A lo largo de 80 años, esperanza de vida de los españoles, haremos más de 90.000 comidas. No hay otra actividad que repitamos más que el momento de la ingesta, pero niños y mayores se alejan en la provincia del concepto de dieta mediterránea, pese a que durante siglos el comer sano ha sido todo un placer. La Cámara de Comercio y la Diputación han diseñado un ambicioso programa para educar el gusto con talleres en centros de la tercera edad y en colegios, viralizándolos por internet, para recuperar algo que Alicante no debería haber perdido: la capitalidad mundial de la dieta mediterránea, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Porque si iniciativas de prevención del sobrepeso han funcionado en los países nórdicos, en Australia y Nueva Zelanda, cómo no van a tener éxito en una provincia que tiene los mimbres, porque su tierra y su mar dan los frutos ideales. Lo piensa Gregorio Varela, presidente de la fundación y del comité científico que respalda un proyecto que de momento arranca en Elche, Torrevieja, Dénia e Ibi con el lema «Municipios con estilo de vida saludable». Estos ayuntamientos aprobaron adherirse a la declaración que promulgó hace cuatro años la Organización Mundial de la Salud para priorizar las políticas de prevención del sobrepeso desde el ámbito más cercano.

Según los estudios más recientes, uno de cada tres menores alicantinos sufren sobrepeso y obesidad, y los problemas de salud con los que se asocian se adelantan cada vez más. «Eso no lo podemos permitir», señala Varela, una de las eminencias nacionales en nutrición, que alerta de otra tendencia preocupante: lo mal que comen las personas de la tercera edad que cada vez en mayor número viven solas, y que van perdiendo el interés por cocinar y comprar fresco. «Comen demasiado congelado, recalientan mucho porque sólo se cocinan una vez a la semana. Y tienen miedo, por la seguridad alimentaria y porque tienen que manejar el gas. Los servicios sociales de los ayuntamientos tienen que incorporar la cocina en la ayuda domiciliaria».

¿Y cómo se puede conciliar, y degustar un buen cocido entre semana, en un país de interminables horarios laborales? El experto reconoce que no es sencillo, pero que se trata de priorizar , «sin obsesiones», desde la temprana edad del comedor escolar hasta cuando salimos de tapas, hábito gastronómico que, según avanzó, también aspira a ser declarado Patrimonio de la Humidad.

Los niños son otra historia. Hay que llevarlos a la compra, hacer con ellos el desayuno y compartirlo al menos 15 minutos en familia, procurando que tomen siempre cereales, lácteos y fruta ya que esta comida les aporta un 20% de la energía que necesitan al día y «no se está cumpliendo». Deben familiarizarse con el aceite de oliva virgen extra, comer cinco raciones de frutas y verduras -sólo están tomando 2.2 de media-, tomar legumbres cocidas en invierno y en ensalada en verano, más arroz, y nada de comer solos ni delante del ordenador.

La Diputación quiere dotar de un «anclaje territorial» a un patrimonio intangible como es la dieta mediterránea. «Si consiguiéramos que las culturas anglosajonas o árabes pensaran en Alicante como cuna de un modelo de vida de gente más sana que necesita, gracias a su dieta, acceder menos al sistema sanitario, conseguiríamos de paso potenciar nuestros sectores económicos», explica su vicepresidente, Carlos Castillo. De ahí que la entidad provincial quiera embarcar en el proyecto a sectores como el agroalimentario, la hostelería, el sanitario o el deportivo «porque es un modelo exportable al resto del mundo». El presidente de la Cámara de Comercio, Juan Bautista Riera, dijo por su parte estar convencido de que una gran parte del turismo que visita la provincia y se queda aquí a vivir lo hace por la forma de vida y la dieta mediterránea.