Es incolora. Pero ya no está tan claro que también sea inodora e insípida como enseñaban en el colegio. ¿A qué sabe el agua?, pues depende del tipo del líquido elemento que se beba. Y sabe distinta si es mineral, desalada, de manantial, de grifo, de mineralización baja... Lo comprobó ayer un grupo de alumnos que realiza el Curso de Sumiller que organiza la Cámara de Comercio de Alicante que durante unas horas dejaron el estudio del vino y sus características para evaluar el agua.

Para demostrar que hay distintos tipos y, sobre todo, para mostrar con evidencias en la mano que la que sale por el grifo es de calidad, Aguas de Alicante organizó una cata. La actividad se desarrolló en el Museo del Agua, en los Pozos de Garrigós, donde se colocaron seis vasos con el líquido cristalino que los alumnos debían calificar según su brillo, su fluidez, su color , su frescura y su sabor: dulce, salado, amargo y ácido.

El resultado fue que los alumnos lograron reconocer con bastante precisión la que era embotellada de la que había sido desalada, e incluso reconocieron el agua que había sido sacada de un pozo que suministra a poblaciones alicantinas, según explicaban los organizadores. Donde tuvieron más dificultad los futuros sumiller fue en determinar el agua con el punto salado y la que lo tenía amargo entre cuatro aguas que les presentaron. Sí les fue fácil reconocer la de sabor más dulce y la que lo tiene ácido.

La jefa del laboratorio de Aguas de Alicante, Isabel de Blas, con 25 años de experiencia, reconoció el mérito de los catadores, y explicó que los profesionales que se dedican a catar el agua pasan por uno estrictos cursos de formación de al menos tres años que les permite distinguir todos los matices que un agua puede ofrecer.

Antes de iniciar la cata, el director del Calidad de Aguas de Alicante, David Ribes, hacía una introducción en la que destacó la necesidad de mandar un mensaje positivo sobre el consumo del agua del grifo. Y ello porque las encuestas manifiestan que buena parte de los alicantinos reconocen no beberla y optar por agua embotellada o por instalar aparatos de ósmosis. Por el momento el 10% de los usuarios consume el agua que llega por las cañerías y el objetivo es doblar ese número porque, advierten, «es una percepción subjetiva el rechazo al agua que sale del grifo. En Alicante tenemos un agua semidura y no tiene en exceso sales minerales», contaba Ribes, quien incidió en los controles de calidad que pasa antes de llegar a los consumidores. Lo que la convierte en un agua «sanitariamente perfecta. Cumple los parámetros de la legislación sanitaria». Y añadía que «te podrá gustar más o menos, pero es perfecta». Ribes lamentaba que «nos valoran por el sabor. Las personas confunden el sabor con la calidad. Hacemos controles diarios y se analizan 40.000 parámetros al año».

Dentro de la campaña para fomentar el consumo, la compañía ha creado el lema «Un vaso de agua del grifo por favor» y reforzaban el mensaje a los catadores destacando que «es más ecológico beberla que reciclar las botellas de plástico de la que está embotellada».

En Alicante el agua de consumo se mezcla con agua de la desaladora y está considerada como semidura. Y la jefa del laboratorio advierte de que el sabor del agua lo da el calcio, el magnesio, el sodio, el potasio, el sulfato, el cloruro y el nitrato que contiene.

La experiencia ha sido tan positiva que Aguas de Alicante se plantea realizar estas catas de agua con distintos colectivos y asociaciones, incluso consideran interesante hacerlo con el equipo de gobierno.