A falta de unos días para finalizar el verano 2017, la provincia de Alicante ha sufrido un 20% menos de incendios que el año anterior, que han ocasionado una tercera parte de hectáreas quemadas con respecto a 2016. Este descenso no mejora únicamente los datos registrados el verano pasado, si no que permiten a la provincia alcanzar una de las mejores cifras a la baja obtenidas en los últimos tiempos en este triste ránking de incendios forestales. Los 55 incendios que lleva la provincia registrados hasta el 31 de agosto, que han calcinado únicamente 34,57 hectáreas, entre superficie rasa y arboleda, es el mejor resultado de los últimos años por estas fechas, y hace pensar que, a final de año, estaremos muy por debajo de balances tan negativos como los que se dieron en 2007, 2009, 2014 y, sobre todo, en 2012.

Al mismo tiempo, Alicante es la única de las tres provincias de la Comunidad Valenciana donde se ha registrado un descenso en el número de incendios, ya que Castellón y Valencia llevan contabilizados una cantidad de ligeramente superior (Castellón 45 frente a 39 de 2016, y Valencia 162 frente a 157). En cambio, sí que existe una mejora muy considerable a nivel global el número de hectáreas afectadas, ya que Castellón ha pasado de 1.565,32 en agosto de 2016 a 1.147,68 este año, y Valencia de 3.949,12 a 115,37. En su conjunto, la Comunidad Valenciana perdió 5.600,09 hectáreas hasta agosto de 2016 y en lo que va de año se han calcinado 1.297,62 hectáreas, según datos facilitados por el Servicio de Prevención de Incendios Forestales de la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural.

En lo que va de año 2017, la media de incendios es de unos siete siniestros mensuales, baremo que no se hubiera alcanzado si en mayo, con 15 incendios, y en julio, con 10, no se hubiera declarado esa cifra de fuegos. A pesar de las elevadas temperaturas alcanzadas desde junio -lo que ha supuesto que la alarma de riesgo alto o máximo de incendios haya estado presente en el 64 % de los días de verano-, en junio se dieron 9 siniestros, en julio 10 y en agosto, 6. Este verano, hasta la fecha, no ha habido que lamentar ningún incendio catastrófico como en ocasiones anteriores.

Si hacemos un poco de memoria en cuanto a tragedias ambientales, en la parte más negativa están los incendios que acabaron con 545 hectáreas del Parque Natural de Mariola, entre los términos de Alcoy y Cocentaina, en julio de 2012; o ese mismo año, en agosto, el devastador incendio que acabó con 600 hectáreas de arbolado de Penáguila, Benifallim y la Torre de les Maçanes, y lo que es más importante, con la vida de dos personas, el agente medioambiental Ernesto Aparicio y el brigadista Emilio Abargues. En septiembre de 2014, ardieron 444 hectáreas de El Montgó, en la zona del Cabo Sant Antoni, entre Dénia y Xàbia. En mayo de 2015, el fuego devastó 1.175 hectáreas en la Vall d'Ebo. Y hace poco más de un año, en septiembre 2016, el doble incendio que en los mismos días afectaron por un lado a Bolulla y la Sierra de Bèrnia, y por otro a Xàbia y Benitatxell, y que dañó uno de los mejores enclaves paisajísticos de la Costa Blanca, como es La Granadella, calcinó un total de 1.400 hectáreas. Del verde al negro en unas horas de infausto recuerdo.

Malas experiencias

Si el final del verano y el otoño se mantienen en esta misma línea de reducción de incendios forestales, todo apunta a que el año 2017 sea uno de los menos dañinos para la provincia de Alicante en el último decenio. Desgraciadamente, las malas experiencias del pasado obligan a ser cauto, pero hasta el momento, Alicante está lejos de volver a acabar con 95 incendios y 1.268,66 hectáreas arrasadas como en 2016.

En toda la Comunidad Valencia, si atendemos a los valores acumulados a 31 de agosto, dejando a un lado el funesto 2012, que con 416 incendios y 52.896,50 hectáreas copa el deshonroso primer puesto en el escalafón, los peores años han sido 2007 (con 331 incendios y 8.202,18 hectáreas quemadas), 2009 (con 348 y 2.845,80), 2014 (con 415 y 1.307,39) y 2016 (con 265 y 5.599,97). En 2017 las cifras oscilan por unos márgenes de incendios elevados, aunque, por el contrario, sí está siendo mucho menor la cantidad de hectáreas quemadas.

Causas del descenso

Este descenso en el número de incendios ha sido calificado de forma positiva por la consellera de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural, Elena Cebrián, quien ha destacado, teniendo en cuenta que no ha acabado la temporada de mayor riesgo de incendios, «de manera genérica, el balance provisional es alentador. Ha habido muchos conatos y pequeños incendios, pero menos que en años anteriores, y la superficie afectada ha sido inferior, sobre todo en la provincia de Alicante». En cualquier caso, la consellera Cebrián ha asegurado a este diario: «Pero no somos complacientes con estos datos, que nos impulsan a seguir adelante con las medidas de prevención. No podemos bajar la guardia, la política de prevención es una política que debe aplicarse todo el año, un trabajo discreto pero continuado».

La integrante del Consell ha destacado la que «la coordinación entre los servicios de vigilancia, que dependen de la Conselleria y se han reforzado, y los de extinción, que dependen de Presidencia, ha permitido atajar el fuego en el primer momento, en la primera o primeras horas. También, que este año hemos reforzado la campaña de divulgación, tanto en los medios de comunicación -a los que se les agradece su colaboración en Stopalfoc- como en las actividades desarrolladas por la Consellería. De manera especial, las charlas en la interfaz urbano-forestal, dirigidas a vecinos y residentes de urbanizaciones. Todo ese trabajo de divulgación, la mayor concienciación de la población, así como las actuaciones en el monte, sobre todo para paliar los efectos de los temporales de invierno, contribuye al descenso del número global de incendios y la superficie afectada, si bien la situación es desigual por provincias».

Para Elena Cebrián confluyen diversos factores, «algunos difíciles de controlar, pero sin duda está presente una de las máximas de nuestra política de prevención: lo primero, ir a las causas humanas del fuego. Hay que incidir en la reducción de los comportamientos de riesgo, empezando por el control de las quemas agrícolas, una prohibición que adelantamos a junio, junto a la concienciación en general de todas las personas, usuarios de espacios protegidos, de espacios públicos o de superficie forestal».