. ¿Se van superando estas dificultades?

R: Las cuestiones de hambrunas, tuberculosis y sida conllevan una infraestructura que está por encima del presupuesto de la Administración Local y Regional. Hay pequeños avances, pero la solución depende del Sistema Económico Global, que juega a favor del mundo de los enriquecidos contra el de los empobrecidos. La economía etíope va superándose, pero no lo suficiente para apoyar económicamente a una población que supera los 100 millones de habitantes.

P: ¿Qué le aportan los africanos?

R: Los tanzanos y etíopes me han enseñado que, para ser feliz, no hace falta tener. Que una visita, en la que se comparte lo poco que hay, es siempre una bendición. Que Dios es parte del aire, el sol, las flores… Todo lo anima, revitaliza. De él dependemos. Que la sonrisa es fresca y natural.

P: ¿Cuál va a ser su hilo conductor en la conferencia del 29 de septiembre en Alicante?

R: Me gustaría que fuera el público el que, con sus preguntas, orientara el espíritu del encuentro. Pondré el voluntariado en el contexto global de la economía. Como han dicho algunos santos: lo que a mí me sobra, pertenece al pobre. Que si robo un par de zapatos a un pobre soy un ladrón y que también lo soy si tengo zapatos que no uso y no se los doy al pobre. Y esto es también la enseñanza de otros santos de la Iglesia.

P: En Octubre le invisten Doctor Honoris Causa por la Universitat de Lleida. ¿Se notan las ayudas desde el exterior?

R: Desde la crisis económica española, la ayuda del exterior ha disminuido. Sigue disminuyendo. Tenemos dificultades para hacernos cargo de los huérfanos y ancianos.

P: ¿En su proyecto vendrían bien voluntarios españoles?

R: Apoyo de los voluntarios. En general, se trata de personas que vienen con un plus, con una actitud buena, de cercanía, de echar una mano en lo que sea. Eso es siempre bueno. Si tienen una profesión la pueden desarrollar, según circunstancias. Lo que más apreciamos es la experiencia que, muchos de ellos, llegan a tener allí. Algo que las personas de allí nos ofrecen, sin saber que lo están ofreciendo.

P: Vaya.

R: Muchas veces, el mayor apoyo que se recibe de los voluntarios, es el que, una vez vueltos a sus casas, comienzan a organizar actividades a favor de nuestro trabajo.

P: ¿Cuál es el sentido de la vida?

R: Jesús nos dice, “lo que has recibido gratis, dalo gratis”. No me pertenezco. Pertenezco a los demás. Soy para los demás. Como lo fue Jesús.