Tortilla, fideos y filetes de pollo que sus padres le dejan preparados para evitar tanta pizza; demasiada tele y móvil; poco estudio para preparar esas asignaturas que le han quedado para septiembre; y un gran sentimiento de soledad. Así son las tardes de verano para Iván, un menor alicantino que desde los 11 se queda a solas en el periodo vacacional cuando no están sus abuelos, que viven en otras provincias. Aunque está acostumbrado pues durante el curso nadie le recoge a la salida de la escuela ni le prepara la merienda. A temprana edad sus padres le encomendaron una responsabilidad prematura: le dieron la llave de casa al no poder recogerle. Trabajan los dos y tienen horarios intempestivos.

Iván es un «niño de la llave», menores en una horquilla de edad cada vez más amplia, entre 6 y 15 años. Es en verano cuando viven una situación de mayor vulnerabilidad: aumentan las horas en soledad, una situación que afecta al 14,9% de los niños, unos 30.000 en la provincia de Alicante. Se quedan solos en casa en verano sin referentes adultos. Ya no hay servicio de comedor en la mayoría de colegios e institutos, y lo pagan sobre todo los hijos de familias monoparentales, de padres con empleos precarios que no llegan a fin de mes o de personas sin recursos o en riesgo de exclusión que no se pueden permitir pagarles un campamento o extraescolares, y que tienen que confiar en los recursos de los ayuntamientos o de las oenegés para poder cubrir parte del tiempo de ocio de sus niños. No es un problema puntual sino social, con múltiples aristas: a los 14 años el 90% de los niños tiene móvil, utilizan internet más de 4 horas , y el 41,3% desarrolla sobrepeso por el consumo de precocinados y exceso de azúcar.

Los expertos alertan de la falta de medios y de soporte institucional para atender a tantos menores en esta situación, 580.000 en toda España, un 66% más que en 2009, según el informe «Nativos de la crisis: los niños de la calle», de la ONG Educo. El estudio pone el acento en el riesgo de desamparo y soledad de estos menores de la llave, cuyas cifras se han disparado en la última década, y no porque los padres quieran ser negligentes sino por las dificultades para conciliar la vida laboral y familiar, y por los horarios interminables sin ayuda económica, familiar o social. Este estudio revela que más de dos millones y medio de trabajadores en España son pobres, un 14% de la población asalariada, el porcentaje más alto de la zona euro. En la provincia son más de 100.000 trabajadores, de los que el 77% no percibió ninguna ayuda en 2016. Por algo les resulta imposible apuntar a los niños a un campamento o a una actividad de verano.

«Hay dos indicadores claros que detectan este perfil. Las llamadas de los directores de las escuelas a los Servicios Sociales municipales cuando se dan cuenta de que algunos niños aún muy pequeños no tienen quien vaya a buscarles a la salida del colegio y el que muchos niños lleven las llaves de casa colgadas al cuello para no perderlas», indica Clarisa Giamello, directora de Educación y Acción Social de la ONG Educo. La situación se agrava cuando cierran los colegios en verano y con ellos los comedores escolares, a la vez que acaban las actividades complementarias que se ofrecen durante el curso, «y seguirá empeorando mientras no se fomenten políticas de conciliación ni se ofrezcan ayudas económicas y sociales a familias con bajos recursos», alertan las ongs, que ponen el acento en que el 32,4 por ciento de los hogares de la Comunidad Valenciana con niños sufre riesgo de pobreza, más del doble que en Asturias o el País Vasco.

Las entidades sociales son a menudo la tabla de salvación con becas de comedor y ayudas para colonias. Es el caso de la Cruz Roja de Alicante, que ofrece una serie de escuelas de verano y campamentos con 255 plazas, la mayoría para niños en situación de vulnerabilidad, en julio y agosto.

«Es una oferta que cada año aumenta. Se adaptan los recursos a las diferentes necesidades de los niños, que justifican la vulnerabilidad de estos menores», señalan desde la ONG. A las escuelas de verano de Cruz Roja en Alicante, Villena y Benidorm se han sumado las de San Vicente y Mutxamel, todas ellas gratuitas. Ofrecen ludoteca, apoyo escolar, talleres de habilidades sociales y de salud, excursiones, almuerzo, servicio de comedor y merienda, para niños de 6 a 14 años. Todo ello en el marco de los programas de promoción del éxito escolar de la entidad. Además, las asambleas de Elda y Orihuela ofertan campamentos (en el Plano de Sax y en la provincia de Albacete) con 145 plazas para todo tipo de familias, con precios entre 80 y 270 euros, pero se reservan 26 plazas becadas para menores en situación de vulnerabilidad.

Los ayuntamientos ofrecen recursos similares. En el caso de Alicante, la Concejalía de Acción Social garantiza la alimentación de 700 menores en las escuelas de verano que abren en julio en once colegios, así como en el campamento Virgen del Remedio y en 16 centros socioeducativos para niños a partir de 3 años. La concejala Julia Angulo explica que «el gobierno municipal responde a la emergencia alimentaria de los menores alicantinos. Es un servicio gratuito, que se ofrece por tercer año, para niños con intervención desde los centros sociales. Este año se incrementan las plazas a las que se cubre el 100% del comedor y actividades lúdicas en julio en centros propios del Ayuntamiento, sociocomunitarios y en colegios a través de las Ampas». En agosto caen los recursos en picado, aunque la edil afirma que se cubren las necesidades básicas con programas de alimentación saludable sobre todo para niños de la Zona Norte, donde la problemática es mayor, o se les deriva a Cruz Roja e Hijas de la Caridad. Estos programas cuestan a las arcas municipales 160.000 euros: la Generalitat aporta 73.000 euros.