La práctica insolidaria del accionista de Hawkers, que aparcaba su Ferrari en la plaza de minusválidos para evitar que el resto de los vehículos le rayasen las puertas, tiene más adeptos aunque en nuevas variantes.

El conductor de un Porsche 911 blanco aparca asiduamente en el parking del Puerto de Alicante ocupando el espacio destinado a dos coches.

El resto de usuarios han de dar vueltas hasta encontrar plaza en las horas punta de este aparcamiento privado, mientras que conductores insolidarios como el de la imagen, tomada esta misma mañana, ignoran la normativa del propio parking, que debería de cobrarle el doble por la estancia, y la que impone una mínima buena educación.