Buena parte del tráfico pesado entre Alicante y València, y más aún el que se dirige desde Andalucía oriental y Murcia hacia Cataluña y Francia, sigue la ruta por Villena y La Font de la Figuera, que tiene su punto más peligroso en la N-344. Esta carretera comunica las autovías A-31 y A-35 y soporta el paso de 6.515 camiones diarios, más otros 7.306 coches, según datos de 2016, y los accidentes graves se suceden con una frecuencia más que preocupante.

En 2008 se iniciaron las obras para transformar la N-344 en la autovía A-33, pero dos años después se paralizaron y aunque ahora se han retomado van a un ritmo muy lento. Compromís presentó una enmienda a los presupuestos de 2017 para destinar 40 millones a la finalización de la autovía y a la transformación de la travesía de la N-344 por La Font de la Figuera en un bulevar urbano, pero PP y Ciudadanos la han rechazado junto con el resto de propuestas de la formación valencianista. El objetivo era acelerar unos trabajos que, si se sigue el calendario marcado hasta ahora por el Gobierno, no terminarán al menos hasta 2020, una década después de lo previsto. Para este año se consignan finalmente 13,2 millones, pero el grueso se deja para los dos ejercicios siguientes. Así que mientras tanto la N-344 seguirá siendo un cuello de botella para el tráfico pesado, además de una de las vías más conflictivas de la Comunidad Valenciana por su elevada siniestralidad y un peligro para los 2.500 vecinos de La Font de la Figuera, dado que la carretera ahora mismo estrangula el casco urbano.