«Un buen sitio para promocionar las Hogueras y muy importante para el desarrollo económico de provincia». Así ve Sofía Escoda, desde hoy y durante una larga semana novia de Alicante como Belleza del Foc, el papel del aeropuerto mientras en sus adentros sueña con otros mundos por conocer: India, China, Vietnam, Japón, destinos que la llevarán a la terminal de Alicante-Elche si logra hacer sus planes realidad. Y si Alicante es, desde ya, el plató de las Hogueras, el aeropuerto se convierte en otro escenario de la Fiesta. Porque mientras los cohetes de la malacate vuelan hacia el cielo, por allí arriba, a miles de pies de altura, entran los aviones que nos traen turismo en Hogueras, principal puntal de la economía provincial. Estas fiestas aterrizarán en el aeropuerto de Alicante-Elche más de 332.000 viajeros, de 124 destinos distintos, empezando por Alborga (Noruega) y acabando por Zurich (Suiza), muchos para iniciar las vacaciones con la Fiesta del verano.

Por las calles, turismo nacional y extranjero disfrutará de monumentos que rayarán muchos de ellos a gran altura, de la pólvora, la música y los desfiles. Y del abanico de colores de las faldas de novia alicantina a las que se ve desde lejos por su mantilla a punto de nieve.

Las protagonistas de las Hogueras 2017 han tenido la oportunidad de conocer las entrañas del aeropuerto y recorrerlo a pie de pista en el 50 aniversario de la terminal, la quinta de España y la 14 de Europa en tráfico de pasajeros, con 12,3 millones de viajeros el último año. Mucho camino se ha recorrido desde el primer vuelo que salió de El Altet el 4 de mayo de 1967 destino Madrid. Es el aeropuerto todo un mundo que da trabajo a más de seis mil personas. Mueve al año más de 87.000 vuelos, se gestionan más de 3,3 millones de equipajes, hay más de 1.300 carritos para maletas en uso, y hay 23 tiendas y otros 18 establecimientos de restauración destinados a los pasajeros.

Entre los empleados están los controladores, técnicos, personal de mantenimiento...y los señaleros, encargados de guiar a los aviones cuando aterrizan en pista para llevarlos al lugar que les corresponde. Un trabajo que se obtiene por oposición y tras pasar un exigente psicotécnico, a la vez que «muy vocacional», como explica uno de los coordinadores, Yannick Robert. Malfeita «Es algo que te tiene que gustar, pasas frío, calor, el viento, la lluvia. Yo estoy encantado porque en una oficina me ahogaría. Sarna con gusto no pica. Y se cobra bien».

En las pistas de El Altet trabajan 21 señaleros, una jefa y cinco más en formación. La Belleza y sus damas siguieron las indicaciones de Malfeita sobre la pista, mientras él contaba que «tenemos muchísimo trabajo». «Llevamos todo lo que es seguridad en la plataforma, salvo la policial, de la que se encargan la Guardia Civil y la Policía. La seguridad laboral es nuestra, la operacional de los vehículos, de los aviones, los llevamos de un sitio a otro. Y controlamos los detectores de velocidad para multar a (los trabajadores) que van muy rápido por las pistas, porque la velocidad está limitada a 30 kilómetros hora. Por aquí hay que llevar acreditación, carné especial...». Para hacer su trabajo emplean paletas reflectantes y por la noche también espadas de color tipo «Darte Vadera».

Porque la seguridad es máxima. Aunque la Belleza del Foc y sus damas estaban acreditadas y se accedió a las pistas en un vehículo de Abena, hubo que pasar un férreo control, como el de los pasajeros, con cinturones y zapatos fuera, bolsos por el escáner y festeras por el arco de seguridad. Sobre la plataforma, el señalero mostró también la zona donde estacionan avionetas y pequeños aviones privados, y nos llevó hasta la halconera. El papel de rapaces como Ginebra, Lis o Patrick es fundamental para evitar que otras aves puedan chocar en vuelo contra los aviones. En El Altet hay 14 halcones, algunos de ellos criando. Daniel Gil, el halconero, le puso a tres de los ejemplares el antifaz y entregó a la Belleza y a un par de damas el guante para que pudieran cogerlos. «Para mí es todo tan novedoso...La pista, los halcones, aunque me dan respeto». Sin embargo, lo hizo estupendamente, acarició al suyo y lo sostuvo con seguridad.

Pero si hay una festera a la que las Hogueras le han cambiado la vida en los últimos meses es la Dama del Foc Sonia Guerrero. Ella, que nunca había pisado un aeropuerto como viajera, ha conocido Lisboa gracias a la Fiesta, y ha superado ese miedo a volar de la primera vez, siendo consciente de graves situaciones que han ocurrido con ataques a y con aviones. Pero la seguridad máxima le tranquilizó. Como cuando, en los controles hacia Portugal, les revisaron los moños de novia alicantina porque los ganchos hacían sonar continuamente el arco de metal. Y de paso ha podido conocer por dentro el aeropuerto, una infraestructura en cuyo peso sobre el desarrollo de la provincia como vehículo de turismo tuvo oportunidad de profundizar en el primer curso de su carrera de Historia, en la que ya está titulada, en la asignatura de Geografía Humana. Algo que le fascinaba desde antes, ya que también tocó el tema del aeropuerto de Alicante, «uno de los mejores», en el instituto.

«Esto es como una ciudad en pequeño, está continuamente cambiando. No te puedes quedar quieto». Lo dice Santiago Martínez-Cava, director del aeropuerto hasta el 1 de junio (cuando le relevó Tomás Melgar), quien ha vivido el despunte de la terminal en la última década y los actos del 50 aniversario.

En su despedida, el ya exdirector destacó el papel de la Bellea y sus damas como «embajadoras» de las Hogueras y el peso de unas fiestas declaradas de Interés Turístico Internacional a la hora de atraer nuevos visitantes que llenan de negocio la hostelería y el turismo, como apunta Nayma Beldjilali. Dama del Foc de raíces argelinas por parte paterna, es una amante de la cultura mediterránea y le atraería viajar a Egipto y Tailandia. Para ello ahorra. «Los turistas que llegan por el aeropuerto dejan dinero en la ciudad, además de conocer y disfrutar de la Fiesta. Con el clima que tenemos en junio, la abarrotan».

Otra dama viajera es Rocío Cervera, a la que le gusta hacer alguna escapada cada año, confiesa, «conocer sitios nuevos, museos, otras culturas...Roma me gustó mucho. Además, viajar es especial, en el aeropuerto estás nerviosa, con el gusanillo en el estómago y ganas de volar a un sitio que no has visto nunca, pero con el checking el tiempo se pasa rápido». Su compañera en la corte de fuego Andrea Such ha viajado por España, y conoce Turquía, las islas griegas, París, y Lisboa, gracias esta última a las Hogueras. «El aeropuerto es muy beneficioso para la provincia, genera un gran movimiento», apunta. «A nivel de ingresos es importante, y crea trabajo. Al ser una terminal internacional bien conectada favorece el turismo, tan importante para Alicante». Lo dice Cristina Cutanda, que en su lista de viajes ya tiene Roma, Escocia, Grecia, París y Malta.

Barcelona y Londres son en cambio las ciudades favoritas de Lorena Melendez. «En Alicante, al vernos con los coches oficiales, unos turistas nos preguntaron si éramos miases y les hablamos de las Hogueras», cuenta. En el aeropuerto las siete se convirtieron en embajadoras de la Fiesta conversando con unos ingleses. Ellos les preguntaron si eran famosas, ellas les hablaron de las Hogueras y los turistas replicaron, para su deleite, que ya conocen nuestras fiestas de fuego.