Aviso a navegantes. El cierre del trasvase Tajo-Segura por la sequía que sacude los embalses de Entrepeñas y Buendía no solo ha puesto contra las cuerdas al sector agrícola de la provincia, sino que amenaza con tener consecuencias graves para el abastecimiento urbano de 34 municipios (1,1 millón de personas) a partir del próximo otoño, ya que el 60% de los recursos de la Mancomunidad de Canales del Taibilla (entidad que gestiona el abastecimiento desde 1958) provienen del Tajo. El problema se puso ayer de manifiesto durante la presentación del libro «La Mancomunidad de los canales del Taibilla en la provincia de Alicante», un recorrido exhaustivo de la historia de la Mancomunidad, escrito por los catedráticos Joaquín Melgarejo y Andrés Molina, que este año cumple 90 años.
La Macomunidad de los Canales del Taibilla se nutre de un «pool» de aguas de diferente procedencia: ríos Taibilla y Segura, aguas subterráneas, la aportación importantísima del trasvase Tajo-Segura (en torno al 60%), desalinización y la cesión temporal de derechos. Un complicado equilibro que permite que 1,1 millón de alicantinos y casi dos millones de personas en la temporada alta turística no sufran restricciones en el abastecimiento de agua. «Y aquí también quiero apuntar un dato. Poblaciones como Alicante y Elche, que son territorio hídrico de la Mancomunidad de Canales del Taibilla, reciben todos los años unos 20 hm³ que debieran ser atendidos desde el Júcar», recordó Joaquín Melgarejo. Claro lo dejó en su intervención Adolfo Gallardo, responsable del Taibilla, que volvió a reclamar los trasvases como solución definitiva.
La Mancomunidad de Canales del Taibilla celebra este año su 90 aniversario -se creó en 1927 para abastecer a los militares de la base de Cartagena- y por este motivo el Instituto del Agua de la Universidad de Alicante y la propia Mancomunidad han editado un libro para visibilizar la importancia de una institución que pasa muy desapercibida en nuestra provincia, según sostienen su autores, Joaquín Melgarejo y Andrés Molina. Sin duda, uno de los pilares básicos sobre los que descansa buena parte del desarrollo económico y social en 34 municipios, entre ellos Alicante, Aspe, los dos Hondones, Crevillent, Santa Pola, Elche y toda la Vega Baja.
Desde la llegada del agua a Alicante y Elche en 1958, «hemos pasado de una sociedad que difícilmente cubría sus necesidades básicas de agua corriente a una sociedad del confort, donde el agua potable está garantizada por la MAC, para más de un millón de alicantinos», subrayó Melgarejo.
Gracias al caudal del Taibilla se erradicaron enfermedades y problemas motivados por la escasez y mala calidad de las aguas de abastecimiento (tracoma, tifus, cólera, diarreas). «Un aspecto que muchas veces pasa desapercibido pero que es fundamental y clave para entender el desarrollo social y económico de una parte de la provincia que difícilmente podría entenderse sin los recursos del Taibilla. Solo recordar, en este sentido, por ejemplo, el brote de cólera que hubo Torrevieja en 1970», apuntó ayer Joaquín Melgarejo, quien subrayó, durante la presentación de la publicación, que antes de la llegada del agua del Tabilla muchos alicantinos bebían con contenidos de sal letales para la salud e incluso con restos de sustancias fecales «porque la gente captaba el agua de las acequias».
Al margen de la importancia de la Mancomunidad en el tema sanitario, en Alicante, Elche, Santa Pola, y la costa de la Vega Baja no se entendería su desarrollo turístico sin el agua desde la Mancomunidad. «Hubiera sido imposible. Para mí hay dos entidades sin las que hubiera sido imposible que la provincia haya alcanzado su nivel de desarrollo: la Mancomunidad de Canales del Taibilla y el aeropuerto» aseveró Melgarejo.
A la presentación acudieron, entre otros, Adolfo Gallardo, delegado del Gobierno en la Mancomunidad, Miguel Ródenas, de la CHS, Andrés Martínez y Francisco Santiago, vicepresidentes de la Junta de Usuarios del Trasvase Júcar-Vinalopó y Eladio Aniorte (Asaja).
