Lo suyo es detectar enfermedades que están ocultas de una forma sencilla, con un simple análisis de sangre. El servicio de Análisis Clínicos del Hospital de Sant Joan ha puesto en marcha en los últimos años más de 200 estrategias para sacar el máximo beneficio a las analíticas que de manera rutinaria encargan los médicos de familia en los centros de salud.

«Nuestro objetivo es aprovechar las herramientas que ofrece la informática y el papel que el laboratorio juega en los diagnósticos para llevar a cabo cribados oportunistas para detectar distintas enfermedades», explica María Salinas, responsable del servicio de Análisis Clínicos del Hospital de Sant Joan. Algunas de estas estrategias han sido publicadas en revistas internacionales, «lo que nos sitúa como líderes a nivel mundial en este terreno», añade Salinas.

La última de las patologías en sumarse a esta cartera es el déficit de vitamina B12, «que a largo plazo puede producir demencia, daños en el DNA e incluso cáncer». Para detectar este déficit en los análisis rutinarios de sangre «buscamos primero aquellos casos de pacientes cuyos glóbulos rojos tienen un tamaño mayor al habitual».

A estas personas se les mide entonces la vitamina B12 para comprobar si está dentro de los valores habituales. En caso de detectar un déficit de esta vitamina, el tratamiento es sencillo, aunque el paciente lo debe mantener de por vida. «Basta con administrar una inyección intramuscular de esta vitamina una vez al mes».

De cada 10 pruebas que se amplían para medir la B12, los responsables del laboratorio de Sant Joan detectan un caso de anomalía con esta vitamina. «En dos años hemos detectado 80 casos, con un coste cada uno de ellos de 30 euros. Se trata de una forma sencilla y barata de aprovechar nuestra tecnología», afirma Salinas. También de ahorrar costes a Sanidad de pacientes que, sin diagnosticar, a largo plazo van a necesitar de muchas más pruebas y recursos en caso de desarrollar una demencia o un cáncer.

Este cribado de la B12 se está llevando a cabo sobre toda la población del departamento del Hospital de Sant Joan. «La enfermedad afecta en mayor medida a las personas mayores de 60 años debido a una atrofia gástrica que hace que no se absorba bien la vitamina. En personas más jóvenes está relacionada con dietas vegetarianas o veganas, ya que esta vitamina está presente en alimentos como la carne o el pescado».

En el laboratorio de Análisis Clínicos de Sant Joan se reciben diariamente más de 1.000 solicitudes de análisis de pacientes procedentes del propio hospital y de más de 20 centros de atención primaria, lo que supone realizar más de 5.000 pruebas diagnósticas al día de un catálogo de más de 300 pruebas diferentes. El 90% de estas pruebas se realizan en el mismo día de su solicitud.

Hace cinco años que el laboratorio comenzó a desarrollar este tipo de cribados oportunistas, que también incluye enfermedades tan prevalentes como la diabetes II, de la que se han detectado 70 casos. «En personas mayores de 45 años que en las analíticas presentan niveles de glucosa intermedios, los ampliamos con un análisis de la denominada hemoglobina glicosilada, para detectar casos de la enfermedad que aún no han mostrado síntomas».

Otro ejemplo es el cribado para detectar el hiperparatiroidismo primario (Hptp), una enfermedad endocrina que si no es tratada a tiempo deriva en patologías tan frecuentes como la osteoporosis, los cálculos renales o en complicaciones cardiovasculares y psiquiátricas, entre otras.

«Lo que hicimos fue añadir el calcio a todas las peticiones de analíticas de sangre que generan los médicos de familia en personas mayores de 45 años a quienes no se les ha realizado esta determinación en los tres años previos».

El coste de esta prueba es de apenas 10 céntimos y desde 2014 se han detectado 200 casos de esta dolencia, cuyo tratamiento consiste en extirpar quirúrgicamente la glándula endocrina que está afectada. El coste total de tratar a cada uno de estos pacientes es de 100 euros, frente al enorme gasto que hubiera supuesto una rotura de cadera.

Según las estimaciones de la directora del servicio de Análisis Clínicos de Sant Joan, desde 2012 han ahorrado al hospital 50.000 euros. «También ajustamos pruebas cuando no tiene mucho sentido pedirlas», explica Salinas. Por ejemplo, añade la responsable de Sant Joan «los médicos tenían por costumbre pedir dos tipos de análisis de las transaminasas a la vez, cuando se ha demostrado que con una es suficiente. Si ésta sale alterada, se pide la segunda».

Todas estas estrategias se llevan a cabo con la colaboración de Atención Primaria. «Los médicos de familia están encantados porque no les quita tiempo de sus agendas. Es un ordenador el que se encarga de determinar a qué pacientes hay que solicitar determinada analítica».