La falta de agua estrangula el campo alicantino. Los cultivos tradicionales están siendo los más castigados por la sequía que asola desde hace años la provincia. Según datos de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores, Asaja, este año la superficie de cultivo de alcachofas se ha reducido hasta un 35%, respecto a las 2.135 hectáreas del año anterior.

Lo mismo ocurre con el brócoli, de 2.284 hectáreas del año pasado se ha pasado este año a unas 1.500 y la superficie dedicada a la patata «alcanzará como mucho las 500 hectáreas, frente a las 888 del año anterior», explica Eladio Aniorte, presidente de Asaja.

El cambio climático es por tanto una realidad más que palpable para los agricultores. «Los inviernos son ahora menos fríos, llueve menos tiempo y hay episodios de calor muy agobiantes. Las empresas se están yendo a plantar a otras zonas, como Albacete, porque aquí no hay agua, lo estamos pasando fatal». Según Aniorte, «en la zona de Pilar de la Horadada se están dejando secar plantaciones enteras de mandarinas porque el agua desalada es muy cara y al final no sale rentable mantener los cultivos».

Ante este panorama, en los próximos años el campo alicantino podría cambiar radicalmente su imagen, con la llegada de nuevos cultivos a los que aquí estamos poco acostumbrados, como el aguacate o el mango. Frutas que «están mejor adaptadas a las altas temperaturas y tienen muy baja exigencia en cuanto a agua, por lo que están funcionando muy bien aquí gracias a que los inviernos son muy cálidos», señala María Teresa Cháfer, directora general de Desarrollo Rural de la Conselleria de Agricultura.

Desde la Generalitat también se apuesta por potenciar variedades, dentro de los cultivos más tradicionales, que requieran menos agua y también por recuperar cultivos que habían caído en desuso en la provincia.

«Los cultivos tradicionales de la provincia, como la uva, el olivo o los frutos secos están más adaptados al calor por lo que hay que plantearse el facilitar su recuperación», explica Cháfer.

Décadas atrás estas variedades fueron paulatinamente sustituidas por otros cultivos con mayor beneficio en el mercado, «y con el paso de los años y la sequía nos hemos dado cuenta que eran cosechas mucho mejor preparadas y aptas» para el cambio climático.

Como ejemplo, la responsable de la Conselleria de Agricultura cita el caso de la uva. «En 20 años, la superficie dedicada a las viñas se ha reducido un 40% en la Comunidad Valenciana». Potenciar estos cultivos, «pero también el producto final, buscando la diferenciación, como han sabido hacer en otras zonas de España».

No obstante, para Eladio Aniorte, no se puede hablar de futuro en el campo sin abordar el problema de la falta de agua. «Nos estamos secando y los políticos no se ponen de acuerdo», lamenta el presidente de Asaja, para quien el agua desalada «es perfectamente compatible con la de los trasvases».

Sin embargo, para la responsable de la Conselleria de Agricultura, en el tema del agua, «no hay una única solución, existe un abanico de opciones, que incluye el agua depurada, la desalada o la modernización de regadíos». Respecto a la primera, «hay estudios que dicen que las depuradoras de uso doméstico pueden convertirse en una opción si se mejora la calidad del agua a utilizar».

La provincia ha dejado atrás la primavera más seca de los últimos 150 años, lo que ha vuelto a encender todas las alarmas en la provincia de Alicante de cara al abastecimiento de agua a partir del otoño, esta vez para consumo urbano, porque al cierre del trasvase Tajo-Segura se suma el que solo está garantizado el suministro hasta finales de octubre si no llueve sobre la cabecera del Tajo. Las desaladoras no pueden suplir al cien por cien la falta del trasvase.

La sequía acuciante que sufrimos y la reducción paulatina de superficie de cosecha choca con las pretensiones de la Generalitat de exigir a todas las empresas que sirvan comida en centros educativos y hospitales, y a que compren un 40% de las frutas y verduras en la Comunidad Valenciana.

Un requisito que, a juicio de Cháfer no va a ser difícil de cumplir. «Exportamos muchísimo, ahí somos muy fuertes. Lo que se plantea es que parte de esta producción que ahora se va fuera se quede aquí, ya lo hacen en otras regiones de España».