Empezó tarde y acabó pronto. Estas cinco palabras podrían resumir la mascletà que lanzó ayer la pirotecnia Ferrández, de la localidad alicantina de Redován. Sin embargo, el disparo fue mucho más allá de lo que marca el reloj, fue muy potente, variado, con ritmo y humos, con juegos digitales y partes clásicas, con una intensidad máxima de principio a fin, en una muestra de que los terremotos no tienen que reservarse sólo para el remate final.

El espectáculo pirotécnico, el penúltimo del ciclo de Hogueras, arrancó con unos cinco minutos de retraso debido a que las asistencias médicas tuvieron que atender a cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, situadas en la primera línea de la zona de protección de la avenida de la Estación, que sufrieron lipotimias por el intenso calor que ayer se registró en la ciudad de Alicante. El inhabitual retraso fue justificado a través de la megafonía para evitar que los nervios acabasen en silbidos. «Alicantinos y visitantes, vamos a esperar porque tenemos que evacuar a unas personas y la salud importa más que la puntualidad de una mascletà», dijo micrófono en mano el presidente de la Federació, Manuel Jiménez.

Atendidos los afectados y trasladados a una carpa médica, la mascletà arrancó como si tuviera prisa. Y es que desde el primer segundo, la potencia se hizo dueña de Luceros. No hubo tiempo para prolegómenos, para esos juegos aéreos que sirven para consumir tiempo. Puede, eso sí, que luego lo echaran en falta, ya que la mascletà terminó veinte segundos antes de tiempo, por lo que no optará a la victoria del concurso oficial.

Más allá de los tiempos marcados, la plaza retumbó de principio a fin: lo hizo con truenos, combinados con otros elementos como silbatos o botes de humo. Los Ferrández de Redován, además, demostraron que no es necesario esperar al final para sorprender con un intenso terremoto terrestre.

La potencia no decayó en ningún momento, aunque el silencio llegó demasiado pronto a Luceros. Apenas cinco minutos y diez segundos después de su arranque, el disparo concluyó. Al público, sin embargo, le dio igual: la ovación a los pirotécnicos fue de las importantes, con dieces y pañuelos blancos en los balcones.

Entre los asistentes VIP, el delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues, y el alcalde de Elche, el socialista Carlos González.

En peligro y «banyà»

Antes de la mascletà, el calor y los balcones fueron también protagonistas, ya que desde la jefatura de los Bomberos se suspender la mascletà si no se cerraban todas las ventanas y se desalojaban los balcones de Luceros, en un intento de extremar al máximo la seguridad, tal y como habían requerido policías y bomberos por la mañana puerta por puerta. También se valoró la posibilidad de mojar al público, anticipando la «banyà» de hoy, para reducir la sensación de calor. Una y otra opción se quedaron sobre la mesa.