Ni un paso atrás. El conseller de Educación, Vicent Marzà, ratificó ayer su política educativa ante los numerosos representantes del sector de la enseñanza que asistieron al encuentro organizado por el Foro Club INFORMACIÓN-Universidad-Bankia.
El máximo dirigente educativo en el Consell reiteró con firmeza su apuesta por un plurilingüismo diseñado en seis niveles, para adecuar a cada barrio la enseñanza en lenguas, castellano, valenciano e inglés, según su entorno. Y porque hasta la Lomce, «que no nos gusta» -recalcó-, «dice que se deben aprender las dos lenguas oficiales. Es una equivocación pensar que un alumno sólo aprende en una determinada lengua», sopesó.
Marzà se dirigía expresamente a los impulsores de la manifestación que este viernes han convocado padres de la enseñanza tanto pública como concertada en Alicante contra el decreto de plurilingüismo. La normativa que se estrena este próximo curso concitó, junto a la supresión de conciertos de aulas, la mayor parte de las cuestiones formuladas por los asistentes y que el director de INFORMACIÓN, Toni Cabot, le fue trasladando al conseller.
Que «solo» se ha eliminado un 5% del Bachillerato concertado que había el curso pasado,- dijo-, y que el 95% restante, que sigue el curso que viene con las aulas subvencionadas, seguirá con el concierto «durante los próximos cuatro años», siempre que cumplan con los requisitos «porque la enseñanza concertada también es necesaria», subrayó.
Cambios
El conseller no se movió un ápice de sus posturas, pero también hizo hincapié en que los cambios introducidos en la enseñanza estos dos últimos años vienen de la mano del pacto del Botánico en bloque, que no es cosa suya únicamente.
«No estamos para gobernar por gobernar, sino para hacer cambios profundos por una sociedad más justa y solidaria, para avanzar», puntualizó. Fue la frase sobre la que pivotó tanto su inicial exposición, que arrancó en castellano y concluyó en valenciano, como la larga hora que destinó a contestar las cerca de medio centenar de preguntas que recibió de los asistentes.
Le recordaron que todavía no ha revertido los recortes que se hicieron cuando gobernaba el PP al amparo de la Ley de Sostenibilidad Presupuestaria, y Marzà se amparó una y otra vez en la «infrafinanciación» a la que se ve sometida la Comunidad por parte del Estado, como razón de peso que le impide reducir más la ratio de alumnos por aula e introducir mejoras, en general, por la calidad educativa: mayor número de docentes y mejores infraestructuras.
Eso sí, sobre la eliminación de los barracones comprometida para esta legislatura, el conseller precisó que mantiene la promesa en lo referido a los 20 centros que en la Comunidad estaban íntegramente en prefabricadas al comenzar su mandato. «Los 6.300 alumnos en barracones son comportamientos del pasado que queremos revertir». Para Marzà, la de los barracones es «la peor herencia» que ha dejado el PP, junto a «la corrupción», como dejó caer.
En la misma falta de fondos suficientes situó tanto el pago de sexenios al profesorado interino: «En cuanto tengamos dinero se pagará», dijo; como la que hasta el momento solo es una intención del Consell sobre el papel por extender a la enseñanza pública las aulas de 0 a 3 años: «No tenemos una fábrica de hacer billetes», abundó.
Frente al impass en el que dejó estas cuestiones, el conseller cifró en su haber el inicio del descenso de las ratios en los primeros cursos de cada etapa educativa; la reducción del tiempo para sustituir las bajas docentes, «de 20 a tan solo 5 días», afirmó; la autonomía de los centros para disponer desde el curso que viene de tres horas y media del currículo para destinarlas a mejorar las lenguas o incorporar las innovaciones educativas que consideren; la reformulación de la XarxaLlibres para que los libros gratuitos lleguen a los alumnos más necesitados; el plan de formación del profesorado para implantar el plurilingüismo; nativos de inglés en cada uno de los colegios públicos «porque es un programa del Ministerio y solo contempla a los públicos» -se excusó ante la discriminación apuntada desde el sector concertado-; y la elección de la jornada escolar por las familias.
¿Que por qué no se ha permitido elegir el plurilingüismo como la jornada continua? Para el conseller la respuesta es «tan sencilla como que la lengua en la que se enseña es un criterio pedagógico, y el tipo de jornada es una cuestión social que va más allá de la organización de las aulas». De hecho, el dirigente educativo sostiene que «también debería haber informes municipales para cambiar los horarios de los policías y de otros funcionarios».
Ley de Educación
El calendario escolar seguirá ligado al santoral porque, al menos «de momento, no está en la agenda del Consell cambiarlo», tal y como respondió Marzà, y tampoco está previsto modificarlo en aras a conciliar más la vida familiar, pero de este último extremo el conseller culpó al Gobierno central, que es el que fija el margen de días lectivos con el que deben jugar las autonomías para establecer las fiestas locales y poco más. «No está en nuestras manos un cambio profundo», afirmó.
Lo que está en su mano, -y de hecho anunció su «lanzamiento» para el debate social en las próximas semanas-, es una Ley Valenciana de la Educación. Marzá precisó que el proceso arranca con un decálogo de principios consensuado por el Consejo Escolar Valenciano y que espera el mayor consenso posible, pero también expresó con firmeza que no piensa paralizarla «si alguno decide excluirse».
El conseller concluyó con una encendida proclama del castellano «que me gusta porque es mi lengua también. No tolero que se digan cosas que no son», dijo, pero que los representantes de los padres de centros concertados no tuvieron ocasión de escuchar porque salieron de la sala con pancartas de protesta en cuanto contestó a la primera pregunta sobre los conciertos.
