Durante casi dos décadas, el periodista alicantino que firmaba con el seudónimo de «El detective de la linterna» trabajó para El Luchador. El diario fue fundado en Alicante por varios jóvenes republicanos, entre los que se encontraban Carlos Esplá Rizo, José Alonso Mallol y los hermanos Juan, Álvaro y Fermín Botella Pérez. Su primer número salió el 18-1-1913.

La primera redacción y administración estuvieron situadas en Sagasta 45 (hoy San Francisco) y posteriormente fueron trasladadas varias veces. Durante la Guerra Civil la redacción estuvo en Pestaña (San Francisco) 55 y la administración en Cid 12.

Se imprimió durante los primeros ocho años en los talleres de los Sucesores de Viuda de Antonio Reus (Sagasta 24). A partir de 9-12-1924 se imprimió en unos talleres propios, situados en Quevedo 6. En julio de 1929 fueron inaugurados nuevos talleres y en enero de 1931 fue adquirida una máquina «lynotipe». Durante la República, los talleres estaban en Sagasta 55.

El primer director fue Juan Botella Pérez, sustituido tras su muerte (22-10-1928) por su hermano Álvaro. Con una línea editorial liberal y republicana (tenía como subtítulo «Diario Republicano»), El Luchador se convirtió durante la Dictadura de Primo de Rivera en la tribuna democrática más importante de Alicante. Fue uno de los principales periódicos alicantinos durante la Segunda República, apoyando primero al Partido Republicano Radical Socialista y después a la Izquierda Republicana de Manuel Azaña. Fue muy crítico tanto con la derecha reaccionaria como con los anarquistas y comunistas.

Continuó editándose durante la Guerra Civil (con el subtítulo «¡Viva la República!»), pero sufriendo escasez de papel y falta de financiación, menguando paulatinamente en su tirada (de 4.500 ejemplares en enero de 1937 pasó a vender apenas 2.000 en mayo de 1938). En el bombardeo del 25-5-1938 su redacción quedó destruida y, aunque volvió a salir en septiembre, hubo de cerrar definitivamente poco después.

El redactor de sucesos

El primer artículo firmado por «El detective de la linterna» que apareció en El Luchador fue el 30-12-1918. Se trataba de una noticia sobre un tugurio que había en la parte alta del bar La Giralda, sito en el paseo Méndez Núñez, conocido como Gran Peña, de donde huyó de noche un individuo con el dinero del resto de jugadores. El segundo artículo, de fecha 11-2-1919, trataba sobre la «ineptitud de la Policía»; y el tercero, del 25 del mismo mes, informaba del robo de una máquina.

Como se puede ver, el redactor que firmaba con el seudónimo de «El detective de la linterna» estaba destinado en la sección de sucesos del periódico. Pero, a diferencia del resto de sus colegas, contaba las noticias de manera novelada, como si ejerciera una investigación paralela a la de la Policía, describiendo y visitando los lugares donde habían ocurrido los hechos, y plasmando en forma de diálogos sus entrevistas con las personas implicadas. Tenía acceso, según contaba, a las salas de autopsias, donde examinaba los cadáveres en compañía de los médicos forenses, y entre sus lecturas preferidas estaban las Memorias de Mr. Goron, el jefe Superior de Policía de París, de quien había copiado el axioma «el criminal deja siempre tarjeta en el lugar del suceso».

A lo largo de los años, informó a los lectores de El Luchador de numerosos casos que, en su momento, generaron gran expectación. Como el del asesinato de una niña de Sella, Pepa Rosa Monerris Soler, del que escribió al menos una decena de artículos entre el 28 de abril y el 9 de junio de 1919. El 6 de mayo un compañero contaba que, estando enfermo «El detective de la linterna», recibía en su casa visitas que le informaban sobre el caso; y el 24-7-1920, el diario se quejaba de que un colega «saca ahora a colación lo del asesinato de la niña Pepa Rosa y cuando estaba en auge el proceso nadie ayudó al Detective de la Linterna». Todavía el 20-7-1921 publicaba noticias sobre este suceso, bajo el título «Epílogo de una Campaña».

También fue muy seguido por los alicantinos el caso del asesinato de otra niña, Carmencita Mendivil, en San Vicente del Raspeig, en 1924. «El detective de la linterna» le dedicó un artículo diario desde el 10 de octubre al 6 de noviembre, algunos ocupando tres de las cuatro páginas del periódico; y siguió con atención el juicio celebrado en junio de 1926.

Y el de la desaparición de la joven Vicenta Torregrosa en la llamada Casa de la Muerte, en Bacarot, en septiembre de 1927, cuyo misterio quedó resuelto felizmente en marzo de 1928.

Y el de la recién nacida que tenía dos madres, una «historia que parece novela» a la que le dedicó artículos diarios entre el 19 y el 23 de diciembre de 1927.

Y el del pistolero Inocencio Feced, de cuyas andanzas en Alicante escribió una serie a finales de mayo de 1931.

Y el del asesinato del enfermero Juanito Soler, cuyo cadáver apareció detrás de la Fábrica de Tabacos, en junio de 1935.

Entre medias se encargó de informar de otros muchos sucesos, como el juicio celebrado entre el 23 de mayo y el 2 de julio de 1930, por falsificación de billetes y timbres; o la mortal explosión de la pirotecnia clandestina que Vicente Jornet tenía en su casa de las Carolinas, en junio de 1934; o el desahucio de una mujer pobre y enferma cerca de la redacción del periódico, en agosto de 1935.

Otras noticias

Pero no solo de sucesos escribió «El detective de la linterna» en El Luchador. Algunos ejemplos:

En julio de 1919 fue enviado a Barcelona para cubrir la Semana Municipal, que consideró una pérdida de tiempo.

En mayo de 1921 visitó Tibi, tras escribir un artículo en el que calificaba de cacique al cura del pueblo. Un corresponsal escribió el día 28 sobre esta visita: «Solo la aparición misteriosa de "El detective de la linterna" en estos lares, ha producido cierta inquietud al señor cura y vicario: temen quizás que ese "Detective" no sea tal, sino el mismísimo diablo».

En octubre de 1921 fue a Alcoy, para cubrir una asamblea en la que se debatió sobre el grave problema de suministro eléctrico que padecía esta ciudad.

En diciembre de 1925 realizó una entrevista en Madrid al diputado Marcelino Domingo, principal impulsor de la propuesta de autonomía para Cataluña.

En noviembre de 1928 abordó en un tranvía al concejal encargado de la municipalización de las aguas en Alicante, publicando la improvisada entrevista el día 21.

En mayo de 1931 entrevistó a sor Mariana, una monja agustina exclaustrada.

El 18-2-1936 publicó un artículo dedicado al pistolerismo de las juventudes de la Derecha Regional Agraria.

Y el 10-2-1937, en la Guerra Civil, El Luchador informó: «Este mediodía, nuestro camarada "El Detective de la Linterna" ha tenido noticias de que se hallaban en Alicante unos evacuados de Málaga. Seguidamente se ha dedicado a la búsqueda de los mismos?».

¿Cómo se llamaba?

Pero, ¿quién era «El detective de la linterna»?, ¿cómo se llamaba realmente? Otros redactores y colaboradores de este diario firmaron también con seudónimos, pero se conocen sus verdaderos nombres: «Stick» ( Casimiro de la Viña), «Epecé» ( Enrique Picó), «P.P.» (José Agulló), «El de tanda» ( Fermín Botella), «Juan de Benalúa» ( Juan Esteve)? Sin embargo, no ocurre así con «El detective de la linterna».

Solo se menciona una vez a «El detective de la linterna» en otro periódico: Diario de Alicante (26-2-1927). En relación con el baile anual que esa misma noche organizaba este periódico en el Teatro Principal, contaba: «Se ha portado bien nuestro compañero "El detective de la linterna"; él no nos envía para el baile nada, puesto que ni tiene comercio, ni está en situación de hacer dispendios un periodista -y un periodista que no tiene trabajo hace mucho tiempo- pocos lujos puede permitirse. Pero ahí está su inseparable Fermín Botella, dueño de un establecimiento de postín en la calle Sagasta, donde se venden toda clase de artículos para electricidad, desde el motor de 300 caballos a la linterna de bolsillo, que ha quedado bien, en nombre de su compañero».

Efectivamente, entre junio de 1926 y julio de 1927, El Luchador no publicó ningún artículo firmado por «El detective de la linterna», a pesar de ser muy amigo de uno de los propietarios. ¿La razón? Quizás estuvo enfermo.

En cualquier caso, lo cierto es que «El detective de la linterna» fue uno de los primeros periodistas alicantinos, si no el primero, que con su peculiar estilo hizo que las noticias de sucesos generaran una gran expectación entre los lectores, cuyos titulares ocuparon muchas veces la primera plana.

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