La música de dolçaina i tabalet, los pasacalles, los juegos populares y el buen sabor de una paella gigante, no faltaron ayer en el cierre de las fiestas del Raval Roig, donde la tradicional «Poalà» no dejó seco a ningún asistente. El agua fue el gran protagonista del último día de las celebraciones del barrio alicantino, donde se congregaron los festeros para lanzarse cubos de agua como manda la tradición.