La división vecinal en una urbanización de Vistahermosa sobre el uso del burkini en su piscina ha evidenciado que la polémica por la utilización de esa prenda está lejos de haber acabado. Los vecinos, en una junta extraordinaria a finales de agosto, decidieron no autorizar el uso de esta prenda en la piscina con 30 votos a favor, ocho en contra y cuatro abstenciones, lo que ha generado la indignación de parte de los miembros que amenazan con impugnar esta decisión ante los tribunales al considerarla xenófoba. En la misma junta también se prohibió el baño con ropa de calle o de deporte y sí se aprobó la práctica del toples en la piscina.

La polémica surgió a raíz de que el pasado 16 de agosto el presidente de la comunidad de vecinos instara a una mujer musulmana que se estaba bañando con sus hijos vestida con un burkini, a salir del agua. El burkini es un traje de baño especialmente diseñado para mujeres musulmanas formado por capucha, pantalones largos y vestido de manga larga y que solo deja al descubierto la cara, las manos y los pies.

Al día siguiente se publicó un bando en la comunidad prohibiendo el baño con burkini, una decisión que otros vecinos consideraron ilegal porque esta cuestión no figuraba entre las normas vecinales, por lo que se decidió llevar el tema a una junta extraordinaria que se celebró el 23 de agosto.

Tal como figura en el acta de la reunión, la junta se convocó «para solventar la polémica surgida en el complejo inmobiliario en relación con el uso de determinadas prendas durante el baño», añadiéndose que «con el debido respeto a todas las ideologías y creencias y dejando constancia expresa de que no hay relación de ningún tipo entre las prendas cuestionadas» se sometió a votación la autorización de la junta para utilizar durante el baño burkini, ropa interior debajo del bañador, trajes de neopreno, ropa de vestir y deporte y práctica del topless.

Antes de la votación, y durante el debate vecinal previo, un propietario, según se refleja en el acta, opinó que no era una cuestión que se pudiera tratar en la junta porque el uso o no de burkini «se trata de una cuestión que afecta a derechos fundamentales de la persona».

También se pusieron en común diferentes posturas sobre la utilización del burkini como prenda de baño, la necesidad de salvaguardar la higiene del agua o la simbología de esta prenda como expresión del sometimiento de la mujer por razón de sexo». Finalmente se decidió no autorizar el uso del burkini durante el baño con 8 votos en contra de la prohibición, 30 a favor y 4 abstenciones.

También se decidió prohibir el uso de ropa interior debajo del bañador por unanimidad así como el baño en ropa de vestir y deporte. Por contra, sí se decidió permitir el uso de trajes de neopreno en la piscina y la práctica del topless, en este caso con 17 votos a favor, 13 en contra y 7 abstenciones.

Lejos de saldar la polémica, la decisión ha provocado la indignación de un grupo de vecinos de la urbanización que consideran que la medida es xenófoba y plantean impugnarla. Antonio Aledo, uno de estos vecinos, cree que las razones que se dieron para prohibir el burkini (como que esta prenda, como otras de vestir, podía resultar antihigiénica) «simplemente trataban de esconder lo que es un acto xenófobo».

Según ha indicado Antonio Aledo a este diario, «varias vecinas y vecinos se han manifestado en contra y han apoyado públicamente a esta mujer en lo que consideramos que es un acto xenófobo, rancio, casposo, machista e ilegal». Según indica este vecino, la mujer musulmana afectada «es norteamericana y alquiló un apartamento en mi urbanización en verano. En la Junta Extraordinaria, ella participó. Mostró su traje de baño y señaló que en su urbanización en Washington nadie le increpa ni le prohíbe que se bañe con ese bañador».

Este sector de los vecinos cree que «este hecho refleja no solo el comportamiento de una minoría de vecinos sino algo más generalizado. Una corriente profunda que siempre está fluyendo en las sociedades democráticas y que empuja por salir y controlar la vida cotidiana y la libertad individual (entre esos recortes, decidir quién se puede bañar o no en la piscina, porque de eso se trataba, no del burkini dichoso, sino a quién le permitimos bañarse)», para añadir que «duele especialmente el ejemplo que se les da a los niños y adolescentes de mi urbanización, cuando la falta de respeto y el miedo al otro se convierten en norma aprobada en una Junta de Vecinos».

Por contra, uno de los vecinos que aprobó la prohibición considera que esta prenda «es un claro ejemplo de la opresión y el machismo hacia la mujer y no debemos apoyarlo». Igualmente, una vecina en la junta defendió su voto en contra del burkini indicando que «lo que debe darnos vergüenza es que una mujer se vea obligada a vestirse así para poder bañarse en sus vacaciones».