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El ocaso de la reparación de electrodomésticos

Una clientela escasa y estacional y un repositorio de piezas caro y limitado abocan a los talleres a la mera supervivencia o al cierre

Esta tarde de agosto en plena ola de calor los escasos talleres de reparación de electrodomésticos que quedan en Alicante están casi de celebración. Las llamadas para arreglar e instalar aparatos de aire acondicionado se disparan.

El dueño de un pequeño servicio de reparación de barrio cede algunos minutos que, asegura, no le sobran. «Desde hace ocho o diez años sí parece que los aparatos duran menos, pero cada vez cierran más talleres», cuenta. La menor durabilidad de los aparatos, una tendencia que en principio debería hacer que se frotaran las manos, está acabando con su gremio. Cuenta las dificultades que encuentra un servicio de reparación como el suyo para funcionar.

«Apenas viene gente. Ahora, en cuanto se rompe la lavadora, prefieren cambiarla. Dicen que les sale más barato». Lo cierto es que los presupuestos de reparación tienen un coste prácticamente igual al de llevarse uno nuevo. «Imagina que te llevas una tele por 450 euros y se te cae nada más abrirla. Como la garantía no cubre este accidente, vienes a arreglarla aquí y te paso un presupuesto de 300 euros, más la mano de obra. Claro, te compras otra nueva», cuenta el especialista. Asegura que él no gana nada más que el trabajo manual; la casa le cobra la pantalla a ese mismo precio, 300 euros. «¿Por qué es tan cara la reparación y son tan baratos los productos nuevos? A las marcas no les interesa la posventa, sólo vender nuevo», sentencia el técnico.

El ingeniero citado en el artículo cuenta una experiencia que remacha la opinión de este pequeño empresario. «Se traían 5.000 unidades de un pequeño aparato electrónico de importación. El plan era vender 4.000 y usar el resto para reponer por si alguno daba fallos. No se traían ni piezas ni manuales para hacer reparaciones», asegura. Se asume que una quinta parte de la compra es basura. Las vacaciones de agosto hacen imposible conseguir una declaración de las patronales provincial y autonómica de este ramo.

Otra consecuencia de la moda y el usar y tirar es que se diseña para montar sin pensar en el desmontaje, y por ende, en la reparación. «Cuantos más clics, plásticos y pestañas llevan las carcasas más difíciles son de desarmar sin romper. Hay baterías que van soldadas aposta para que se tiren con el resto de la carcasa. Si en cambio los aparatos llevan tornillos, es más fácil que puedan abrirse para sacar y arreglar la parte rota», explica el ingeniero.

Desde la portavocía de Facua, Miguel Ángel Serrano pide a los legisladores que la facilidad de reparación se convierta en una obligación, así como que cualquier servicio técnico y no sólo el oficial tenga acceso a manuales y piezas «durante un tiempo y a un precio razonable». Todo para reducir el consumismo, los residuos y la venta de nuevo a toda costa.

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