Los desembarcos festeros rememoran las luchas medievales entre cristianos y piratas berberiscos, y Alicante no quería ser menos que El Campello o Villajoyosa. Desde anoche, la capital ya tiene sus moros en la costa, los que llegaron a la playa del Postiguet y batallaron contra los cristianos acampados en la arena entre disparos de arcabucería y fuegos artificiales, en un espectáculo abarrotado de público. Más de 50.000 personas tomaron la playa, el paseo y los aledaños, según datos de la Policía Local.

Según recoge el antropólogo José Fernando Domene en su obra «Las fiestas de Moros y Cristianos» Alicante celebraba algo parecido a un Desembarco en el siglo XV. «Los gremios de armadores y pescadores eran los encargados de esta representación», recuerda Emilio Carretón, presidente de la Federación de Moros y Cristianos, entidad que ha recuperado el evento que se perdió con el inicio del siglo XVIII. Anoche lucharon los Abencerrajes y Bereberes de Altozano; Reb-Alic de El Rebolledo; los Corsarios y la escuadra central de El Palamó; en una batalla que «se cobró» un festero herido leve por la pólvora en una mejilla y un ojo.

A continuación, un desfile con un millar de participantes de ocho escuadras, cinco bandas de música y dos ballets, recorrió el paseo de Gómiz, junto a la playa, donde se ha montado un zoco árabe (parking del Postiguet). Los actos terminaron con la embajada cristiana en el castillo de fiestas montado en la plaza del Ayuntamiento frente al vinilo con la imagen de la Patrona que decora la fachada consistorial. Porque el Desembarco se celebró en la víspera de la procesión de la Virgen del Remedio, hoy desde la Concatedral de San Nicolás (20 horas).