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Análisis

Cruceros, ni para ti ni para mí

Doce mil turistas en una jornada es un éxito, ¿por qué inflar las cifras de la recaudación?

Un turista se hace un «selfy» en el castillo de Santa Bárbara el jueves. Al fondo uno de los cruceros. RAFA ARJONES

Los americanos, que no pueden presumir de contar en su inmenso territorio con la antigua ciudad de Petra, el Partenón o la Alhambra, ya que los Estados Unidos comenzaron a forjarse allá por los primeros años del siglo XVII con la llegada del Mayflower, suelen contrarrestar estas carencias con aquello de que tienen la carretera más larga del mundo, el edificio más alto del planeta o registrada la hamburguesa más grande jamás preparada. Todo es lo más grande en Manhattan. Un complejo que mantienen casi desde que aquel grupo de colonos tejanos perdieran El Álamo y que me vino a la cabeza el jueves cuando Alicante atendió, con nota, todo hay que decirlo, a los doce mil turistas, entre cruceristas y tripulantes, que durante unas horas invadieron la ciudad para satisfacción del Ayuntamiento, del Puerto y de los rectores de la terminal de cruceros, que han logrado reactivar una infraestructura que languidecía prácticamente desde el día de su apertura.

¿Y por qué me acordé de lo dados que son los yanquis a magnificarlo todo, y reciente tenemos la miserable ocurrencia del muro de Trump? Pues por esa obsesión que demostraron todos aquellos responsables del desembarque de los cruceristas por convencernos de que los 12.000 efímeros turistas se dejaron en la ciudad la friolera del millón de euros entre las 9 de la mañana y las 7 de la tarde.

Cantidad que, a tenor de lo que se vio en las calles, bares, comercios o al pie de la escalerilla de los imponentes barcos al regreso de las excursiones, resulta difícil de creer incluso con los cálculos más optimistas. La llegada de doce mil turistas a bordo de cuatro barcos en un solo día es ya, por sí sola, una gran noticia. Y tan positiva como fue esa arribada, sería que hubieran dejado en Alicante, por ejemplo, la tercera parte del dinero previsto y calculado. ¿Por qué inflar las cifras de la recaudación? Ojalá tuviéramos una jornada similar una vez a la semana como sostenía Francesco Balbi, responsable de la terminal de cruceros. Bienvenidos los cruceristas y bueno el trabajo realizado, pero no hace falta exagerar para convencer a los vecinos de Alicante de que el turismo de cruceros es importante. Lo es, sobre todo, porque se mueve en primavera y otoño, cuando todavía no ha comenzado la temporada alta en Alicante o ésta inicia su ocaso.

El jueves se hicieron las cosas bien al margen de la mayor o menor caja. Ese es el camino a seguir y quizá por esa senda algún día los cruceristas que se bajen en Alicante se gastarán los 80 euros de media anunciados o, incluso, repetirán meses después la visita pasando una temporada en la ciudad.

En los barcos hay tiendas libres de impuestos y es difícil imaginar, ojalá fuera así, a un crucerista comprando un Rolex en Alicante cuando en el interior del barco ya se encargan de exprimirles el bolsillo. Eso sí, en la Explanada y las tiendas de su entorno se hincharon a vender helados de turrón y otras delicias de Xixona.

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