Pedro Burguñó Juan, sobrino del insigne Jorge Juan, nació en Alicante el 17-11-1744. Era el mayor de ocho hermanos. Cuando tenía 19 años, su padre quiso que le sustituyera como regidor, pero la Audiencia del Reino no lo consintió.

Al morir su padre el 7-4-1766, fue el legatario del mayorazgo familiar, recibiendo, entre otras propiedades, la heredad de la Vallonga. La Audiencia le concedió entonces el título de regidor perpetuo de la clase de nobles por juro de heredad y previo pago de 23.358 maravedíes.

En diciembre de 1780 obtuvo la concesión real para crear el señorío de la Vallonga de Burguñó. En 1790 se le concedió el título de alguacil mayor del Santo Oficio (12 marzo) y de caballero de la orden de Carlos III (20 septiembre).

Culto, influido por las ideas ilustradas de Pedro Rodríguez de Campomanes y preocupado por la enseñanza pública, Pedro Burguñó Juan recibió el encargo del Cabildo de vigilar la enseñanza de primeras letras en las escuelas alicantinas. El 11-10-1780 presentó al Cabildo un escrito en el que propuso un nuevo plan de educación, incluyendo los libros del maestro Pedro Paredes. En este escrito «se manifestaba como un reformista por su afán de perfeccionamiento y fe en la enseñanza como mejoradora de la sociedad», según Faustino Larrosa.

Enfermo y con 62 años, solicitó se le mantuviese el salario como regidor, pero sin obligación de asistencia al Ayuntamiento, lo que le fue concedido el 21-12-1806. Murió soltero en 1811. Fue el último alicantino varón que tenía como primer apellido Burguñó, por lo que éste desaparecería pocos años después del censo de la ciudad.

El apellido Burguñó o Burgunyó es de origen francés (de la región de Borgoña). Llegó desde Cataluña al antiguo reino de Valencia en los tiempos de Jaime I de Aragón. En los registros parroquiales también aparece escrito como Borgonyó, Borgoñó, Borgonón, Borgunyó, Borguñó, Burgonyó, Burgoñó, etc.

Un Juan Burguñó fue consejero de Jaime I y embajador de Jaime II. Su hermano Jaime (1244-1324) fue el primer señor de Agost, título que heredó su hijo Francisco. Éste se casó con Valenzola Bosch y tuvo tres hijos, los cuales enlazaron con destacadas familias alicantinas. Esta política de enlaces matrimoniales con familias de la nobleza y oligarquía locales, que servía para asegurar una acomodada posición económica y el prestigio social, fue seguida por sus descendientes, quienes se desposaron con miembros de los Canicia, Lacy, Rotla, Vallebrera, Fernández de Mesa, Pasqual de Bonanza, Pasqual de Ibarra, Mingot, etcétera.

Los hijos de Francisco Burguñó Bosch (III señor de Agost) y su hermano Pedro (señor de unas heredades en la Condomina, en la huerta alicantina) fueron jurados y justicias de Alicante durante la primera mitad del siglo XV. Por ejemplo, el primogénito del segundo, Juan Burguñó Molins, fue justicia en 1420.

Los Burguñó ocuparon cargos municipales ininterrumpidamente hasta finales del Setecientos, siendo los únicos que poseían el cargo de regidor en propiedad desde mediados de dicho siglo.

El mencionado Juan Burguñó Molins heredó las propiedades de la huerta y se casó con Beatriz Pasqual, con quien tuvo cinco hijos. Su nieto Francisco Burguñó Puigvert fue magnífico, jurado en 1602 y heredó la mitad de las propiedades de la huerta. Se casó tres veces: Juana Pasqual de Bonanza (sin sucesión), Juana Alegret (con quien tuvo a Francisco Juan en 1567) e Isabel Sánchez (con quien engendró seis hijos).

Francisco Juan Burguñó Alegret contrajo matrimonio el 2-1-1592 en San Nicolás con Josefa Despuig, con quien tuvo seis hijos. El primogénito, Francisco Burguñó Despuig, nacido en 1592, fue caballero y desposó el 9-2-1614 a la viuda Magdalena Torregrosa. Fueron padres de dos hijos.

El benjamín, Francisco Burguñó Torregrosa, nacido en 1624, fue generoso, doctor en Derecho y fiscal del Consejo de S.M. Heredó la finca de la Condomina, rica en producción vinícola, y una casona cercana a la colegial de San Nicolás. Se casó en Santa María el 10-10-1650 con Francisca Remiro, señora del Molino de Alaytami, en el río Segura, quien aportó al matrimonio un edificio situado en el paseo de Ramiro, al pie de las escalinatas de la iglesia de Santa María, y una hacienda con casa, ermita, bodega y tierras en la universidad oriolana de Almoradí. Bautizaron a nueve hijos. Uno de ellos, Juan Vicente (nacido en 1663) fue oidor de la Real Audiencia de Valencia y Alcalde de Casa y Corte. Otro, Pedro Burguñó Remiro (nacido en 1660), obtuvo el 15-9-1695 de la Real Audiencia de Valencia la sentencia probatoria de su nobleza.

Pedro Burguñó Remiro, abuelo del último Burguñó alicantino, fue abogado fiscal y patrimonial, jurado en 1698, y regidor decano y perpetuo por el estado noble del primer ayuntamiento borbónico, constituido el 2-4-1709. Como sargento mayor, había gastado parte de su patrimonio en la defensa de la ciudad para la causa de Felipe V, siendo herido en la batalla de Almansa. Además de heredar el mayorazgo de la Vallonga (de 106 hectáreas, con casa, que posteriormente amplió con la compra de otras 114 has.), la finca de regadío en la Condomina (de 13 has., con casa-torre y bodegas, a las que se añadió luego casi otra hectárea del Cabo de las Huertas) y la casa familiar, situada en el centro de la ciudad y valorada en más de 3.500 libras, poseía un almacén que arrendaba a comerciantes extranjeros, otra finca de secano en la Cañada del Fenollar (31 has.) y capitales invertidos en censos. Este patrimonio se vio incrementado tras casarse el 17-8-1713, en Orihuela, con Josefa Ruiz de Benitive y Rocamora, cuya dote consistió en 400 tahúllas de tierra huertana en Almoradí, a las que sumó poco después otras 180 tahúllas. Gracias a la donación de 1.000 libras que hizo en 1738, pudo construirse la Casa de Misericordia. Pedro y Josefa fueron los progenitores de seis hijos. En sus testamentos, procuraron que la fortuna familiar quedase repartida sobre todo entre sus dos hijos varones: Francisco e Ignacio.

Francisco Burguñó y Ruiz de Benitive, nacido en 1718, heredó el cargo de regidor perpetuo y la finca de la Condomina. Fue capitán del regimiento de Córdoba, retirándose con el grado y sueldo de teniente coronel. Se casó en primeras nupcias el 23-7-1765 con Juana Canicia Pasqual, siendo padres de Lorenza. Vivían en la casa que fuera de Francisca Remiro, abuela de Ignacio, situada en el paseo de Ramiro. Gracias a los inventarios post-obitum que se han conservado, Verónica Mateo Ripoll, de la Universidad de Alicante, ha podido hacer una descripción bastante detallada de los bienes que había en aquella casa. También gracias a la correspondencia de Juana Canicia sabemos que solo tres años después de contraer matrimonio «emitió duros reproches contra su marido, alegando que la causa de las pérdidas económicas estaba motivada por su afición al juego», resume Mateo. «Acosado por los acreedores y resentido por las pérdidas», Francisco solía arremeter contra su esposa e hija, teniendo que ser asistidas en alguna ocasión por el vicario foráneo. «Tras abandonar el hogar conyugal marchándose a la casa paterna, Juana puso en conocimiento de las autoridades su situación solicitando que le fuera concedida la demanda de divorcio contra su marido. Sin embargo, ésta no llegó a prosperar; tanto las autoridades civiles como eclesiásticas consideraron la queja "frívola y excesiva", ordenándole guardar el justo respeto y obediencia a su esposo».

Tras enviudar, Francisco contrajo segundas bodas en 1785 con su sobrina carnal María Antonia Burguñó, hija de su hermano Pedro, nacida en 1746, con quien tuvo a María Josefa, bautizada el 13-3-1786 en Santa María. Con este enlace endogámico, Francisco intentaba frenar su declive económico (la dote de ella rozaba las 12.000 libras), pero no lo consiguió.

Ignacio Burguñó y Ruiz de Benitive, hermano del anterior y padre del último Burguñó, nació el 17-2-1720. Heredó de sus padres la finca de la Vallonga (cuya producción vinícola incrementó hasta los 4.000 cántaros en 1757) y 300 hectáreas en la huerta del Segura; y hacia 1750 heredó el mayorazgo de sus abuelos maternos. En 1741 compró (por 2.500 ducados) en juro de heredad el cargo de regidor, y fue familiar del Santo Oficio. Se casó el 4-1-1744 con Margarita Juan Santacilia. Tuvieron ocho hijos. Cinco fueron varones, pero todos murieron sin sucesión. Juan (nac. 1747) fue oficial de la Armada y regidor por el estado noble; falleció soltero en 1775. Francisco (1748) fue canónigo de San Nicolás. Andrés (1749) murió siendo niño. Antonio (1756) fue capitán de fragata y caballero de la orden de Montesa; se casó con María del Pino, pero no tuvieron descendencia. Pedro, el primogénito, ya sabemos que murió soltero, a los 67 años. Con él comenzó la desaparición de este antiguo e ilustre apellido alicantino del censo de la ciudad.

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