Intentar hablar de la pedanía de Monnegre como una unidad es imposible. Aquí hay laderas y barrancos, zonas urbanas independientes sin apenas conexión entre ellas, huertas, viejas casas de labranza, y numerosos restos de infraestructuras hidráulicas como los vestigios del acueducto romano que llevaba agua desde Tibi hasta Alicante y que están excavando arqueólogos del Marq. Y además, está el río en el que todavía es posible remojar los pies a su paso por Monnegre de Abajo, y eso que con este calor el caudal no tiene nada que ver con el que había hace unos meses. Además, parte de la pedanía depende de Alicante y otra parte de Mutxamel lo que provoca por ejemplo que en el Portell de la Moleta haya calles con iluminación - las que dependen de Alicante según los vecinos-y otras, que dependen de Mutxamel, que se quedan a oscuras en cuanto anochece.

Respecto al área que depende de Alicante, la zona más rural y tradicional es Monnegre de Abajo, una zona marcada por el paso del río que nace en la Foya de Castalla, donde recibe el nombre de río Verde hasta el pantano de Tibi donde ya se denomina Monnegre y que desemboca en El Campello ya como Río Seco por su falta de agua en este tramo.

En el Monnegre de Abajo no hay muchas casas y parte de ellas ni siquiera tienen luz eléctrica. Por supuesto, tampoco tienen alcantarillado ni agua corriente y sus caminos son impracticables. Aquí tiene una casa la familia del presidente de las Fiestas de Monnegre, Yoel Montoro, un joven de 19 años enamorado de la partida que está luchando para que se ponga en valor y se recuperen algunos de los restos de la vieja aldea como las antiguas escuelas que llegaron a acoger hasta a 60 niños de la zona. A través de las ventanas de la vieja casona, se ven varios pupitres y la mesa de la maestra que vivía junto al colegio en una casa que durante años utilizaron los vecinos como lugar de reunión para organizar las Fiestas «hasta que nos la cerraron y ahora todo está abandonado. Pedimos que esto se sacara a concurso para hacer un hotel rural, luego que se adaptara y se hiciera una sede de vecinos y fiestas para todo Monnegre, y también hemos pedido que se haga aquí un museo etnológico, pero nada ha prosperado».

Para reformar las viejas escuelas haría falta primero arreglar los caminos de acceso por los que parece difícil que circule hasta un todoterreno y mucho menos camiones con material de obra. Sin embargo, aunque algunas de las viejas casas centenarias que había junto a la escuela están que se caen a pedazos, los dueños de otras se las están arreglando para rehabilitarlas como están haciendo con la que durante años albergó una tienda de ultramarinos que daba servicio a la zona.

Las casas de Monnegre de Abajo se articulan a ambos lados del barranco por el que pasa el río que puede cruzarse por una pequeña pasarela de madera, apenas un par de tablas, que puso el Ayuntamiento en marzo evitando así que los vecinos tuvieran que saltar de piedra en piedra para no mojarse los pies.

Aquí está la casona del viejo molino que sus propietarios disfrutan los fines de semana, o la casa y la huerta del Molí Busot que en el pasado abastecía de cítricos y verduras al hospital de Sant Joan y cuyo terreno en la actualidad sigue trabajándose.

Por el viejo camino entre Xixona y San Vicente, ahora dedicado a Desiderio Carbonell Jerez, el vecino más longevo de Monnegre, se llega a un área de esparcimiento. O algo parecido. Y es que, tras la petición de los vecinos, el Ayuntamiento ha puesto dos papeleras, una mesa con dos tablones para sentarse y dos árboles que apenas dan sombra. «Esto debería ser un merendero aprovechando la cercanía del río, pero se ha quedado en nada. Ni siquiera vacían las papeleras, que llevan sin recogerse desde marzo», señalan Yoel y su madre Inés, quienes también consideran que se debería finalizar la rehabilitación del antiguo lavadero llamado ahora de Concha Sirvent en honor a otra mujer de la partida.

«Aquí hacen falta muchas cosas», señala Yoel Montoro. «En enero hicimos un informe al Ayuntamiento pidiendo, entre otas cosas, que arreglaran los caminos y que se diera luz y agua a las casas que no las tienen. Hicieron lo de la pasarela del río y lo del merendero, y arreglaron un poco el viejo lavadero, y de momento no hay para más».

Núcleos urbanos

Diferentes problemas tienen en otros núcleos de la pedanía como Valle del Sol con reivindicaciones históricas por el alcantarillado, las aceras y la deficiente limpieza. O como el Portell de la Moleta, una zona de chalés y casas de campo donde hay un centenar de viviendas, casi la mitad ocupadas durante todo el año según señalan Toñi Moya y Mari Carmen Rodríguez, vocal y tesorera de la Asociación de vecinos El Portell de la Moleta.

El Portell es una zona de campo que se ha ido urbanizando y en la que se han ido construyendo chalés. «Aquí se vive muy bien y muy relajado», señala Toñi Moyá, quien optó por dejar su piso en Alicante y vivir aquí todo el año.

El lugar de reunión de la zona es el parque José María Rodríguez, dedicado al fundador de la asociación de vecinos y padre de Mari Carmen quien, según cuenta su hija, «empezó con una cabra y llegó a tener hasta 300 ovejas». En esta plaza se celebran las fiestas del Portell, hay columpios y aparatos de gimnasia para mayores y una caseta donde realiza sus actividades la asociación de vecinos.

Uno de los mayores problemas de la zona, es, como en la mayoría de partidas rurales, el transporte. «Si no tienes coche, aquí no se puede vivir», indican las vecinas. Otras quejas son las deficiencias del asfaltado, pagado en muchos casos por los vecinos, caminos y viales en mal estado y la ausencia de agua potable. Parte del Portell de la Moleta depende de Mutxamel. Al preguntarles a las vecinas si gestiona mejor esta localidad o Alicante, responden que la capital. «En la parte de Alicante, por ejemplo, hay alumbrado público, y en la de Mutxamel no»

A los vecinos de Monnegre les corresponde el médico en Mutxamel y el hospital de Sant Joan. Por otra parte, la mayoría de los niños de la zona van al colegio en Mutxamel. Como otras partidas, en Monnegre se está notando en los últimos años la llegada de familias jóvenes que prefieren vivir en el campo y que poco a poco, van rejuveneciendo la zona.