El día de la Cremà de 2017 quedará en los anales climatológicos de Alicante como uno de los más sofocantes que se recuerdan. Llegada la medianoche no hubo respiro ni de temperaturas ni de humedad ambiental, de manera que las llamas que devoraban los monumentos convirtieron la primera fila del público en un auténtico infierno, a 60 grados. Como siempre, la piedad de los bomberos llegó a través del agua de la banyà, que anoche resultó una verdadera bendición.