Conseguir que Europa sea independiente tecnológicamente hablando, al tiempo que las empresas sean más seguras y competitivas y propiciar el avance de la ciencia y la medicina. Estos ambiciosos objetivos son los que busca el denominado EuroHPC que fabricará cuatro supercomputadores, dos para 2021 y otros dos para 2023, en virtud de un reciente acuerdo firmado por España y otros seis países del viejo continente.
Así lo explicó quien posiblemente lidere este proyecto, el investigador y director del Barcelona Supercomputing Center, Mateo Valero, que esta tarde, a las 19 horas, ofrecerá la conferencia «Supercomputación: motor para la ciencia y la ingeniería» en la Sede de la Universidad de la calle San Fernando y que cierra el Aula de la Ciencia y la Tecnología hasta el próximo octubre.
«En Europa no fabricamos hardware, de manera que dependemos de lo que nos quieran vender fuera y perdemos libertad de acción. Además estás expuesto a que te metan algún troyano y te pillen la información», señaló Valero. Con el desarrollo de este hardware Europa disfrutará de «soberanía informática» por una parte y por otra, «entrará en la Fórmula 1 de la supercomputación y podrá competir con Estados Unidos, China y Japón», añadió.
Además, el desarrollo de esta «megatecnología» para la que Europa ya ha acordado invertir 120 millones de euros en una primera fase, que se convertirán «en unos pocos miles de millones» en un futuro próximo, servirá para el desarrollo industrial, médico, científico, de Defensa e incluso ecológico.
«Este desarrollo propio es fundamental para la seguridad -aunque no necesariamente para los ataques cibernéticos que tienen defensas diferentes- y es un nuevo instrumento muy potente al servicio de la ciencia tanto básica como aplicada», destacó este experto.
El software propio del que ya dispone el centro que dirige Valero, con el que se ejecutan aplicaciones que ayudan a Repsol a buscar petróleo o a Iberdrola con los aerogeneradores se multiplicará de forma exponencial. Con los supercomputadores se beneficiarán la industria aeronáutica, ya que tendrá aplicaciones para simular cómo vuela un avión o comprobar la resistencia de materiales para hallar nuevos componentes; la automovilística, en pleno desarrollo de coches autónomos; la medicina por ejemplo para el estudio de la influencia de los genes en el cáncer; en incluso social con tecnología al servicio de predecir el cambio climático.
Actualmente el supercomputador más potente está en China, con una capacidad de diez elevado a diecisete operaciones por segundo. Los cálculos de los expertos indican que cada década se consigue multiplicar por mil el exponencial de los procesadores para hacerlos cada vez más rápidos y potentes generando al mismo tiempo nueva tecnología.
