No se te va a derrumbar el techo encima como puede ocurrir en una mina, ni te vas a caer de un andamio como en la construcción, pero el trabajo de oficina no está exento de riesgos y de enfermedades laborales aunque con frecuencia no son reconocidas como tales. Y es que no siempre es fácil demostrar que ese fuerte dolor en las cervicales se debe a una postura inadecuada en el trabajo o que la visión ha empeorado por culpa del ordenador.

A juicio de Juan Francisco Richarte, responsable de Salud Laboral de UGT de Alicante, «el trabajo de oficina está subestimado en relación a los riesgos laborales que acarrea. Hay sectores como el metalúrgico o el de la construcción con muchos accidentes, y parece que lo de la oficina sean tonterías, pero ni mucho menos».

También el responsable de Salud Laboral de CC OO en Alicante, Javier Pérez, cree que no se deben minimizar los problemas que genera el trabajo en oficinas y despachos pero que con frecuencia se consideran enfermedades o trastornos comunes y no se reconoce su relación con la vida laboral.

Los expertos en prevención de riegos laborales señalan que además de riesgos genéricos como caídas, choques o contusiones por tropiezos, pequeños cortes o pequeñas descargas eléctricas, el trabajo en oficina engloba tres tipos de riesgos específicos: los ergonómicos que se deben a posturas inadecuadas del trabajador o a una mala colocación de la mesa, la silla y el ordenador. Un segundo tipo de riesgos son los ambientales, debidos a una mala iluminación, ventilación y climatización de la oficina, y en tercer lugar se encuentran los riesgos psicosociales relacionados con el tipo de tarea, la organización en el trabajo y las relaciones con jefes, compañeros y subalternos.

Desde el punto de vista físico, los riesgos laborales de la oficina derivan de un trabajo prolongado sin cambiar de postura, casi exclusivamente sedentario, que provoca daños posturales. Tal como ha señalado Juan Francisco Richarte, «la OIT (Organización Internacional del Trabajo) recomienda que no se esté ante la pantalla del ordenador más del 50% del tiempo de la jornada laboral. Se supone que el otro 50% del tiempo se debería utilizar para otro tipo de tareas como archivo, pero esto es sistemáticamente incumplido».

La legislación marca con claridad cómo debe ser la silla, la mesa, el ratón, la altura del ordenador, la luz y la postura del trabajador, así como la necesidad de que se tomen pequeños descansos cada poco tiempo, pero no siempre se cumple, por lo que en este sector son frecuentes los dolores y lesiones musculoesqueléticos en los hombros, cuello y espalda, así como los trastornos circulatorios en las piernas.

También están aumentando los casos de síndrome del túnel carpiano, una compresión de los nervios de la muñeca derivada del uso constante del teclado y el ratón del ordenador. «Se pensaba que esto solo afectaba a trabajadores de almacenes de fruta o a cajeros, pero también afecta al trabajo de oficina», indica Richarte.

El uso constante de la pantalla del ordenador genera problemas en la vista aunque no se suele reconocer como enfermedad laboral según denuncian los sindicatos. En cualquier caso, los especialistas consideran que la mayoría de personas que utilizan pantallas más de cuatro horas al día tienen problemas en la vista como fatiga visual, visión borrosa, doble visión, tensión ocular, escozor, dolor de cabeza y empeoramiento de los problemas oculares preexistentes. A juicio de los expertos en salud laboral, una distancia a la pantalla adecuada, una iluminación correcta y la realización de pausas cada hora y media o dos horas reducirían estos problemas.

Últimamente se ha diagnosticado un síndrome relacionado con este sector hasta el punto de denominarse «enfermedad de la oficina». Se trata, tal como ha apuntado Javier Pérez, de la lipoatrofia semicircular, un trastorno de la grasa subcutánea que se manifiesta por la aparición de hundimientos laterales en los muslos o en los antebrazos, habitualmente en las mujeres, y que produce molestias, picor y en algunos casos dolor. Según un estudio de CC OO, la lipoatrofia semicircular aparece sobre todo en edificios de reciente contrucción, los denominados edificios «inteligentes», altamente tecnificados y con grandes campos de electricidad, de forma que el trabajador recibe descargas de energía estática imperceptibles pero que pueden generar la lipoatrofia.

Precisamente, el propio diseño de las oficinas provoca con frecuencia daños a los trabajadores. Habitualmente se trata de espacios cerrados y mal ventilados, por lo que puede haber concentraciones más altas de contaminantes nocivos. Según la OMS (Organización Mundial de la salud), unos cuatro millones de muertes están causadas por la polución del aire en sitios cerrados. Además, los niveles cognitivos disminuyen en oficinas con peor calidad de aire empeorando el rendimiento laboral y generando irritación, dolor de garganta, dolor de cabeza, náuseas, mareos e infecciones respiratorias. «Últimamente los edificios se diseñan con grandes cristaleras que no se abren y sistemas artificiales de refrigeración y ventilación. Son lo que se llama edificios enfermos en los que los trabajadores sistemáticamente recaen en las mismas patologías todos los años», ha indicado Richarte.

Lo peor del trabajo de oficina, a juicio de los expertos en salud laboral, son, sin embargo, los aspectos psicosociales «como el estrés que deriva de la sensación de no poder afrontar el trabajo y que provoca ansiedad, depresión y muchas patologías», señala Juan Francisco Richarte quien además alude a famoso síndrome de estar quemado o síndrome de Burnout cuando el estrés se convierte en crónico y el trabajador está constantemente desmotivado.

Tanto Richarte como Javier Pérez coinciden en apuntar que las patologías de origen psíquico en este país no están reconocidas como laborales. «Estamos ante una verdadera epidemia. Las bajas psicológicas son el 25 del total de las incapacidades temporales pero suelen ser mas largas de las bajas físicas. El tema es tan gordo que aunque sean el 25% de las bajas, el coste se situa al 50% de las bajas, con lo cual el sistema de salud y la Seguridad Social se están comiendo la mitad de lo que gastan en bajas cuando no le corresponde porque son enfermedades laborales y deberían pagarlo las mutuas», indica Richarte. Por su parte, Javier Pérez considera que «no se adoptan medidas preventivas y no se da suficiente importancia a los riesgos psicosociales. En las empresas se limitan a mandar cuestionarios y la gente los rellena sin saber ni para qué. Hay muchos problemas en la organización del trabajo y no se dan soluciones».

Especialmente grave es la violencia laboral, que, a juicio de los sindicatos, es especialmente relevante en el trabajo de oficina con más casos de acoso sexual y acoso laboral que en otros sectores por la interrelación directa que suele haber entre trabajadores, supervisores y jefes y que provoca daños psicológicos en algunos casos muy graves a los afectados hasta el punto de tener que dejar su puesto de trabajo.