Dice el refrán que nadie es profeta en su tierra. Significa que tal vez por confianza o envidia, aquellos que destacan tienen fuera mejor reputación que en casa, donde a menudo no son tenidos en cuenta. Los artistas de Hogueras herederos del estilo alicantino, que brindan un conjunto de rasgos artísticos único, diferente al de las Fallas, se estrellan año a año en Alicante contra el muro de quienes no dan valor a su genio creativo. En su propia tierra nadan contracorriente, cada vez más aislados, ahogándose en su lucha por que no muera la herencia de los monumentos estilizados y con sobriedad -el estilo alicantino- que el gran Gastón Castelló impulsó en los albores de las Hogueras. Fue el precursor. Influenciado por el «art decó» que impregnó su obra pictórica, escultórica y fogueril tras su estancia en París, encontró herederos tan destacados como Remigio Soler y, más tarde, Pedro Soriano. Hoy, este artista, con casi 70 años a sus espaldas y un prestigio que se ganó a pulso durante décadas, habla de «masacre fogueril» (ver página 22).

Y he ahí, que en medio de este panorama, viene alguien de València, y no cualquiera, sino su alcalde, y seguro que sin pretenderlo pone en valor el estilo alicantino mucho más que nadie en los últimos años. Sus palabras calificándolo de «mucho más artístico» que el de las Fallas, y tachando el de las obras valencianas de «un poco más grotesco» han incendiado València, orgullosa, como es natural, de sus fiestas Patrimonio de la Humanidad. Por si no hubiera sido poco, lo remató: «El estilo que tienen las Hogueras lo estamos copiando en muchas Fallas». También ardería Alicante si Echávarri en las Fallas hace el símil inverso. Avisado está.

Pero más allá de esta polémica, las palabras del regidor Joan Ribó han puesto a las Hogueras sobre el mapa, dando al estilo de sus artistas una publicidad que no esperaban, y menos en una semana en la que han salido trasquilados por el jurado de los premios del Ayuntamiento, que no ha sabido entender ese arte diferente. Más allá de las puntuaciones bajas que presuntamente derrocaron a Florida Portazgo del primer puesto del podio, realmente los grandes damnificados fueron los que plantaron las hogueras más puramente alicantinas, que cosecharon el quinto, sexto, y el octavo puesto de la categoría Especial. En Primera categoría, de gran lustre este año, tres cuartos de lo mismo: los alicantinos no aparecen ni entre los cinco primeros.

O no se saben vender, o no les saben entender. Porque lo cierto es que algunas de las líneas que caracterizan al estilo alicantino son visibles en la brillante ganadora, Sèneca-Autobusos, blanca elevada y etérea; y en la medalla de plata, La Ceràmica, de fina estampa, firmadas por valencianos. Hasta la Falla Especial ganadora este año en València, l'Antiga de Campanar, rompe los cánones de las obras barrocas más anchas que altas, y se eleva al cielo. Algo tendrá ese estilo que va calando en Alicante...excepto si la mano que está detrás es alicantina. En València lo han sabido ver y cada año crece la participación de artistas foguerers en Fallas, muchos con premio, y los maestros falleros incorporan pizcas de ese arte más nuestro. No es una fusión pero ya no están en los extremos y está claro que hay un intercambio.

Quizá es hora de que el Ayuntamiento y la Federación de Hogueras hagan piña con el Gremio de Artistas para impulsar un oficio que sobrevive a duras penas, y que quienes sienten el arte alicantino en las venas puedan expresarlo no sólo con orgullo, sino con un sello serio y un soporte institucional detrás que les dé garantías de éxito y futuro. Quizá va siendo hora también de que las Hogueras, unas fiestas que van a cumplir 90 años, suelten amarras y complejos, abandonen la eterna adolescencia a la sombra de las Fallas, y crezcan. Se perdió una oportunidad de oro de ir de la mano con València para conseguir la declaración de Patrimonio de la Humanidad como fiestas de fuego, y ahora hay que seguir caminando solos y reivindicar una idiosincrasia en la que los artistas foguerers son también un puntal. Alicante tiene algo a favor que no tiene València: el calendario. Con las Hogueras se inicia el verano y esto debe ser una marca para que Alicante venda sus fiestas diferenciadas en España y en el mundo, como puerta del verano, de la fiesta, el sol, el mar y las vacaciones.

Las fiestas de San Juan marcan también el final del curso. Otro jardín. El presidente de la Federación de Hogueras, Manuel Jiménez, ha estado especialmente combativo este año contra el Consell. No se ha callado una. La lista de cabreos ha sido larga y profundo el sentimiento de agravio. El primero, la ausencia de representantes del Consell en la proclamación de la Bellea del Foc; el segundo, los planes de la Generalitat de suprimir la hoguera de Fitur, que rectificaron; el tercero, la propuesta del conseller Marzà de finalizar el próximo curso escolar en plenas Hogueras, que el Ayuntamiento pretende arreglar, lo que no evitó un rifirrafe entre Jiménez y la edil de Educación, de Compromís, el mismo partido de Marzà, en los pasillos del mismísimo edificio consistorial; el cuarto, el festivo autonómico para el día de San Juan aprobado por las Cortes, eternamente prometido, pero que nunca llega, ni el día 24, ni el 23 ni el 22 si aquél cae sábado, como este año, o domingo, como sucederá en 2018...

Lo que ve, a Jiménez no le gusta. ¿Discrimina el Consell a las Hogueras? Tenerlas en cuenta parece que no las tiene demasiado. El presidente fogueril conoce el potencial de la Fiesta por su quehacer profesional en el Patronato de Turismo de la Costa Blanca, y no quiere que nadie pise uno de los motores de la economía alicantina. Es pasión festera pero también ojo para un gran negocio, el mismo que debería tener el Ayuntamiento. No sólo hay que presumir de la millor terreta del món y de sus Fogueres, también cuidarlas, defenderlas y promocionarlas de verdad para que, para empezar, en la televisión estatal sepan diferenciar las Hogueras de las Fallas.