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Alicante se come el mundo

La globalización, la afición por viajar y la mejora en las exportaciones han traído a la ciudad cocinas de todos los continentes

Especialidades de Vietnam y a la derecha, Baobab, un restaurante que ha abierto en la zona de la Condomina especializado en comida africana. jose navarro/rafa arjones

Grecia, Vietnam, Tailandia, Perú, Venezuela, India... la oferta gastronómica en Alicante ha cruzado fronteras en los últimos años, impulsada por el tirón de un sector que ha esquivado mejor la crisis que otros y por la creciente afición de la gente a viajar a cualquier rincón del mundo. El cerdo agridulce, el kebab o los rollitos de primavera ya no bastan para saciar la curiosidad que despierta la comida de otras culturas. Los clientes buscan platos realmente autóctonos.

«La gente viaja cada vez más y se informa sobre las culturas de otros países. Ya no les puedes engañar con los platos que les sirves», señala Marina Martínez, empresaria y periodista especializada en gastronomía.

La globalización y la mejora de las comunicaciones también hace posible que cualquier producto pueda viajar de un extremo a otro del planeta en pocas horas, lo que permite encontrar cualquier fruta, verdura o especia de otros países en tiendas de Alicante.

En los años 80 fueron los restaurantes chinos los que abrieron la senda de la gastronomía internacional, pero con una carta demasiado adaptada a los gustos occidentales y coronada por especialidades que ya son un clásico: arroz tres delicias, pollo agridulce, ternera con almendras. Una cocina muy poco fiel a la auténtica gastronomía china en la que abunda la casquería y en la que no se privan de comer lengua, intestino o patas de pollo.

Treinta años después de aquellos míticos restaurantes decorados con farolillos y dragones por doquier, en la ciudad de Alicante se puede hacer un recorrido gastronómico por todos los continentes.

De Sudamérica, al margen de los ya tradicionales asadores argentinos, han aterrizado en la ciudad restaurantes peruanos en los que se pueden degustar platos como el ceviche, la causa limeña o el encocado de pescado; también locales venezolanos, que ofrecen especialidades como las arepas o el pabellón criollo y establecimientos regentados por inmigrantes colombianos, que ofrecen platos como la bandeja paisa, el sancocho o el ajiaco santafereño.

La gastronomía mexicana también se ha reciclado, de la mano de emprendedores que han puesto en marcha locales que huyen del tradicional «tex-mex» y ofrecen platos más fieles a la cocina autóctona de este país, como la cochinita pibil.

A los restaurantes chinos siguieron en Alicante hace unos años los japoneses, con el sushi como plato estrella. El siguiente paso ha sido una mayor especialización en distintas cocinas asiáticas, como la vietnamita, con la apertura de un restaurante en pleno centro en el que degustar platos como los nem o la pho dac biet, tradicional sopa de fideos y ternera. «También están empezando a verse locales que recuerdan a los tradiciones izakayas japonesas, el equivalente a los bares de tapas españoles, en los que se pueden degustar platos como los takoyakis o el ramen», explica Marina Martínez. Tailandeses, chinos en los que degustar la auténtica cocina del país o restaurantes especializados en baos, una especie de pequeño bocadillo hecho con un pan muy esponjoso, también han ampliado la oferta gastronómica alicantina. De un Oriente más cercano llegan restaurantes especializados en falafel -bolas de garbanzo fritas-, cocina libanesa o marroquís que apuestan por la cocina contemporánea sin perder sus raíces árabes.

Comer canguro, camello, cocodrilo o cebra también es posible en un restaurante australiano que ha abierto en San Vicente del Raspeig y en la zona de la Condomina funciona desde hace unos meses el primer restaurante de cocina africana de la ciudad, impulsado por dos hermanas de Costa de Marfil y en el que se cocinan especialidades como el saka saka, del Congo, un guiso a base de espinacas, berenjenas y caldo de pescado.

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