Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

«Es hora de dejar de hablar de religiones para explicar los conflictos actuales»

Profesor del CEU de Elche, es un experto en historia de la espiritualidad y trascendencia humanas

«Es hora de dejar de hablar de religiones para explicar los conflictos actuales»

¿Es la religión algo propio del atraso económico y social?

No estoy a favor de hablar de religiones en plural, como si hablásemos de «políticas» como algo donde caben los nazis y las democracias. La religión, la relación con la trascendencia y su manifestación, es uno de los fenómenos humanos más pluriformes y corremos el riesgo de ver una relación de causa efecto entre dos fenómenos que son concomitantes. Por ejemplo, podríamos pensar que el número de hijos también es causa de una peor economía para después encontrarnos con estados como Israel donde las familias ortodoxas tienen muchos hijos y un elevado compromiso religioso, y nadie piensa en él como un país pobre. Creo que hay que repensar la manera de definir el conflicto.

Se sigue considerando en Europa la relación entre protestantismo y progreso frente a catolicismo

Es la tesis de Max Weber. Estableció que fue la capacidad de los protestantes de emanciparse de las ideas católicas, como la condena a la práctica de prestar dinero, la usura, lo que les permitía progresar. Y puede que haya algo de verdad en que tener una conciencia personal sin intermediarios con Dios contribuya a asumir más riesgos y a fomentar el carácter emprendedor. Los protestantes adoptan también muchas ideas del judaísmo, como el nombre de Yahvé o la idea de que el lucro es una expresión del favor divino hacia una persona. De todas maneras, es fácil creer en la superioridad de un credo cuando el momento histórico favorece. Un musulmán del siglo XI podría pensar que su superioridad procede de su fe, o un español del siglo XVI, o un chino del XVII. Es un poco lo que hacemos con el Madrid o el Barça, diciendo que es claramente superior al otro olvidando que hace cuatro años estaba hundido, pero a escala histórica donde hablamos en siglos.

¿Cuál es la relación entre religión y violencia?

Existen grupos cuya identidad religiosa es lo nuclear y su expresión es básicamente la violencia. Ocurre en otras religiones, como en los tamil de Asia, pero mayoritariamente es algo que se da en el Islam. Dicho esto, la violencia no es algo privativo de la religión; es el estado el principal causante de violencia en el mundo. Y en algunas religiones su ausencia es obligatoria, como en el cristianismo y el budismo donde la paz es un mandamiento. Lo que es distinto es que entre las creencias y las prácticas de un pueblo haya una distancia enorme: cristianos que hagan una comprensión cabal de su fe hay muy pocos, una pequeñísima minoría, por lo que a veces hablamos de religión para referirnos al folclore. Y aquí entramos en un tema clave de la problemática actual que es el de la religión como identidad: las religiones no son ahora -y quizá nunca lo fueron- para la mayoría un camino espiritual, sino más bien un sistema cultural que aportaba una identidad.Una de las causas de que el islamismo se esté radicalizando en Europa es la propiedad que tiene como «identidad», como símbolo. Hay que entender que la civilización occidental tiene un atractivo enorme por el progreso y la riqueza que es capaz de crear. En esta modernidad líquida en la que vivimos, donde nada dura demasiado y la incertidumbre es constante, a la vez disfrutamos de un exceso de libertad. Esto genera ansiedad a quienes proceden de ella, por lo que a quienes vienen de países de ideología radical mucho más. El ser humano es un ser simbólico que necesita un relato que le organice la experiencia, y por primera vez en la historia ya no tenemos símbolos para orientarnos aparte de la ciencia y el consumo. Fuera de ellos, es muy difícil vivir. El Islam en Occidente está resimbolizando a sus hijos; les ofrece recetas sencillas contra la ansiedad. La religión se vuelve una armadura. Los occidentales se quitan la angustia con pastillas; algunos musulmanes con el salafismo.

¿Cuánto hay de vergüenza y envidia en la lucha del EI

Bastante. El Islam se sentía más seguro y era más tolerante cuando Damasco y Bagdad eran las capitales del mundo. Dejaban practicar a los cristianos en sus lugares sagrados. Pero salvo quizá en el caso de Roma, que se apropió casi por completo de la cultura griega, normalmente en la Historia el rival menos cultivado suele generar una enorme violencia contra su enemigo. Ocurrió en las cruzadas; muchos de los que iban de Europa a Jerusalén eran fanáticos que masacraban hasta a los perros en nombre de la cruz. De ellos, quienes se establecen en Medio Oriente adoptan los usos culturales y estéticos de los musulmanes: cuando percibes que los otros viven mejor y más inteligentemente se produce una seducción cultural. A lo mejor la primera generación se opone y da un golpe sobre la mesa, pero la segunda verá las cosas de otra manera y ya la tercera vivirá como ellos. Todo esto está en la prédica del EI. Tienen una tradición cultural muy potente y una gran frustración. No se hacen llamar califato por casualidad.

¿Cómo se relaciona con esta realidad un musulmán que quiere competir y ganar de manera ética y pacífica?

Esa es quizá la pregunta central de este asunto. Esta gente se encuentra con un discurso contra ellos muy fuerte construido en Occidente en el que se les acusa de no tener capacidad para entender la democracia y donde parece que prácticamente todo lo bueno viene de Occidente, desde el derecho al voto hasta la propiedad privada, cuando no es necesariamente así. Y se les pide lo mismo que al resto de religiones, que vivan la fe como algo privado. Esto es algo muy difícil para alguien criado en países musulmanes: para ellos, el estado no es más que una estructura que ayuda a cumplir mejor las exigencias de la fe; la comunidad es una hermandad cuyo vértice es la religión. Perder esto es traumático para ellos. Me da que, en el caso de España, están buscando seguir el modelo de la Iglesia católica y entrar a negociar con el estado como una minoría muy consolidada, como una especie de lobby.

Escuchar al almuecín llamar al rezo va a ser un reto para mucha gente...

Claro, el problema es que mucha gente en Europa percibe que la presencia de su cultura y sus símbolos en la calle es menor que antes. Suiza no ha tenido ningún atentado, pero celebró un referéndum para expulsar a extranjeros por delitos menores. Lo que percibían es que la presencia de sus símbolos en la calle estaba siendo transformada. Los primeros discursos de tolerancia los hicieron Locke o Voltaire sobre cómo, pese a la variedad de credos en la Bolsa de Londres, reinaba la concordia. Claro, si dos caballeros ingleses se enfadaban cada uno se iba a su casa sin más problema. El choque se da cuando se encuentran dos comunidades con niveles de renta y expectativas sobre la vida, la política o la vida familiar completamente diferentes; cuando topas con una posición vital que al expresarse niega la tuya. Caído el mito del progreso, sólo se me ocurre como desenlace un regreso a la Edad Media, con comunidades cerradas y sin comunicación. Que yo conozca, no hay propuestas filosóficas capaces de asumir la diversidad de las sociedades occidentales que, sin reducir las diferencias, sean capaces de crear concordia.

¿Ha llegado la hora de hablar de culturas y no de religiones a la hora de analizar los conflictos actuales?

Probablemente sí. Lo que se está dando es el uso de religiones para justificar hechos culturales. Quizá el camino que le queda a la religión si ha de continuar en el futuro es ser un camino espiritual y moral alejado de lo cultural y lo político, aunque no necesariamente de lo público.

¿Es tan imparable la secularización y el abandono de la religión como parece en Occidente?

Creo que hay mucha gente volviendo. En España nos lo perdimos por el nacionalcatolicismo, pero el alejamiento de la fe se produjo en Europa en los años 70. Esta competitividad tan grande no estaba en la generación de nuestros padres y la religión del progreso, con sus promesas de distribución de la renta, crecimiento ilimitado y avances científicos aún no había fallado. Ahora se parece haber optado por el ecologismo, creencias en al energía, una especie de budismo light, o el propio culto al trabajo, que no deja de ser un monacato moderno. Hay nuevos profetas como Steve Jobs o Elon Musk, se dedica mucho tiempo y esfuerzo en el gimnasio, se hacen retiros de yoga y se hace gala de un gran sacrificio pero vivido con alegría. Surgen movimientos para intentar remozar las viejas creencias, poner las cosas en orden y encontrar un lugar mejor. Esta es una aspiración muy profunda del ser humano. De hecho la estructura psicológica de la fe atea es muy parecida en patrones y símbolos a la de la religión.

Compartir el artículo

stats