«Hace tres años no teníamos dietistas y ya hemos contratado a dos profesionales en nómina». La reflexión del propietario de una de las empresas de comedores escolares de la provincia da idea del nivel que ha alcanzado la alimentación en los colegios en poco tiempo, equiparable ya a la de los restaurantes pero por un precio bastante más económico.

Por eso constituye una de las principales reivindicaciones del sector que se revise el precio del menú. Fijado a 4,25 euros al día en los centros escolares de la Comunidad, la comparativa nacional evidencia la distancia con respecto a Cataluña, por ejemplo, donde cuesta 8 euros al día. «No pedimos más que 25 céntimos más por menú para poder cubrir gastos», apuntan.

Los alimentos ecológicos, que exigen su correspondiente certificado con un sellado específico, así como el incremento progresivo de variaciones diarias de platos del día -30 entre 400 menús- para atender de modo individual a los niños con cualquier tipo de problema alimentario, contribuyen a encarecer un servicio que desde la inspección de Sanidad también se controla a diario.

Más legumbres

«Desde la Conselleria de Sanidad se van a actualizar las recomendaciones de la elaboración de los menús, pero siempre de forma genérica en cuanto a consumos semanales de pescado blanco o de legumbres, sin especificar la especie», subrayan desde el departamento que dirige la consellera Carmen Montón.

Todo apunta a que habrá que comer más veces a la semana legumbres, por ejemplo, pero no mucho más, porque el control de la inspección desciende incluso a la trazabilidad del producto, es decir, su procedencia desde el minuto cero con su correspondiente etiquetado y resto del recorrido hasta que llega a la mesa y se da de baja en el almacén. Una cadena que da quebraderos de cabeza para cumplir a rajatabla.

«El inspector también contabiliza las veces que hay que poner en la mesa proteínas, hidratos de carbono, verduras o legumbres y, tras evaluarlo, lo remiten a Sanidad».

La calidad del menú escolar, por tanto, no se concreta únicamente en una nutrición de nivel. También obliga a respetar cualquier dieta terapéutica o alergia alimentaria a partir de los 15 iconos de alérgenos que producen intolerancia, como en la carta de un restaurante».

Entre el control sanitario y la exigencia cada vez mayor de las familias y, por ende, de los colegios que contratan el comedor, las empresa van «mucho más allá de lo que exige la ley» para cumplir las expectativas del mejor menú.