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Análisis

Entre la suciedad de la ciudad y el parque temático para el Puerto

La imagen que ha ofrecido la capital tras las Hogueras -ayer cinco mil cruceristas desembarcaron en Alicante- es impresentable

Un grupo de cruceristas escucha atentamente las explicaciones de un guía ayer en la Explanada, una de las postales de Alicante. alex domínguez

A no ser que las flores utilizadas en la ofrenda a la Virgen del Remedio, patrona de Alicante, tengan las mismas propiedades que los restos de algas y posidonia que «adornan» calas y playas el municipio durante el invierno en aras de frenar la regresión de la arenas y, por lo tanto, el Ayuntamiento espere una explosión vegetal espontánea en las calles de la ciudad, es difícil de explicar, y menos de justificar, que el centro urbano haya estado una semana sucio e impresentable en una ciudad que se define como turística y que proclama, además, que lo suyo es el multiproducto. Los alrededores de la concatedral de San Nicolás, uno de los puntos de paso de los miles de turistas que visitan la ciudad han estado una semana sucios y repletos de flores secas y pudriéndose junto a las paredes del a iglesia en un ejemplo más de lo mal que lleva el Tripartito esto de la limpieza y, además, en un junio tórrido y pegajoso en el comienzo de este verano que lo expertos auguran seco y abrasador. Los alrededores de San Nicolás hechos un asco y no digamos el paseo de la Explanada, postal de la ciudad, donde los excesos de las fiestas han dejado una capa compuesta por restos de orines y alcohol que espantan al más enamorado de la terreta.

Mientras la escena asombraba a los turistas y escandalizaba a los vecinos y a todo alicantino con sentido común y del decoro, a diez minutos andando del improvisado vertedero, los rectores turísticos de Alicante y de la Generalitat anunciaban que ya tienen claro cuál debe ser el icono que se convierta en polo de atracción de visitantes en el futuro. Cristina Rodes, presidenta de los hoteleros durante los últimos años, anunciaba, perdida ya la batalla del Palacio de Congresos, junto al secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer, el inicio de la gestación de un ambicioso proyecto para convertir Alicante en un referente náutico europeo, no sólo por la salida de la Volvo Ocean Race, que ya veremos hasta cuando sale, sino por apostar porque la zona del Puerto ganada para la ciudad se convierta en una especie de parque temático inspirado en el mar.

Una buena idea esta de la «Terminal Marítima de Alicante», que parece, además, haber entusiasmado a los que deben ponerla en marcha pero que, viendo como termina casi todo lo que se plantea en Alicante, provoque a bote ponto el recelo del más optimista. Nueve años después de la salida de la primera edición de la Volvo Ocean Race, ni el Ayuntamiento ni el Puerto han sido capaces de llegar a un acuerdo para dar uso a una zona privilegiada que solo cobra un poco de vida cuando amarran los cruceros -ayer otros dos, por cierto- por lo que la idea lanzada por los hoteleros hay que tenerla en cuenta.

En esta ocasión, la Administración no tiene otra cosa más que legislar con acierto, no le cuesta un euro, pero sí la responsabilidad y la obligación de plasmar negro sobre blanco un diseño que atraiga a los inversores. Tiempo al tiempo y, por supuesto, que la ciudad esté limpia, que es el primer imperativo de una capital turística, industrial o administrativa. Y eso en el tripartito parece que se olvida ¿recuerdan ustedes cuando vieron el último baldeo? Y si no saben como se hace sólo hace falta pasarse por la calle Mallorca de Benidorm (corazón de la zona guiri) a la mañana siguiente de una noche de excesos. Como los chorros del oro. Y así todos los días del año. Ayer, cinco mil cruceristas, 1.500 estadounidenses desembarcaron durante unas horas en Alicante. Varios grupos pasearon por la Explanada. Espero que vuelvan.

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