Por su gran tamaño, su dispersión y su falta de un núcleo urbano, El Moralet ofrece todas las ventajas de vivir en el campo pero también muchos de los inconvenientes ya que más de la mitad de sus vecinos carecen de agua potable y de alcantarillado en sus viviendas, a las que acceden por caminos de tierra sin alumbrado público y sin asfaltar, y que, cuando llueve fuerte, se hacen intransitables. Estos problemas no disuaden de vivir aquí a más de 2.000 personas, según el censo, cifra que se triplica los fines de semana y las vacaciones de verano. Son vecinos que viven en casas de campo y chalés con terreno, piscina en muchos casos, y una tranquilidad y cercanía a la naturaleza de la que presumen.

«Me gusta vivir aquí por la tranquilidad y el silencio, se oyen los pájaros y hay un contacto real con la naturaleza», señala Vicente Aracil, presidente de la A.V.V. Moralet, la primera asociación de vecinos que se creó en Alicante en 1972. Por su parte, María López y Ana Sanz, de la Asociación Nuevo Moralet, resaltan el tipo de infancia de sus hijos. «Los niños se crían de otra manera, no tienen esa ansia por comprar porque además aquí no hay tiendas, juegan en el campo, con los bichos, la pelota, corren y montan en bici, y saben de plantas y de animales porque los ven a diario. Se crían más sanos».

En El Moralet un 19% de la población es menor de 18 años. Los niños acuden al colegio de La Cañada y aquí no tienen problemas porque aseguran que el autobús escolar funciona bien. «En el cole todos se conocen, igual que los padres y, si hay algún problema, se sabe de inmediato».

Un vistazo a la partida evidencia su pasado agrícola con algunas plantaciones de almendros y algarrobos aunque, según los vecinos, «es gente mayor a la que ya no le sale a cuenta cultivar». El Moralet en el siglo XIX y principios del XX era básicamente agrícola destacando el cultivo de olivos y viñas para aceite y vino, así como algarrobos y almendros. Cuatro grandes terratenientes se dividían el terreno. De aquellos tiempo quedan en la pedanía varias casas de labranza cuya protección han pedido los vecinos como la Finca don Jaime y la Finca de Morricone, así como varias casas residenciales en diferente estado de conservación. Poco a poco las tierras se fueron parcelando y vendiendo y en la actualidad la partida está salpicada de chalés y casas de campo en muchos casos ilegales, sobre todo en la zona noroeste de la pedanía. Los vecinos esperan que se apruebe pronto el nuevo Plan General de Ordenación Urbana que les permita regularizar la situación de las viviendas ilegales.

Aunque hay dos asociaciones de vecinos en la pedanía, sus relaciones parecer fluidas. Así, acompañan a este diario en su visita representantes de ambas. La cita es en la ermita, el punto de reunión de la zona a falta de un parque o de un centro social en condiciones, tal como señalan los vecinos. Junto a María, Ana y Vicente, encontramos a Rafael Rivera y Juani Alter, de la comisión de Fiestas Patronales Ermita del Moralet, y a Josefa Martínez, representante de la asociación de Jubilados y Pensionistas. Todos ellos destacan la calidad de vida que les da el vivir en el campo. «Yo vivía en San Blas y me harté de tanta fiesta», indica Vicente, a quien le encanta recorrer la partida en bicicleta. Por su parte, Rafael Rivera señala que vine a vivir aquí buscando libertad y espacio».

Parque y centro social

Los vecinos pasan de puntillas en la polémica suelta de vaquilla en la pedanía que el Ayuntamiento prohibió hace dos años, aunque admiten que «mucha gente solo sabe del Moralet que era donde se corría la vaquilla». Lo que sí reivindican es que en las instalaciones que usaban los vaqueros que van a ser derruidas, el Ayuntamiento cree un parque para los vecinos. «Somos de los pocos que no tenemos un parque donde reunirnos, que tenga columpios para los niños», indican, «y aparatos de gimnasia para los mayores», añade Josefa Martínez. «Nos dicen que lo van a ver pero que no hay dinero y personal», señala Vicente Aracil con resignación. También piden un local para las asociaciones de la pedanía ya que el que usan actualmente junto a la ermita no reúne condiciones, lo que no impide la realización de actividades como el «corro» que trabaja el esparto. «Hacemos alfombras, bolsos, y una vecina hizo hasta un tanga», señalan María y Juani riendo».

Junto a la ermita hay una pista de futbito «que se hizo con fondos del plan E de Zapatero» que usan los jóvenes de la zona para jugar al fútbol y para patinar y que también se utiliza en las fiestas de la partida.

Las fiestas patronales se celebran la última semana de agosto en honor de San Antonio de Padua y la Inmaculada aunque hubo un paréntesis de varios años en los que no hubo fiestas por cansancio de los vecinos y sólo se celebraba la suelta de vaquilla prohibida por el Ayuntamiento hace dos años. En junio se celebra el día del patrón San Antonio de Padua, con una misa, la elección de reinas y damas, concurso de paellas, hinchables, etc. Por otra parte, El Moralet tiene su propia cabalgata de reyes «que vienen en coche de caballos», y en septiembre organizaron una fiesta rociera que pretenden repetir este año, tal como señalan Rafael Rivera y Juani Alter.

Una de las principales carencias de la pedanía es que más de mil vecinos no tienen agua corriente en sus casas. Para paliar el problema se va a instalar en la partida la primera fuente inteligente de Alicante en la que los vecinos censados dispondrán de tarjetas con la que podrán sacar una cantidad de agua al día gratis.

La falta de transporte es otro inconveniente. «No hay autobuses más que los que pasan de Agost dos veces al día», un problema que esperan que se solucione con el anunciado taxi a demanda en las pedanías. La falta de asfaltado y de alcantarillado son otras quejas «sobre todo porque la gente paga de 800 a 1.000 euros de IBI y hay caminos que dan vergüenza». Efectivamente, los representantes vecinales no exageran cuando aseguran que hay caminos intransitables. Uno de ellos, llamado paradójicamente Avenida de los Ríos, tiene boquetes en los que puede meterse una persona hasta las rodillas como demuestra Vicente Aracil con guasa. «Se está esperando el dinero que el Consell aprobó para arreglar los caminos destrozados en las lluvias de hace unos meses, pero entre tanto hay muchos intransitables. Si no hay dinero para asfaltar, al menos podrían echar un camión de zahorra y posibilitar el paso». O asfaltar con cargo a los vecinos como han hecho decenas de ellos, incluidos Rafael y Juani.

Poda y enseres

Como el resto de pedanías, este año en El Moralet están teniendo un problema por la abundante poda debido a las lluvias en primavera, y la lentitud del Ayuntamiento en recoger los contenedores. Y luego están los enseres que muchos vecinos tiran por cualquier lado porque el punto verde les cae a 50 kilómetros. «Hemos pedido que nos permitan usar el de San Vicente», señala María López, e igualmente han solicitado que los jubilados del Moralet puedan utilizar las instalaciones deportivas públicas de San Vicente. De hecho, en la pedanía se recurre más a San Vicente que a Alicante a la hora de ir al médico o hacer las compras.

Y también está la falta de carteles. «No hay indicaciones para llegar, mientras que sí las hay para otras partidas de la zona», señala María. Por otra parte, muchas calles y caminos no tienen nombres «y en caso de una urgencia, los bomberos o la ambulancia se vuelven locos», indican,para añadir que «en el Ayuntamiento nos dicen que poner carteles es caro y que además, como muchas zonas son ilegales, no hay nombres».

Son muchas las necesidades de la zona, pero en la Junta de Distrito 5 no hay ningún representante del Moralet por lo que los vecinos piden un nuevo reglamento de Participación Ciudadana para que todas las pedanías tengan un representante en la Junta «y poder luchar directamente por todo lo que necesitamos».