Gil Olcina considera un «gravísimo error» la modificación de la toma original del Júcar-Vinalopó, trasladándola desde Cortes de Pallás al Azud de la Marquesa. «Es obvio que la toma en el Azud de la Marquesa es pura y simplemente la negación total de dicha transferencia, en la medida que resulta inviable económicamente por el prohibitivo precio de la elevación; al tiempo que por la mala calidad del agua, con serios problemas de contaminación» advierte Gil Olcina. El caudal, según el catedrático, «en ningún caso resulta apto para los abastecimientos, y ni siquiera para cultivos hortícolas de consumo en fresco». Gil Olcina denuncia, por otro lado, el «no menos grave error cometido con el Programa Agua, haciendo de la desalinización de agua marina la panacea universal». El catedrático revela que «cuando se finalicen las 17 plantas previstas para las demarcaciones del Júcar y el Segura se habrá alcanzado una capacidad de desalinización de 344 hm3 anuales, volumen muy próximo al que consigue Arabia Saudita en la macrodesalinizadora de Jubail (365 hm3/año) en el Golfo Pérsico. Toda comparación entre ambas situaciones es un mero dislate. Arabia Saudita cuenta con enormes reservas de petróleo y, en cambio, carece de agua dulce, y la precisa para dar de beber a su población, mientras en España, correcta, razonable y sosteniblemente administrada, hay agua para todos».
