Juan Amorós Sereix nació en 1891 en Monforte del Cid, pero siendo muy niño le trajeron a vivir a Alicante sus padres: Matilde y Juan Amorós Pina. Su padre fue diputado provincial, tenía una fábrica de toquillas en San Vicente del Raspeig y era el dueño del Cine Sport, hasta su cierre en 1916.

Juanito estudió Comercio y, aunque era de familia económicamente holgada, no evitó el servicio militar, marchando a Madrid para incorporarse como recluta en el regimiento de Asturias. Otro sorteo le designó como miembro del regimiento de Guadalajara, trasladándose a Valencia, desde donde embarcó rumbo a Marruecos.

Tras participar en la campaña militar de Marruecos y obtener los galones de cabo, regresó licenciado en 1917 a Alicante. Trató aquí de rehacer su vida, pero su carácter había cambiado. Seguía siendo un joven romántico, formal y tímido, pero su experiencia guerrera en el norte de África había vuelto su espíritu más amante de la aventura.

En 1919 se marchó a Barcelona, donde trabajó como gerente de un restaurante del apeadero de Gracia y como empleado de Crédit Lyonnais, hasta que su espíritu inquieto, espoleado por la adversidad sufrida por un amor no correspondido, le llevó a tomar una decisión que cambió por completo su vida.

Un cuñado suyo, residente en Barcelona, remitió en la tarde del 24 de septiembre de 1920 un telegrama a casa de don Juan Amorós Pina y doña Matilde, en el que les avisaba: «Si queréis ver a Juanito por última vez salid a esperarlo en La Encina».

El Ministerio de la Guerra había creado el 28 de enero de 1920, mediante decreto y a propuesta del comandante José Millán-Astray, el Tercio de Extranjeros, con el objetivo de hacer frente (como ya se había hecho en Francia con la Legión Extranjera) a la dureza de los combates en Marruecos con soldados profesionales, en vez de reemplazo. Pero el primer alistamiento no se produjo hasta el 20 de septiembre. Juanito se alistó ese mismo día.

Los padres de Juanito recibieron la noticia con sorpresa. Nada sabían de sus intenciones y creyeron que el servicio que iba a prestar en el norte de África era de vigilancia, parecido al que realizaba la Guardia Civil en la Península. Juanito, sin embargo, sí que era consciente de lo que le esperaba en su destino.

La primera base del recién creado Tercio fue el acuartelamiento García Aldave, en Ceuta. Allí estuvo destinado Juanito hasta que, tras el Desastre de Annual (batalla en la que el ejército español fue duramente derrotado por los rifeños comandados por Abd el-Krim, el 22 de julio de 1921), el Tercio de Extranjeros fue enviado a Melilla. Los rifeños rebeldes habían llegado hasta las afueras de esta ciudad española.

«Al llegar a la plaza, fuimos recibidos con verdadero júbilo, Melilla se encontraba indefensa. Unos cincuenta hombres, a lo sumo, carabineros en su mayoría, defendía la plaza», contó Juanito a su familia en una carta que remitió a Alicante al día siguiente de su llegada.

El 4 de septiembre fechó otra carta, a la que adjuntó una foto suya, vestido con el uniforme de legionario. La abundante y enmarañada barba le hacía más viejo, según su padre; y los rasgos de su cara y la mirada dura transmitían sufrimiento, según su madre. La remitía desde el Atalayón, un monte a orillas de la Mar Chica, al sur de Melilla, donde había un pequeño fuerte. Tenía 30 años.

Nueve días después, el 13, escribió dos postales a su hermano Bonifacio. Estaba en el blocao de Dar Hamed, situado en la ladera del monte Gurugú. Un blocao es un fortín de madera, pero el de Dar Hamed no era más que una posición defensiva construida con sacos terreros, coronada por unas tablas y rodeada por una alambrada. Se hallaba muy cerca de las posiciones rifeñas, por lo que era frecuentemente atacado. Muchos eran los soldados que habían caído defendiéndolo. De ahí que este blocao fuera conocido como El Malo.

Al día siguiente, Juanito y sus compañeros legionarios fueron sustituidos por veinte soldados del batallón Disciplinario de Melilla. El relevo duró doce horas porque los cientos de rifeños que asediaban al Malo intentaron impedirlo, disparando constantemente sus armas. Se llevó a cabo hombre a hombre, arrastrándose por el terreno y rodando por los barrancos los soldados del Disciplinario hasta llegar al blocao, al mismo tiempo que los legionarios salían de él de igual forma. Juanito llegó al Atalayón casi de noche.

En la mañana del día 15, uno de los soldados que guarnecía El Malo fue enviado al Atalayón por su oficial, para pedir refuerzos. Los rifeños llevaban 24 horas atacando el blocao sin cesar, con ayuda de morteros, y casi la mitad de la guarnición estaba herida. El teniente Agulló reunió a los miembros del Tercio que había en el Atalayón y les explicó lo que sucedía, antes de seleccionar a los 16 que debían ir como refuerzos al Malo. Los eligió de entre los que no lo habían abandonado el día anterior, por lo que Juanito se quedó en el Atalayón.

Tampoco fue al Malo Jaime Santonja, un cabo alicantino amigo de Juanito y enlace del Teniente Coronel. Santonja era conocido en Alicante porque había sido explicador de películas, cómico y payaso. Entre sus compañeros del Tercio también era muy popular por haber actuado en el Teatro de Melilla y porque tanto Eduardo Ortega Gasset como Carlos Micó le habían citado en sus crónicas para periódicos y revistas de la Península.

El ataque constante al Malo se recrudeció en la tarde del 15, con bombardeo de piezas de artillería incluido. A la guarnición se le acabó la munición, por lo que defendió la posición cuerpo a cuerpo durante el asalto final de los rifeños, que pasaron a cuchillo a los pocos supervivientes que quedaban.

El 16 de septiembre, después de que los rifeños se retiraran, una veintena de legionarios, entre los que se encontraba Juanito, entraron en lo que quedaba del blocao El Malo, para recuperar los cadáveres de sus compañeros. El fortín fue reconstruido y, a partir de entonces, pasó a conocerse como el Blocao de la Muerte.

A las cuatro de la madrugada del día 17, se inició el avance de las tropas españolas que culminaría al mediodía con la reconquista de la ciudad de Nador. Juanito murió en combate. Recibió un balazo en el pecho y expiró diez minutos después, en brazos de su amigo y paisano Jaime Santonja.

Al día siguiente, Santonja escribió una carta a su hermano Tomás, que vivía en Alicante, pidiéndole que le contase al padre de Juanito que éste había muerto luchando valientemente.

Numerosos fueron los alicantinos que murieron o fueron heridos en el Rif en aquel año de 1921. El 1 de enero muchos alicantinos despidieron en el puerto al segundo batallón del regimiento de la Princesa, de guarnición en la ciudad, que embarcó rumbo a Melilla. No pocos de aquellos hombres cayeron meses después en Annual o en el monte Arruit. El Ayuntamiento de Alicante bautizó algunas calles con los nombres de aquellos militares muertos en combate. Todos eran oficiales o suboficiales. Ninguno era soldado, como Juanito, uno de los primeros legionarios españoles.

Los restos de Juan Amorós Sereix se encuentran enterrados en el cementerio de Melilla, en el glosario de tropa del Panteón de los Héroes.

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