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El 60% de la basura de la provincia no se trata y acaba enterrada en los vertederos

Ecologistas en Acción reclama acciones urgentes para mejorar la gestión en las plantas de Fontcalent, Villena y El Campello, prácticamente desbordadas por el aumento de la producción de residuos durante el verano

El 60% de la basura acaba enterrada en vertederos

Un informe de Ecologistas en Acción del País Valencià sobre la gestión de la basura en la provincia de Alicante advierte del peligroso aumento de vertederos de residuos que generan un impacto cada vez mayor en el entorno donde aparecen. La producción de basura urbana no cesa y una enorme cantidad de los desperdicios acaban abandonados en terrenos no preparados para ello y sin un tratamiento previo. La Comunidad Valenciana cuenta con una tasa media de vertido del 60% (todo ello acaba bajo tierra) y con diez vertederos de residuos urbanos en su territorio, algunos de los cuales, suscitan protestas y reivindicaciones por parte de la población que vive en las zonas aledañas. A ello se suman más de treinta escombreras ilegales en zonas poco concurridas donde particulares y empresas arrojan sus desperdicios para ahorrarse el coste que supone el uso de instalaciones públicas.

Además, en verano se incrementa la cantidad de residuos que pasan a engrosar las cifras y el volumen de los sumideros de El Campello, Villena, y Fontcalent.

Carlos Arribas, responsable de residuos de Ecologistas en Acción, subraya que «los vertederos son una bomba de relojería y un riesgo constatado para la salud pública por los fluidos y las emanaciones que desprenden y contaminan agua, suelo y aire».

Según este experto, los depósitos nuevos, con protocolos exhaustivos de vigilancia y mantenimiento pueden evitar, en el mejor de los casos, la salida al exterior de la mitad de los gases generados por la descomposición de la materia orgánica. Por una parte, las celdas de vertido expulsan lixiviados, líquidos destilados de los residuos que se filtran entre los materiales e impregnan de diversas sustancias que, al unirse, provocan reacciones químicas que resultan en componentes de alta toxicidad como metales pesados y fenoles. De igual forma, estos silos gigantes de basura son responsables de la emisión de metano, cuyo efecto invernadero es veinte veces más potente que el del CO2, y otros gases que son altamente contaminantes y cancerígenos.

«Muchos vertederos carecen del control adecuado e introducen elementos tóxicos en el entorno», apostilla Arribas. Algunos compuestos como el ácido sulfhídrico o el amoniaco generan malos olores que pueden llegar a ser irrespirables. Pero los productos más peligrosos, como los hidrocarburos aromáticos policíclicos, son casi inodoros y generan graves problemas de salud y contaminación ambiental»

No es ningún secreto, advierten los ecologistas, que el modelo de gestión de la basura implantado en la provincia de Alicante provoca graves consecuencias sobre la población. Miguel Ibáñez vecino del vertedero de Fontcalent, que acoge 180.000 toneladas de desechos cada año, advierte de que «el daño ya está hecho. Es horrible no poder salir a montar en bici por la zona donde vivo porque el olor es nauseabundo». Asimismo, añade que no puede dormir en verano y que cada vez tiene más problemas de salud.

Otra queja llega de María Nieves Rodríguez, vecina del vertedero de basura de El Campello (220.000 toneladas anuales), que denuncia sufrir «picor en los ojos, obstrucción de las vías respiratorias, heridas en las fosas nasales, falta de sueño por el mal olor. Hace tres años que saben que eso está en el aire y todavía no han tomado ninguna medida», denuncia.

Diversos estudios señalan que estas instalaciones donde se amontona la basura albergan cerca de 300 millones de toneladas de materias primas valiosas que podrían ser reutilizadas o recicladas. Muchos de los impactos de un vertedero se deben a la degradación de sus componentes orgánicos, lo que «nos conmina a pensar e implementar sistemas de separación de la fracción orgánica de la basura para su recuperación que reduzca la necesidad de almacenar y enterrar residuos urbanos y evite los procesos contaminantes que se dan en los vasos de vertido», subraya Carlos Arribas.

También sería pertinente, según los ecologistas, aplicar tasas de vertido e incineración que desincentiven su ejecución y que favorezcan una gestión que ponga en valor la necesidad de recuperar los materiales que desechamos para darles uso. Mientras tanto, los residuos sin tratar emponzoñan los terrenos colindantes y, en última instancia, el territorio y el sistema natural de la provincia.

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