Cristian García, de 23 años, se dio el susto de su vida anteayer cuando descansaba en la cama en la que duermen habitualmente sus hermanos de 6 y 7 años al escuchar cómo el techo se le venía encima. Fue a mediodía, cuando la madre de familia estaba en la compra. Dio un salto fuera de la habitación y pudo ver cómo se abría un boquete de dos por dos metros que dejaba a la vista cables, puntales y la cubierta de madera original de los edificios del barrio Miguel Hernández -antes José Antonio- que datan de hace 75 años, cuando se construyó esta promoción con 520 viviendas, donde viven cerca de dos mil personas. Tras caer el techo, la cama ha quedado llena de trozos de escayola, polvo y escombros, lo mismo que el suelo: el técnico que envió la Entidad de Infraestructuras de la Generalitat (Eige), que gestiona estas viviendas públicas propiedad de la Conselleria de Vivienda, solicitó la reparación urgente en el parte que levantó durante su visita, ayer, a los daños.

Este caso, que afecta a un último piso de un edificio de la calle Padre Cerdá, no es algo aislado. Ya ha habido derrumbes anteriores en techos, y dos bloques enteros han estado apuntalados más de un año. Pese a que cinco viviendas se han reparado de forma urgente en estos últimos meses, los residentes, y en su nombre la asociación de vecinos Sol d'Alacant, denuncian que más de una veintena de viviendas corren el mismo riesgo que la que acaba de sufrir el derrumbe, es decir, la mayoría de terceros pisos; y que no se puede esperar a 2018 para la actuación que tiene prevista la Generalitat Valenciana.

«Ahora no le ha pasado nada a nadie, pero como diga de llover, de aquí a 2018 alguna víctima habrá. Si cae una viga de madera desde más de dos metros al suelo hace un socavón y hunde el edificio porque pesan más de 700 kilos. Esas cubiertas se hicieron sin permeabilización y filtran agua», explica Lisardo Gabarre, dirigente del colectivo vecinal, quien afirma que el Consell tiene el barrio abandonado. «No se hace ninguna actuación importante desde hace 28 años pero la culpa ya es de los de ahora porque no están haciendo nada».

Un albañil conocido de la familia que vive en el piso del derrumbe inspeccionó los daños justo antes de la llegada del técnico enviado por la Entidad de Vivienda de la Generalitat y dijo que la cubierta exterior de madera lleva años filtrando agua de lluvia por las juntas, que ha ido empapando la escayola del techo, ha cogido peso y ha caído. «Podía haber ocurrido una desgracia», dijo.

El técnico, por su parte, pidió en su informe la reparación urgente tras ver el boquete, y dijo que hoy regresará para cambiar el techo de la habitación. También inspeccionó las grietas aparecidas en un dormitorio contiguo, donde duerme otra niña, y en el salón, y ante las reclamaciones de la familia que allí reside, que tiene miedo de que se les venga abajo toda la casa, les explicó que dado que acudirá con él un encargado, éste valorará si tiene que ir un inspector a ver todos los daños. El técnico preguntó a la cabeza de familia si había visitado el piso la inspección, en el marco de la próxima rehabilitación del barrio, recibiendo un no por respuesta. La última visita, dijo Soledad Amador, fue hace dos años para masillarle las grietas del techo.

En el piso afectado vive desde hace 27 años esta mujer con sus tres niños pequeños, aunque desde el derrumbe se han ido al primero, donde reside un mayor. «Soy hija y nieta del barrio. La primera casa que dieron a unos gitanos fue a mis abuelos, y mi madre, que tiene 74 años, nació ya aquí», dijo Soledad, que afirma que va pagando el alquiler y a la que le gusta tener su casa en orden. «No podemos vivir así. Ya estamos expuestos, nos da miedo, es urgente».

Así lo concluye también un informe de la Universidad Politécnica de octubre de 2016, que cifra en cinco millones el dinero para rehabilitar los pilares de las estructuras ya que «no se puede asegurar que en la actualidad todos los elementos estructurales presenten niveles de seguridad suficientes».

La asociación de vecinos Sol d'Alacant critica que el Consell sólo haya dispuesto 2,8 millones para esta actuación y el PP censura a la Generalitat que no explique por qué renunció a 11 millones para la rehabilitación del barrio.