Los viveros de tomates con sus cubiertas de plástico blancas y sus manchas verdes de cultivos, son una de las imágenes más reconocibles de la partida rural de Vallonga, un nombre cuyo origen aludiría a «valle largo» según aseguran sus vecinos que lograron en 2007 que el Ayuntamiento los reconociera como Vallonga a secas, tal como se denominaba en su origen, y no como Pla de la Vallonga que es como durante años se llamó a la partida. Lograban así diferenciarse del polígono industrial del mismo nombre, el primero creado en Alicante en 1962, aunque en la pedanía se encuentra además el polígono de las Atalayas, ocupando ambos una extensión de más de dos millones de metros cuadrados.

Aquí, a los pies de la sierra de Fontcalent, viven casi cuatrocientas personas, según el censo de la partida, que se reparten sobre todo en dos núcleos urbanos: Lo Xeperut y Cueva Santana, separados por la autovía que parte en dos la pedanía. De hecho, cada zona tiene unas peculiaridades y unos problemas distintos que reivindican las dos asociaciones de vecinos que existen en Vallonga.

La Asociación Vallonga Cueva Santana lleva décadas luchando para conseguir agua corriente en esta zona donde hay alrededor de medio centenar de viviendas, en su mayoría sin más agua que la que extraen de pozos o que llevan con cubas. La presidenta de la asociación, Antonia Izquierdo, recuerda que «hace tres o cuatro años volví a solicitar el agua pero hay varios problemas como el coste, además de que las tuberías han de cruzar por un camino para el que no dan permiso los propietarios», y tampoco ayuda la catalogación como rural del terreno. «Nos tienen olvidados», denuncia Antonia Izquierdo, «pero sin embargo pagamos los mismos impuestos que cualquiera». Otros problema de Cueva Santana son el mal estado de los caminos y su suciedad «porque no pasan para desbrozarlos», así como la falta de transporte público y la deficiente señalización de la zona.

Algunos de estos problemas los padecen también sus vecinos del otro lado de la autovía que consideran que, frente a otras pedanías, las administraciones públicas les han ignorado. «Por ejemplo, en el Plan E y el Plan confianza del Gobierno y de la Generalitat se apoyó a algunas partidas y nosotros no vimos ni un euro», señala el presidente de la Asociación de Vecinos Lo Xeperut de Vallonga, Diego Moya, acompañado de la vicepresidenta, Remedios Ruiz, el secretario, Gabino García, y el tesorero Juan Gómez.

Con todo, los vecinos últimamente están esperanzados porque, tras años de gestiones, el Ayuntamiento ha anunciado el inicio de las obras de la plaza Lo Xeperut. Se trata de un área en la que, de momento, sólo hay un par de columpios desangelados y donde se ubican las dependencias de la asociación de vecinos; en realidad, una pequeña caseta de obra donde se reúne la directiva de la asociación. La reforma de la plaza contempla la instalación de una pista deportiva polivalente, una zona ajardinada y pavimentación en condiciones. Además, para el próximo año les han prometido la construcción de unas dependencias decentes para la asociación de vecinos, de forma que los habitantes de Vallonga no tengan que ir al centro social del Rebolledo para realizar actividades y talleres.

La cercanía y el tamaño del Rebolledo hace que los vecinos de Vallonga tengan que desplazarse a la partida vecina para casi todo, ya que allí tienen el colegio para los niños, el consultorio médico y la farmacia, así como el centro social, bares y las tiendas donde comprar en caso de urgencia. Además, también mantienen un contacto frecuente con Torrellano.

Atraviesa la partida el canal del Taibilla y, además de la extensiones agrícolas actuales, quedan restos de la vieja agricultura tradicional como antiguas casa de labranza o un viejo aljibe abrevadero que se incluye en la propuesta de una ruta rural por la zona elaborada por el Ayuntamiento y que, arrancando de la plaza Le Cheperut, pasa por la vieja casa de labor de los Jesuitas, la casa Le Cheperut, el Pino Cueva, considerado uno de los más antiguos de la pedanía, y las lagunas de la partida que surgieron a raíz de la extracción de arcilla para cerámica y que en la actualidad empiezan a poblarse de aves acuáticas.

La imagen de Vallonga actual se asocia a los viveros con sus cubiertas blancas. De hecho, parte de sus pobladores llegaron sobre todo de Andalucía para trabajar en la agricultura. A principios del siglo XX, en Vallonga sobre todo había vid, algarrobo y almendros. Los tomates fueron poco a poco ganando terreno aunque en la actualidad también hay pimientos, así como naranjos y mandarinos.

Repartidas por la pedanía siguen en pie en diferente estado de conservación viejas casonas como la Finca La Torre y la del Poblet de Borgunyó del siglo XVIII reconvertida en restaurante. También se mantienen la Casa Lo Xeperut -actualmente llamada Casa del Lago- aunque sucesivas reformas han modificado su diseño. La Casa Carmen, la Casa Nueva y Lo Caraz son otras casonas que se destinaron a acoger a los jornaleros que llegaban a Vallonga para trabajar en las plantaciones de tomates en los años 60 y 70 del siglo pasado.

Los vecinos de Vallonga se muestran orgullosos de la partida, de sus extensiones verdes y su historia, pero consideran fundamental que la administración compense el retraso en infraestructuras de la partida. Entre sus reivindicaciones, además de la reforma de la plaza y el centro social, se encuentra una marquesina en la parada de autobús escolar, la reforma de la calle Casillas para eliminar un estrangulamiento en el vial cuya reforma llevan pidiendo desde 1999, y el retranqueo de un muro en una curva peligrosa en el camino Lo Cheperut.

La falta de alcantarillado y el insuficiente transporte público son otras reivindicaciones que comparten con Cueva Santana y con el resto de partidas rurales. También aquí piden una modificación del Plan General de Ordenación Urbana para poder construir «ya que muchos jóvenes se están yendo porque es imposible disponer de las hectáreas que exigen para hacerse una casa», señalan los vecinos.

Otro problema de la partida es la cercanía del vertedero de Fontcalent que les provoca malos olores. Vallonga, como el resto de pedanías de la zona, ha pedido que, dado que soportan las molestias, también les repercutan los beneficios del vertedero.