«El revólver fue un regalo de mi tío Fred». Así explicó el acusado Vicente Ferrándiz cómo llegó a sus manos el arma, obsequio que le dio su familiar antes de fallecer con el que compartía su afición por el tiro. El abogado de Ferrándiz, Alejandro Bas, quiso demostrar que el tío Fred es una persona real y para ello presentó el certificado de matrimonio de la tía carnal de este acusado con la persona que supuestamente le habría entregado el arma. Por su parte, la Fiscalía replicó que no había quedado probado en ningún momento que el tío Fred le hubiera regalado ese arma, o que fuera el titular original de la misma. A preguntas del representante de la Fiscalía durante la vista oral, aseguró que no comentó nada de la pistola a los otros acusados porque «un arma es como Lucifer», para todas aquellas personas que no están acostumbrados a su uso. Los otros tres acusados coincidieron en señalar que no eran nada aficionados a las armas y el propio Miguel Carratalá dijo que se sintió «indignado» al conocer su presencia en el habitáculo de seguridad. S. LL. / J. A. M.