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«Las chicas son las más perjudicadas, lo de la acción de oro es una tontería»

Las conversaciones intervenidas a Miguel López evidencian una animadversión hacia su cuñado Vicente

Miguel López: «Las chicas son las más perjudicadas»

Un profunda aversión a su cuñado Vicente, a quien ante sus interlocutores insiste en responsabilizar del asesinato de María del Carmen Martínez por su gestión de los negocios familiares en Sudamérica, y la casi absoluta seguridad de que sabía que sus conversaciones estaban siendo intervenidas. Estas son las dos principales conclusiones que se pueden extraer del contenido de los pinchazos ordenados por el juez del teléfono de Miguel López, yerno de la víctima, principal sospechoso de su muerte y a quien la Audiencia acaba de ratificar la situación de libertad con cargos en que se halla desde hace dos meses.

Unas intervenciones que arrancan tres días después del asesinato de la viuda del expresidente de la CAM Vicente Sala y que se prolongan hasta las 21.27 horas del día anterior a su detención, el 8 de febrero, dos meses después del crimen. Las charlas, cuyas trascripciones ocupan casi dos centenares de folios incorporados al sumario, dibujan a una persona que ante sus amigos minimiza el conflicto empresarial que mantiene en pie de guerra a la familia (considerado por el juez, el fiscal y la Policía el móvil del asesinato) y lanza reiteradamente la hipótesis de que ha sido algo que su cuñado Vicente ha hecho en Sudamérica lo que ha provocado esta muerte. Todo ello aderezado con guiños al trabajo que viene realizando la Policía, que lo estaba escuchando todo.

El 18 diciembre, nueve días después del crimen, Miguel López recibe una llamada de una persona identificada como Carlos con el que, a juzgar por la charla, parece tener una relación de amistad. La transcripción recoge: «Miguel le dice que les han hecho mucho daño a la familia, que esto lo tenían muy bien calculado y les han dado donde más daño podían hacer. Miguel dice que los hombres (por la Policía) están haciendo su trabajo pero que son todo especulaciones y que él tiene claro que esto viene de fuera. Que esto a las chicas (en alusión a su mujer y sus otras dos hermanas) es a las que más les perjudica y que la acción de oro (que la víctima pretendía traspasar a su hijo y a lo que sus hermanas se oponían, el detonante del asesinato según los investigadores) es una tontería y que esto (por la muerte) viene porque le han hecho daño a alguien. Que Vicente iba a abrir una fábrica en Argentina que les han parado».

Un idea que repite en varias conversaciones, como en otra con un amigo que parece ser guardia civil al que le dice: «Seguro que esto viene de alguien al que le estábamos haciendo daño. O le hemos jodido. O en Brasil. O en Argentina. O en México o en Colombia. O en Perú. Donde estamos. Es que el 80% de nuestros ingresos vienen de allí. Y encima lo lleva mi cuñado. ¿Sabes? Que uno de los problemas que teníamos es que de allí no nos contaba nada».

Sorprende de estas escuchas que pocas semanas después del crimen el sospechoso apenas haga referencia a él y que sus conversaciones se centren casi exclusivamente en cuestiones laborales, motivo por el que la Policía considera que utilizaba otro teléfono para comunicarse además del que sabía que tenía intervenido.

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