Lucía Guzmán lleva 23 años atendiendo a los clientes en el quiosco de la Plaza del Mar, trece de ellos como propietaria del mismo. Economista de formación, dice que le viene bien porque «para llevar un quiosco hay que saber un poco de todo».

¿Siguen vendiendo muchos periódicos y revistas?

Sí, estamos en un sitio muy de paso y además tenemos a nuestra clientela fija de vecinos de la zona que todos los días se llevan su periódico y sus revistas semanales o mensuales. Aunque es verdad que los jóvenes ahora solo están pendientes del móvil.

Dentro de las revistas ¿cuáles tienen más éxito?

La estrella sigue siendo sin duda el corazón. Aparte de a transeuntes, muchas señoras se la compran aquí para llevársela a la playa y ojearlas tranquilamente.

También de prensa extranjera, que no todos los quioscos tienen.

Vendemos periódicos franceses, alemanes, ingleses, belgas, italianos, holandeses y rusos. Todos nos llegan a diario salvo algunos franceses que recibimos con un día de retraso. Por aquí pasan muchísimos turistas. Muchas veces somos más una oficina de turismo, la de veces que hemos explicado cómo subir al castillo y lo que tarda el ascensor.

Y estos turistas, ¿continúan comprando postales? Ofrecen mucha variedad de estampas típicas. Igual que de flamencas y toros.

Aunque parezca mentira por las nuevas tecnologías, sí. Les encanta mandar postales de los lugares que visitan. Así que aquí ya sabemos decir la palabra sello en todos los idiomas. A los rusos les vuelven locos la flamenca, el toro y la bandera de España. Compran muchísimos souvenirs tipical spanish.

Tendrá muchas anécdotas con los turistas.

Hace poco uno nos compró una sombrilla para la playa y a los dos días vino a devolverla llena de arena diciendo que no le cabía para llevársela en el avión.

Aparte de los madrugones, ¿qué otra cosa cambiaría de su profesión?

A mí me gusta mucho estar aquí. Con el resto de vecinos como Peret o la gente de los bares cercanos ya somos como de la familia y nos ayudamos en todo lo que podemos. También conocemos a muchos de los taxistas que suelen parar aquí. Lo único que cambiaría es a la gente que sale de la zona de bares del puerto a las seis de la mañana. Se ve cada cosa. El otro día tuvimos un incidente con un grupo de borrachos que salía de allí y tuvo que llevárselos la Policía. Es horrible. Por lo demás, el sitio es estupendo.